De entrada quisiéramos transmitiros nuestras felicitaciones por la intuición, el “olfato”, la capacidad de iniciativa que habéis tenido para dar nacimiento e impulsar Podemos.
Al principio nada estaba claro. ¿Qué podía salir de esa colaboración entre Pablo Iglesias y sus amigos, las y los independientes e IA? No era un decisión fácil.
Vosotros la tomasteis. Partiendo de vuestra experiencia pero también de una de las cualidades de nuestra corriente internacional: ser sensibles al movimiento real; una sensibilidad propia a la tradición marxista revolucionaria, no sectaria, y que nos fue legadas por viejos camaradas como Daniel Pereyra, veterano trostkysta presente en esta tribuna, y otros camaradas a quienes habéis rendido homenaje, como Miguel Romero. La generación joven también se ha nutrido de otras experiencias de construcción de partidos capitalistas, cada una de ellas con sus puntos fuertes y débiles.
Vuestra experiencia, como la de Grecia, es muy importante porque, si las cosas no se tuercen, imprime una dinámica positiva a la situación política de vuestro país, en un contexto en el que, en el resto de Europa, la situación continúa siendo muy difícil para la lucha de clases:
• La crisis del sistema capitalista que estalló en 2007-2008 ha agravado las contrarreformas que se vienen impulsando sin freno desde hace 35 años. Mientras que en unos países y otros se hablaba de una vuelta a las políticas keynesianas para hacer frente a la crisis, a lo que hemos asistido, es a una ofensiva neoliberal generalizada.
• Estas contrarreformas neoliberales que vienen de hace tiempo, combinadas con la globalización capitalista y la implosión de la URSS y del bloque soviético, junto a las políticas de las direcciones burocráticas reformistas, crearon las condiciones para un declive histórico del movimiento obrero tradicional. Los partidos social-demócratas y post-estalinistas se vieron fuertemente afectados y la izquierda revolucionaria también sufrió los efectos de esa onda de choque.
• En este contexto, asistimos a un crecimiento de la derecha extrema y de la extrema derecha en casi toda Europa.
• Si, es cierto, las luchas de resistencia a las políticas de austeridad existen, pero estas luchas no ha logrado revertir el curso de las políticas de austeridad y, sobre todo, no se han traducido en un crecimiento de las organizaciones sociales o del movimiento obrero. Salvo en dos países (Grecia con Syriza y en el Estado español con Podemos), estas luchas no han cristalizado políticamente. Es eso, más allá de las cuestiones tácticas y estratégicas en la lucha contra las política de austeridad en Europa, lo que hace difícil la generalización de los ejemplos griego y español.
En efecto, no se puede comprender Podemos sin el 15-M, sin la crisis de la transición post-franquista y el hundimiento del PSOE. No se puede comprender Syriza sin las cerca de 30 huelgas generales que ha conocido el pueblo griego y la quiebra del Pasok. Una vez más, no se pueden generalizar los ejemplos aunque ellos nos sirven para ver las potencialidades de reorganización del movimiento popular.
En vuestro debate algunas voces han caracterizado a Podemos como “reformista”. Creo que es necesario matizar esta caracterización. Es cierto que en Podemos existen ideas reformistas, en particular en su dirección; que existe una tendencia a moderar las reivindicaciones anti-crisis así como una concepción sobre el Estado importada de la experiencia chavista que no puede funcionar en uno de los principales países desarrollados (justamente porque se trata de un Estado al servicio de la casta o, más exactamente, de las clases dominantes); una concepción del pueblo que sustituye a las clases y que, por derivación, puede conducir a la conciliación de las mismas; en fin, tenemos la concepción personalista de la dirección del movimiento defendida por Pablo Iglesias.
Pero este reformismo no es el mismo que el de los aparatos burocratizados de la socialdemocracia, de los partidos post-estalinistas o de las direcciones sindicales. Este reformismo no ha cristalizado en aparatos burocráticos del movimiento obrero o en una integración en el aparato de Estado. Las cosas pueden cambiar pero, por el momento, un año después de la creación de Podemos, es importante comprender la especificidad de este reformismo. Esto tiene dos consecuencias: la primera, que en estas condiciones, las clases dominantes, las cúpulas del aparato del Estado no pueden confiar en Podemos y en su dirección para controlar la situación; la segunda, que, precisamente por ello, a pesar del sistema de organización adoptado, la ola Podemos que emerge en el país impide también un control milimétrico del mismo. No olvidemos que Podemos hunde sus raíces en el 15M, un movimiento social-libertario.
Así pues, estamos ante una situación en la que nada es definitivo, en la que los escenarios están abiertos y las bifurcaciones son posibles. En este contexto, los grandes ejes de vuestra política están en consonancia con la necesidad del combate anticapitalista y revolucionario. En primer lugar, teniendo una visión cabal de la situación actual. La suerte no está echada. En Grecia o en el Estado español, los partidos socialdemócratas están muy debilitados pero la situación puede cambiar. La derecha sigue fuerte y maniobrará todo lo que pueda para impedir una victoria de Podemos: desde la confrontación directa a todo tipo de operaciones posibles: Unión Nacional PP-PSOE, gobierno pseudo-tecnórata… Hay que hacer todo lo posible para derrotar a la derecha, al PSOE y para que gane Podemos.
También es necesario desplegar una política democrática radical con contenido social: con reivindicaciones contra la austeridad, que en Grecia se concretan en el rechazo de los memorándum impuestos por la Troika, en la anulación de la deuda ilegítima y en la aplicación de un programa para satisfacer las necesidades sociales básicas de la población. No se trata de impulsar todo el programa socialistas sino, por ejemplo, de escoger las reivindicaciones que tienen un contenido transitorio para responder a las necesidades elementales y que pongan sobre la mesa la cuestión de la redistribución de la riqueza y de un nuevo modelo económico que rompa con el productivismo. Esta orientación transitoria debe concretarse prácticamente en la defensa de los derechos sociales, el incremento del SMI y de los salarios, y la defensa del empleo y de los servicios públicos. Para que estas medidas puedan ser llevadas a cabo va a ser necesario invadir el terreno de la propiedad capitalista; sobre todo, a través de la nacionalización/socialización de la banca. Otro tanto en el terreno político e institucional: es necesario plantear la necesidad de procesos constituyentes que rompan con el régimen del 78 y garanticen la autodeterminación de los pueblos del Estado español. En especial, en relación a Cataluña. Y ahí existe una divergencia con la dirección de Podemos.
Todo esto es necesario hacerlo paso a paso, no de forma propagandista y a base de ultimátums. Hay que tener muy presente la experiencia, el grado de movilización y la conciencia de las clases populares. Es necesario dotarse del vocabulario adecuado, comprensible para la gente, para expresar la lucha contra la austeridad y la necesidad de romper con el capitalismo. Pablo Iglesias señalaba como modelo de comunicación política las consignas de los bolcheviques en la revolución de octubre-17 “Pan, tierra y libertad”. Tiene razón, pero es necesario añadir, en todo caso, que esas consignas simples tenían como objetivo la movilización de los pueblos de Rusia para derrocar el Estado zarista.
En fin, uno de los puntos fuertes de Syriza y Podemos es que ponen en primer plano la cuestión del gobierno y del poder. Hasta ahora, Syriza utilizaba la fórmula de “gobierno de izquierdas”. Actualmente, la dirección de Syriza, se ve tentada de defender la propuesta de un gobierno de unidad nacional. La izquierda de Syriza se opone a esa propuesta y recupera la fórmula de “gobierno de izquierda” dándole un contenido concreto: un gobierno de Syriza, KKE (PC) y Antarsya, que aplique un programa anti-austeridad. Si Syriza gana se va a encontrar muy pronto en la encrucijada de elegir entre su fidelidad a la lucha contra la austeridad o a realizar concesiones a la presión de la Troika.
Podemos quiere ganar y formar un “gobierno de Podemos”. El problema del contenido y del programa está sin cerrar. En esas condiciones, debemos plantear el esbozo de un programa para un “gobierno de izquierdas”, un gobierno anti-austeridad que empiece a aplicar medidas anticapitalistas y se inscriba en la ruptura con el régimen. Si se llega a un gobierno “Podemos”, apoyaremos todas las medidas positivas y criticaremos aquellas que no respondan a las necesidades de la población, poniendo en el centro de nuestras preocupaciones la movilización y la auto-organización social: el « poder popular».
Muchos delegados y delegadas en este congreso han exclamado “¡Somos Podemos!”. Estamos totalmente de acuerdo. Somos parte de este movimiento que empezamos a construirlo desde el principio. Ahora vais a transformar IA: pasáis de ser un partido a ser un movimiento, debido a las reglas impuestas por Podemos. Pero construir un “movimiento anticapitalista” no implica la disolución o la dilución. Desde hace décadas defendéis una tradición que, estoy convencido, seguiréis defendiéndola. Estoy convencido que seguiréis defendiendo vuestras ideas. “Construir un movimiento” no significa hacer menos política sino, por el contrario, hacer más política, intercambiar experiencias, impulsar más debates para dialogar con las y los militantes del Podemos y del movimiento popular. En este congreso habéis dejado clara vuestra voluntad de la construcción de Podemos sin renunciar a nuestras ideas adaptadas a la realidad de la experiencia de sus militantes. Está claro, por nuestra propia historia y por otras experiencias, que os veréis confrontados a la tensión entre la construcción de Podemos y de Anticapitalistas como movimiento popular y la conquista de posiciones electorales. Está claro que para hacer avanzar nuestras ideas es necesario defenderlas ante el pueblo y optar a ser elegidos a todos los niveles: desde el municipio al parlamento; pero quienes resulten elegidos tienen que utilizar las instituciones para impulsar la lucha de clases. Y, por lo que respecta a vuestra propia construcción, las tareas de intervención y de implantación popular deben seguir siendo prioritarias. Para terminar, vuestra experiencia, al igual que la de Grecia, son decisivas: es ahí donde se puede romper el eslabón débil de las políticas de austeridad. Tened la seguridad que haremos todo lo que esté en nuestras manos para garantizar vuestra lucha a través de la solidaridad internacional.