John Ross
Revista Perspectiva Internacional – Año I, Número 1 – Marzo/Abril – 1982
(Artículo publicado originalmente en la revista IV Internacional nº 1 – Jul-Ago-Set/1980)
Traducido por Valentin Huarte para Democracia Socialista
La existencia de diversas organizaciones revolucionarias desorienta indudablemente a numerosos militantes, sobre todo cuando algunas de ellas se reivindican de Leon Trotsky y del Programa de Transición de la IV Internacional, afirmando su deseo de ‘reconstruir’ o de ‘reorganizar’ a la IV Internacional.
El camino para reunificar a todos estos grupos en la IV Internacional está cubierto de obstáculos, siendo uno de los principales la confusión introducida por organizaciones sectarias, como la dirigida por Gerry Healy en Gran Bretaña o la OCI en Francia, que oscurecen todas las distinciones que Lenin y Trotsky habían introducido entre partidos, fracciones y tendencias. Establecieron así una verdadera tradición de escisiones irresponsables sobre la base del sectarismo político organizativo o de simples divergencias coyunturales o tácticas. Justifican esa práctica refiriéndose al ‘bolchevismo’. Estas referencias no tienen ningún fundamento. Tanto en la teoría como en la práctica, Lenin y Trotsky se comportaron de forma diametralmente opuesta.
Otros grupos que si bien se encuentran fuera de la IV Internacional, y rechazan las prácticas extremas de violencia física, de exclusiones arbitrarias, de caracterización de otras tendencias revolucionarias como ‘cómplices’ del GPU (o del FBI) o ‘cripto-estalinistas’, todavía no rompieron con las raíces teóricas de estas aberraciones de Healy-Just. Repiten de manera notable su confusión grosera entre los métodos de construcción de un partido revolucionario y los métodos de construcción de una fracción o de una tendencia, reivindicando en cada paso el ejemplo de Lenin, a pesar de todas las pruebas históricas.
El precedente de los Bolcheviques
Así, en la prensa de uno de esos grupos británicos, ‘Socialist Press’ (14 de Enero de 1976), leemos:
“Si bien el Partido Bolchevique surgió sólo después del momento de la escisión de 1903 en el seno de la Socialdemocracia, las bases sobre las cuales fue construido ya habían sido erigidas en el curso de los años precedentes”
Al nivel de los hechos, esta afirmación no tiene ningún sentido. El Partido Bolchevique no fue creado en 1903. Lo que creado fue la fracción bolchevique del Partido Obrero Social-Demócrata Ruso (POSDR).
Por otro lado, no sólo es cierto el Partido Bolchevique no fue formado en ese momento, sino también que Lenin estaba categóricamente en contra de toda escisión del POSDR en dos partidos. Todo su combate luego de 1903 consiste en una lucha de fracción política e ideológica contra los mencheviques, y simultáneamente en una lucha por un solo partido, yendo en contra de lo que llamaba acciones anarquistas de los mencheviques que amenazaban al partido con una escisión. En efecto, lejos de tomar la iniciativa de una escisión, Lenin explicaba claramente cuáles eran las acciones de los mencheviques, que decidían correr el riesgo de escindir el partido:
“El rechazo de Martov a participar del Comité de Redacción (de ISKRA), su negativa y la de otros escritores del Partido a colaborar, el rechazo de un cierto número de personas a trabajar en el Comité Central, y la propaganda para un boicot o resistencia pasiva, llevaron inevitablemente al partido a una escisión, aún si este no era el deseo de Martov y de sus amigos”[1]
Lenin se declara en completa oposición a toda escisión del partido. Prosigue entonces su campaña para un Nuevo Congreso del partido, que incluya a bolcheviques y mencheviques, con una dirección bien clara:
“Es necesario encontrar el cuadro en que la lucha ideológica pueda desenvolverse en condiciones más o menos normales; es necesario un nuevo Congreso. Pensar que un Congreso solo podrá desembocar en una escisión es admitir que no tenemos ningún partido, que el espíritu del partido está tan mediocremente desarrollado en nuestras flas que sólo puede ser producto del espíritu de círculo… está claro que no tenemos ninguna garantía, pero debemos intentar reglamentar el conflicto comportándonos como un partido, y encontrar una solución. La mayoría no quiere, en ningún caso, una escisión”
La confusión entre partido y fracción aparece de nuevo en el mismo artículo de ‘Socialist Press’, cuando se afirma:
“Si bien el II Congreso de la Social-Democracia rusa tuvo como saldo una escisión, siendo sus fuerzas reducidas a la mitad, fue gracias a la lucha fraccional llevada adelante por Lenin que la independencia política y organizacional del partido fue defendida contra los mencheviques”[2]
Se trata aquí de la confusión más completa. Es correcto afirmar que Lenin llevó adelante una batalla de fracción. Pero una fracción no es un partido. Una fracción es una formación en el seno de un partido. Según la afirmación de Lenin:
“Una fracción es una organización en el interior de un partido, unida no por su lazo de intervención, ni por su lengua ni cualquier otra condición objetiva, sino por una visión particular de las cuestiones del partido”[3]
En efecto, los mismos términos – fracción bolchevique y fracción menchevique – evidencian que se trataba de miembros de un mismo partido. Así, es ridículo decir que el partido había perdido la mitad de sus fuerzas: lo que pasaba era que en la lucha fraccional entre mencheviques y bolcheviques, la mitad del partido apoyaba a los primeros mientras que la otra mitad apoyaba a los segundos. A través de su formulación, el artículo de ‘Socialist Press’ silencia completamente los diferentes aspectos de la lucha de Lenin, los cuales están ligados dialécticamente. Contra todos los que querían una conciliación política e ideológica, Lenin se posicionaba a favor de la batalla fraccional. Al mismo tiempo, contra todos los que trabajaban rumbo a una escisión, luchaba por la unidad del partido.
Todo esto se torna más evidente cuando nos volvemos sobre la primera escisión verdadera en dos partidos – y no en dos fracciones – en Enero de 1912, en el VI Congreso del POSDR. Dicha escisión no sólo tuvo lugar nueve años después de la fecha indicada en el ‘Socialist Press’, sino que es importante notar que incluso en esta época, Lenin no llamaba a una escisión política con los mencheviques ni a una división según las líneas menchevique y bolchevique, sino por el contrario a una escisión sobre bases organizativas. Es por eso que todas las fracciones fueron invitadas al Congreso. Tal como resaltó Lenin:
“La Comisión Organizadora rusa que convocó a la presente conferencia, informó a todos los socialdemócratas e invitó, sin ninguna excepción, a todas las organizaciones de nuestro partido para la Conferencia. En otras palabras: la posibilidad de participar de la Conferencia fue dada a todas las organizaciones”[4]
La división en dos partidos diferentes, seguida de la expulsión de diversos elementos, no fue causada por las ideas políticas de los mencheviques, sino por el rechazo y la violación de los principios organizativos del partido: ejecución de actos incompatibles con la filiación al partido. La resolución de la Conferencia afirmaba claramente:
“Los ex-miembros del Comité Central, Mikhail, Yuri y Roman, no solamente rehusaron participar del organismo en la primavera de 1910, sino que también se negaron a asistir a reuniones para cooptar nuevos miembros, declarando inmediatamente que consideraban la propia existencia del Comité Central como ‘perjudicial’. Fue precisamente después de la reunión plenaria de 1910 que las publicaciones de los liquidadores arriba mencionados, Nasha Zarya y Dielo Zhzni pasaron por completo a las filas del liquidacionismo, definitivamente. No solamente ‘disminuyeron (contrariando la decisión del plenario) la importancia del partido ilegal’, sino que también lo rechazaron diciendo que el partido estaba muerto, que el partido estaba liquidado, que la idea de resucitar el partido ilegal era una ‘utopía reaccionaria’, utilizando las columnas de las revistas publicadas legalmente para llenarlas de calumnias e injurias al partido ilegal, llamando a los trabajadores a considerar al núcleo del partido y su jerarquía como muertos, etc.
En el momento en que por toda Rusia los miembros del partido se unían, más allá de las fracciones, para encarar la tarea inmediata de convocar a la Conferencia, los liquidadores se juntaban en pequeños grupos totalmente independientes, se separaban de las organizaciones locales, incluso en las que los mencheviques pro-partido eran mayoría (en Ekaterinolsvla o Kiev) y rechazaban cualquier relación con las organizaciones locales del POSDR. La Conferencia declaró que, por su conducta, el grupo de Nasha Zarya e Dielo se colocaba definitivamente fuera del Partido”[5]
Es evidente que esta escisión no se basaba en la incompatibilidad del menchevismo con el partido, sino en el rechazo de ciertos elementos a someterse a la disciplina del mismo, los mencheviques que aceptaron esta disciplina (mencheviques ‘pro-partido’) permanecieron como miembros de derecho pleno del partido. Este hecho es reconocido en los artículos posteriores del ‘Socialist Press’. De todas formas, su significado no fue comprendido.
No se trataba de ninguna manera de una maniobra astuta imaginada por Lenin para dar una justificación organizativa a una escisión política – lo que naturalmente considera Healy, que ve a Lenin como un vulgar práctico de la Realpolitik en su estado puro. Al contrario, Lenin explica claramente su posición (no solamente en el nivel de Rusia, sino también a nivel internacional) sobre la razón por la cual los mencheviques en aquella época debían permanecer dentro del partido. Cuando se le preguntaba por qué el liquidacionismo, como el bernsteinismo, no podría ser combatido en el seno del partido, no respondía invocando la incompatibilidad política, sino la incompatibilidad de principios organizativos. Los bernsteinianos rusos rechazaban aceptar la disciplina del partido.
“No hay muchos elementos entre los adherentes al POSDR que sean capaces de defender la corriente liquidacionista. Lamentablemente todavía hay un cierto número de elementos que se oponen sinceramente al liquidacionismo, pero que no comprenden en qué condiciones es necesario desarrollar la lucha con este. Ciertamente, dicen ellos, el liquidacionismo es una corriente burguesa en el seno del movimiento Socialdemócrata, pero ¿por qué no combatirlo en las filas de un mismo partido, como hacen los alemanes con el bernsteinismo?”[6]
Para la escuela de Healy, esto está fuera de todo cuestionamiento. Los bernsteinianos deberían haber sido todos excluidos en esa época, en función de sus opiniones políticas. Pero Lenin veía las cosas de manera completamente diferente:
“Aquellos de entre nosotros que defienden férreamente un ‘entendimiento’, no comprendieron una cosa muy simple, pero muy importante: los liquidacionistas no son apenas oportunistas (como Bernstein y compañía): ellos también ensayan construir su propio partido a parte; proclamaron que el POSDR no existe; no tienen en cuenta, en absoluto, las decisiones del partido. Esa es la diferencia entre nosotros y ‘Europa’. En Europa no se toleraría en las filas de un partido por más de un mes a un oportunista acusado de un décimo de lo que hicieron y continúan haciendo Peterson, Igorev, Beer, Martov, Dan y otros, contra el partido y sus decisiones.”[7]
En el período precedente, cuando los mencheviques tenían realmente una actitud correcta en el plano organizativo y una mayoría estatutariamente constituida, Lenin estuvo bien lejos de preconizar una escisión. Por el contrario, el mismo exhortó a la fracción bolchevique a aceptar la disciplina del partido sobre puntos tan cruciales como el voto a candidatos burgueses. Así escribía:
“Una vez que las estructuras competentes decidieron, entonces debemos, en tanto miembros del partido, todos juntos actual como un solo hombre. En Odessa, un bolchevique deberá marcar sobre su cédula electoral el nombre de un Cadete, incluso si esto le duele”[8]
Fue solamente cuando los mencheviques violaron la disciplina del partido, boicoteando de manera anarquista las estructuras del mismo, intentando anular la decisiones del Congreso por la votación en el Comité Central, rechazando la autoridad del cuerpo drigente, que Lenin se rebeló.
Bien entendido, todo esto no significa que Lenin haya sido de ninguna manera culpable de eclecticismo en materia organizativa. Al contrario, como veremos, Lenin supo dirigir en 1914 una escisión definitiva, irremediable y sin pérdidas, sobre bases estrictamente políticas y no organizativas. Pero lo que la experiencia anterior a 1914 demuestra es que Lenin (como más tarde Trotsky) sabía distinguir muy bien entre una fracción y un partido.
Lamentablemente, ciertos camaradas sectarios todavía no hicieron un análisis serio sobre la historia del bolchevismo. No llegan a explicar por qué en 1903 fue formada una fracción; por qué en 1912 los mencheviques fueron excluidos por razones organizativas y no políticas, y por qué Lenin sólo consideró la escisión política en 1914.
Si consideramos la historia de las posiciones organizativas de Lenin antes de 1914, veremos que en ninguno de los casos principales de escisión que tuvo que encarar fue favorable a una ruptura sobre bases políticas. En 1903 llevó una lucha de fracción contra los mencheviques, oponiéndose mientras tanto a toda escisión. En 1912 apoyó la exclusión de los mencheviques solamente por haberse rehusado estos últimos a someterse a la disciplina del partido. En aquel momento Lenin admitía complemente la defensa de las posiciones mencheviques en las filas del partido, bajo condición de que estos aceptaran su disciplina y su funcionamiento – exactamente lo que hizo la fracción menchevique ‘pro-partido’.
Todo eso no debe llevar a la conclusión de que Lenin era ‘blando’ o no tenía principios sobre las cuestiones organizativas y de lucha política. Apenas quiere decir que consideraba que las divergencias en esa época eran solubles en el interior del partido – objeto de una lucha fraccional, y no de una escisión.
Al llegar a 1914 veremos que Lenin exigió una escisión absoluta en dos partidos separados. Aquellos que antes eran desvíos en el interior del partido – el menchevismo, el bernsteinismo – se revelaban ahora, frente a acontecimientos decisivos de la lucha de clases, posiciones totalmente extrañas a la clase obrera y a su partido.
La reacción de Lenin fue inmediata. Su primera declaración sobre la guerra fue:
“La traición del socialismo por parte de la mayor parte de los dirigentes de la II Internacional (1889-1914) marca la falencia política e ideológica de la Internacional… La tarea de la futura Internacional debe ser desembarazarse resuelta e irrevocablemente de esta corriente burguesa dentro del socialismo”[9]
Declaraba que el menchevismo internacional había pasado definitivamente al campo histórico de la burguesía, y que sus partidos, si bien estaban compuestos por trabajadores, eran ahora partidos burgueses en términos políticos – siendo esta posición de Lenin conservada siempre por los comunistas. Lenin agregaba:
“El desmoronamiento de la Internacional, que ahora es la presa de la burguesía… ¡Abajo el oportunismo y viva la III Internacional![10]
Lenin, en toda una serie de artículos escritos entre 1914 y 1917, describió el largo desenvolvimiento cuantitativo del oportunismo. No obstante, fue absolutamente preciso sobre el momento que marcó la alteración cualitativa:
“Teniendo que madurar durante decenas de años en condiciones de capitalismo ‘pacífico’, el oportunismo estaba tan maduro al fin de los años 1914 y 1915 que se reveló como un aliado alerta de la burguesía.
“Y ciertamente ese giro preciso, la transformación de la cantidad en calidad, implicó el cambio de una situación de lucha fraccional en el seno de un partido a una situación en la cual una escisión y la creación de un nuevo partido eran inevitables” [11]
Como se dice en una resolución del primer Congreso de la Internacional Comunista sobre la Segunda Internacional:
“Desde el primer tiro de cañón sobre los campos de la carnicería imperialista, los principales partidos de la II Internacional traicionaron a la clase obrera y pasaron, bajo la cobertura de la ‘defensa nacional’, cada uno al lado de su burguesía… Fue en este momento que la II Internacional falló y definitivamente pereció”[12]
No obstante, es importante notar el método que Lenin utilizaba, en oposición a la escuela de la falsificación de Healy. Antes de 1914 no instaba a una escisión con los mencheviques sobre bases políticas, a pesar del llamado de los últimos a votar por los cadetes, su revisión del marxismo, etc.; tampoco llamaba a una escisión dentro de la II Internacional contra Bernstein e compañía. Lenin sólo llamó a la ruptura cuando fue demostrado de manera conclusiva, en el transcurso del más grave acontecimiento de la lucha de clases, que el menchevismo se había colocado en la acción práctica en el campo de la contrarrevolución.
Entonces Lenin extrae todas sus conclusiones. La escisión era irreversible. Las ideas que se habían considerado anteriormente como posiciones contra las cuales se debía polemizar en el seno del Partido, a través de la lucha fraccional, eran ahora ideas que deberían ser excluidas del partido.
Pero para la escuela de Healy-Just, todo eso no es probablemente nada más que ‘empirismo’ ¡Así que imaginen romper solo cuando las acciones probaran la traición histórica mundial! No cabe duda de que Healy-Just habrían roto mucho tiempo antes, sobre cuestiones de ‘método’, y habrían también excluido a este Lenin centrista, vacilante y conciliador.
La experiencia de la oposición de izquierda
Por si el recuerdo de la lucha de Lenin no fuese suficiente para ilustrar esta diferencia de principio entre partido y fracción, podríamos referirnos a una segunda experiencia importante: la lucha de Trotsky en el seno de la Internacional Comunista y su posterior ruptura con la misma.
Hay que tener en cuenta que a propósito de este asunto Trotsky siguió un método y un curso idénticos a los de Lenin. Trotsky rehusaba romper con la Internacional Comunista simplemente porque el revisionismo teórico que se desarrollaba en la misma (la teoría del socialismo en un solo país, el ‘tercer período’, la teoría del ‘social-fascismo’, etc…). Rehusaba romper incluso frente a errores tan gigantescos como los cometidos en Alemania en 1923, en Gran Bretaña en 1926 y en China en 1927. Trotsky respondía a cada uno de estos acontecimientos construyendo y consolidando una fracción. Pero rechazó una ruptura con el partido hasta que el Comintern demostró que pasaba al campo de la contrarrevolución, a través del acontecimiento más decisivo de la lucha de clases que pueda imaginarse: el ascenso de Hitler al poder, sin combate gracias a la traición estalinista de 1933.
El healynismo no ve en eso más que una maniobra de Trotsky. Él habría retardado la ruptura sólo porque el Comintern era una gran organización, y la mejor manera de reclutar miembros era permanecer como miembro de la misma organización. Trotsky, vulgar maniobrista y practicante de la Realpolitik: es la verdadera revisión healynista de Trotsky. Lo reducen a su pequeña y miserable estatura.
Pero Trotsky explicaba de manera muy diferente y mucho más clara su posición sobre el asunto:
“El grado de degeneración de un partido revolucionario no puede, por regla general, ser establecido a priori, solamente sobre la base de sus síntomas. La verificación viva de los acontecimientos es indispensable. Teóricamente, el año pasado (1932) nada permitía excluir la posibilidad de que los bolcheviques leninistas, basándose en la exacerbación de la lucha de clases, pudieran llevar al Comintern a tomar el camino de una verdadera lucha contra el fascismo.”[13]
Es más: siempre en la misma línea, Trotsky distinguía claramente, en el período anterior a 1933, entre la política y la dirección de los Partidos Comunistas, que caracterizaba como centristas, y el carácter de clase de estos partidos, que continuaban proletarios.
“El Partido Comunista es un partido antiburgués, proletario incluso si es mal dirigido. La Socialdemocracia, a pesar de estar compuesta enteramente por trabajadores, es un partido enteramente burgués.” [14]
El hecho de construir una fracción y no un partido no obedecía a una maniobra, sino a un análisis de principios.
“La palabra que ordenaba la reforma del Comintern nunca fue para nosotros una frase vacía. Contábamos con la reforma como una realidad. El desarrollo de los acontecimientos siguió el peor curso. Y precisamente por eso somos forzados a declarar que la política de reforma fue consumada hasta el último límite.”[15]
Ciertamente, cuando fue consumada, Trotsky luchó hasta el final por la causa. En 1924, la defensa del ‘socialismo en un solo país’ era una corriente en el seno del partido. En 1934, en función de uno de los mayores acontecimientos de la hstoria, Trotsky se encuentra afuera del partido.
Finalmente, solo para completar el cuadro, es posible refutar la opinión de Deutscher sobre la cuestión, cuando afirmaba que en 1933 Trotsky se dejó llevar y tomó la decisión injustificada de romper con el Comintern. Por el contrario, Trotsky había resaltado que la cuestión de Alemania – el movimiento obrero más importante del mundo, con el mayor Partido Comunista fuera de la URSS – era precisamente una prueba de carácter cualitativo, semejante a aquella de 1914. Así, Trotsky escribía en noviembre de 1931:
“Estamos muy cerca de uno de esos momentos decisivos de la Historia. El Comintern, después de una serie de errores importantes pero parciales que probaron y solaparon las fuerzas acumuladas durante los primeros cinco años, corre el riesgo de cometer un error fatal, capital, que podrá hacer que se desmorone como factor revolucionario sobre el escenario político por toda una época histórica.” [16]
La consecuencia es clara:
“La toma del poder por los fascistas significaría probablemente la necesidad de creación de un nuevo partido revolucionario y ciertamente también de una nueva Internacional.” [17]
Trotsky también señalaba:
“Conduciendo la política de una fracción y educando a sus cuadros sobre la base de esta experiencia, la Oposición de Izquierda no escondía ni a sí misma ni a los otros que una nueva derrota del proletariado resultante del centrismo tendría, en aquel momento, un carácter decisivo y exigiría una rigurosa revisión de nuestra posición sobre la cuestión de las fracciones y el partido.”[18]
[…]
Las raíces históricas del partido y de las fracciones/sectas
El partido de vanguardia proletaria es producto de la lucha de clases real, en un triple sentido. Su programa es la síntesis de las enseñanzas de todas las luchas de clase. Sus cuadros son militantes reconocidos como dirigentes en las luchas, al menos por un sector minoritario pero significativo de la clase obrera real (de la clase de los asalariados). Sus iniciativas políticas influencian – si bien parcialmente – la marcha real de la lucha de clases.
En este sentido, la IV Internacional (como el POSDR en 1903) no es más que un núcleo de participantes, todavía no es un partido en el sentido real del término.
Pero es justamente en la fase de construcción del partido que los riesgos de confusión entre partido y fracción/secta son mayores, y de consecuencias más graves, porque sobre las organizaciones pequeñas recaen con todo el peso los vicios de la vida de círculos esencialmente propagandistas, con sus fenómenos concomitantes, como el que Lenin llamó, con justo título, ‘histeria intelectual’ – que tiende a confundir divergencias tácticas o coyunturales con divergencias programáticas, errores de formulación con traiciones efectivas en luchas reales (es decir, actos que causan de hecho derrotas desastrosas para la clase obrera).
Cuando un verdadero partido de vanguardia existe, las divergencias no son menores que cuando existe solamente un embrión de partido. Son múltiples e inevitables. Sólo una fracción puede ser ‘monolítica’ – y aun así, por poco tiempo. Pero los lazos reales con la clase imponen a los militantes y a los cuadros del partido una disciplina proletaria elemental que permite evitar la escisiones irresponsables o delimitar los efectos a grupúsculos que se marginalizan ellos mismos del movimiento real – contando con que el estricto respeto de la democracia interna (derecho de tendencia y no prohibición de fracciones) cree las condiciones indispensables para que cada divergencia pueda ser finalmente resuelta a la luz de la práctica común.
En la etapa del ‘embrión de partido’ (o en las fases de resistencia, cuando un partido ya existente se achica considerablemente), este saludable control proletario, proveniente de la lucha de clases, se debilita – los riesgos de escisiones irresponsables se multiplican.
Los efectos nefastos de estas escisiones – de la de 1953, como de la de 1979 – son manifiestos. Disminuyen el ritmo de acumulación de cuadros y militantes, indispensables para que el ‘embrión de partido’ pueda servir de polo de atracción confiable a los trabajadores de vanguardia. Debilitan la capacidad de intervención en la clase, retardando la posibilidad de resolver las divergencias por la prueba de la práctica, disminuyen el ritmo del proceso de clarificación política y de enriquecimiento programático.
Y sobre todo: pasan afuera del desarrollo real de la lucha de clases y no tienen por lo tanto ningún impacto sobre la elevación de la consciencia de la clase proletaria.
Es necesario distinguir los métodos de organización y de comportamiento de fracciones en un partido ya largamente comprometido en la vía de colaboración de clases reformista, donde la democracia se encuentra severamente restringida, de aquellos que son aceptables en un partido revolucionario esencialmente saludable y democrático, aun si le son atribuidos graves errores políticos. Trotsky se esforzó para hacer esta distinción, y para que explicar que las fracciones permanentes son una práctica absolutamente anormal e inaceptable en el seno de un partido revolucionario.
“En una lucha de fracción contra los reformistas, los revolucionarios frecuentemente recurrieron a medidas extremas, si bien es cierto que en general, en la lucha fraccional, los reformistas se conducen con más brutalidad. Pero, en esos dos casos, para los dos campos, se trata de prepararse para que la ruptura se produzca en las condiciones más ventajosas. Aquellos que transfieren tales métodos de trabajo al interior de una organización revolucionaria revelan su propia inmadurez política y ausencia del sentido de responsabilidad, una forma de individualismo anarquista, disimulado comúnmente detrás de principios sectarios, en definitiva, revelan ser completamente ajenos a la organización revolucionaria.” [19]
La lucha y unidad de los bolcheviques
El elemento decisivo en la construcción de los bolcheviques sobre el plano organizativo no fue, como las sectas afirman, el método de escisiones rápidas y prematuras, sino al contrario, la lucha prolongada por una clarificación política ligada a la batalla por la unidad del partido. Solamente demostrando de forma conclusiva a la clase obrera en Rusia que las ideas de los bolcheviques eran justas, que era necesario defenderlas en el seno del partido para probar su justeza a la luz de la lucha de clases real, y demostrando al mismo tiempo que luchaban por la disciplina proletaria y la unidad contra los rupturistas irresponsables, que los bolcheviques construyeron el núcleo y los cuadros realmente sólidos que tenían en la clase obrera, núcleo que comprendía en 1903 algunos centenares de personas que apoyaban su fracción y que, en 1914, ganó el apoyo de la mayoría de la clase obrera rusa organizada. Si por el contrario, Lenin hubiese actuado de 1903 a 1904 como los sectarios de hoy desean, es decir, si hubiese roto políticamente de manera consciente el partido para formar su propia fracción/secta, en 1914 y en 1917, los bolcheviques no habrían dispuesto de un partido de masas, sino de un simple agrupamiento minúsculo, en vías de degeneración interna. Como siempre una política de principios es la única eficaz en todas las cuestiones importantes.
En efecto, estudiando la larga historia de la fracción bolchevique adquirimos el sentido de la perspectiva histórica de lo que Lenin llamaba el ‘principio del partido’ opuesto al espíritu del círculo o la secta. Eso también muestra la necesidad del sentido de la proporción en materia de luchas internas y la educación contra el espíritu del fraccionalismo permanente. El estudio detallado de la manera en que Lenin actuó en esas batallas ofrece una alternativa clara y positiva de cara a los métodos y a las concepciones de Healy-Just.
Los orígenes del bolchevismo, y por consecuencia del leninismo, deben ser buscados en la época de fundación del POSDR. Si bien es cierto que el POSDR fue formalmente creado en 1898, su primer congreso no fue gran cosa – prácticamente todos los participantes fueron presos inmediatamente y toda la organización destruida. Hasta el segundo congreso de 1903, el marxismo ruso permanece disperso en pequeños grupos de individuos o ‘círculos’.
La verdadera fundación del POSDR en 1903, si bien significó un enorme paso adelante, dio a luz un partido que estaría bien lejos de tener las posiciones marxistas correctas sobre todas las cuestiones. Lenin había llevado adelante una larga batalla contra Plekhanov a propósito del programa del partido, la cual estaba bien lejos de haber ganado en todos los puntos. Lenin había luchado, antes del congreso, con Martov a propósito de la autodefensa obrera. Una resolución oportunista sobre las relaciones con las fuerzas políticas burguesas, propuesta por Potresov (Starover) había sido votada por el propio congreso. Finalmente, Lenin había sido vencido por Martov sobre la famosa cuestión del artículo I de los estatutos del partido.[20]
Pero a pesar de todas esas divergencias, Lenin insiste sobre el hecho de que todas las posiciones defendidas en el 2º Congreso constituían posiciones defendidas en el seno del campo del proletariado y eran por lo tanto compatibles con pertenecer a un solo partido. Afirma que las fracciones están separadas:
“Simplemente por matices sobre los cuales se puede y se debe discutir, pero por los cuales sería absurdo y pueril separarse (…) la lucha de los matices dentro del partido es inevitable y necesaria en tanto no conduzca a la anarquía y a la escisión, mientras prosiga dentro de los límites aprobados, en común acuerdo, por todos los camaradas y miembros del partido. Y nuestra lucha en el Congreso contra el ala derecha del partido, contra Akinov y Axelrod, contra Martynov y Martov, no salía de esos límites” [21]
Así, los representantes de cada posición que había emergido dentro de los grupos antes del 2º Congreso estaban incluidos dentro del partido. Lejos de ser excluidos del POSDR en consecuencia de una ruptura provocada por Lenin, los economistas más destacados, tales como Akinov y Martynov, fueron explícitamente confirmados como miembros del partido nuevamente constituido. Lenin analizaba las divergencias en el seno del POSDR, en esa época, como resultados inevitables de una rápida expansión, afirmando, no menos explícitamente, que las actitudes que consistieran en reclamar rupturas y exclusiones no eran más que restos de un ‘espíritu de círculos’ sectario.[22]
Luchas de fracción
Sin duda, la fundación del partido era un gran paso adelante. Pero con ella vino también el nacimiento de las luchas de fracción. Las dos fracciones, los bolcheviques y los mencheviques, se cristalizarían en torno de disputas sobre la composición del Comité Central y del Comité de Redacción del Iskra.
Lenin fue derrotado en el II Congreso sobre la cuestión de los estatutos del partido, pero había ganado la mayoría en cuestiones de composición del Comité Central y del Comité de Redacción. Pero en tanto él mismo y los bolcheviques, basándose sobre el principio del partido, aceptaron la disciplina de su derrota sobre la cuestión de los estatutos del partido, los mencheviques rehusaron aceptar la disciplina sobre la cuestión de la composición de los órganos dirigentes del mismo. Comenzando por Martov, los mencheviques se comprometieron con una orientación de boicots y dimisiones que condujo rápidamente al partido al borde de la escisión.
En respuesta a la amenaza de la unidad del partido, creada por los mencheviques, Lenin aplicó los mismos principios de la lucha contra el sectarismo de los círculos. Rechazó en todas las circunstancias el abandono de la defensa de las posiciones políticas bolcheviques. Pero, al mismo tiempo, rechazó también la idea según la cual los acontecimientos políticos y la lucha sobre las cuestiones de la organización habrían demostrado definitivamente la necesidad de una escisión. Mientras que en 1914, Lenin proclamó que el acontecimiento histórico de la capitulación de la II Internacional frente a la I Guerra Mundial había demostrado definitivamente que no solo el menchevismo ruso, sino el menchevismo internacional, se había tornado enemigo del socialismo, en 1903 afirma, por el contrario, que ninguna ruptura histórica de este género había tenido lugar. Decía Lenin, sin ambigüedad alguna:
“Los partidarios del nuevo Iskra ¿son traidores de la causa proletaria? No, son defensores inconstantes, dubitativos, oportunistas, de esta causa (y de los principios organizativos y tácticos que encarna esta causa). Por esta razón la Socialdemocracia revolucionaria se opone a sus posiciones” [23]
Consecuentemente, Lenin rechaza la idea de que había una base de principio para la escisión entre las dos fracciones:
“Las divergencias de principio entre Vperiod (la prensa de los bolcheviques) y el nuevo Iskra son esencialmente aquellas que existieron entre el viejo Iskra y el Raboche Dielo (prensa de los [24]economistas). Consideramos que estas divergencias son importantes, pero no consideramos que constituyan en sí mismas un obstáculo para el trabajo común en el seno del mismo partido, si nos es dada la posibilidad de defender sin restricción nuestros puntos de vista, los del antiguo Iskra” [25]
Enfrentado a una situación de este género, su tarea no era provocar una escisión, sino proseguir la lucha por la unidad del partido:
“Ya tenemos conquistas en nuestra causa, debemos continuar la lucha sin dejarnos desalentar por los reveses; luchar con firmeza y despreciar los procedimientos pequeño-burgueses de disputa de círculos haciendo todo lo que está a nuestro alcance para preservar el lazo que une, dentro del partido, a todos los Socialdemócratas de Rusia, lazo establecido al precio de mucho esfuerzo”.
De hecho, lejos de pregonar él mismo una escisión, Lenin estimaba que las acciones de los mencheviques que apuntaban en esa dirección revelaban claramente la diferencia entre su comportamiento anarquista y la disciplina proletaria de los bolcheviques. Los esfuerzos de los bolcheviques por conducir la lucha contra los mencheviques en el cuadro de un partido único, culminaron en la llamada al III Congreso del partido. Lenin lo precisó de la siguiente manera:
“Pienso que, precisamente para esclarecer libremente los desacuerdos de principio, es necesaria por fin la crisis; es necesario depurar la atmósfera de toda pelea mezquina, y para eso es indispensable convocar a un Congreso. El III Congreso es necesario, no para encerrar prematuramente la lucha, sino para reconducirla a un cuadro normal.” [26]
Lenin pensaba que un nuevo Congreso, la única solución alternativa a la política de boicots y actos rupturistas de los mencheviques, era la única medida apta para salvaguardar la unidad del partido:
“Prácticamente, vemos una salida a la crisis en la convocatoria al III Congreso del Partido. Solamente ella podrá esclarecer la situación, resolver prontamente los conflictos, reconducir la lucha al cuadro que debe ser el suyo (…) Nos dicen: el Congreso conducirá a la ruptura. Pero ¿por qué? Si la minoría permanece intransigente en sus tendencias anarquistas, si está lista para la escisión en lugar de someterse al partido, quiere decir que ya está desligada de hecho… Pero nosotros no admitimos la posibilidad de una ruptura. Frente a la fuerza efectiva del partido organizado, los elementos de la tendencia anarquista deberán y, pensamos, sabrán, inclinarse.” [27]
Lenin y la unidad del partido
Lenin atacó violentamente a todos los que afirmaban que la unificación con los mencheviques en un mismo partido no fue más que una maniobra. Durante el mismo Congreso, proclamó:
“No es verdad que apoyé al camarada Vorobjev, que dice que los bolcheviques y mencheviques no podrían trabajar en común en un mismo partido. No apoyo en nada una afirmación de este género y no participo de semejante opinión.”[28]
Una vez más, la relación dialéctica entre la lucha de Lenin para la clarificación política y su lucha por la unidad organizativa fue puesta en evidencia. Él llevaba la lucha política a sus límites más agudos, pero defendía simultáneamente el más estricto respeto a la disciplina del partido por parte de los bolcheviques, aun cuando ellos eran ahora la minoría.
La primera prueba real de la ‘unidad del partido’ debería producirse bien temprano, después del Congreso de Unificación en Abril de 1906, cuando el POSDR tuvo que tomar posición respecto de las elecciones para la Duma. Los mencheviques, convencidos del papel dirigente de la burguesía en la revolución, se pronunciaron a favor de un acuerdo electoral con el partido burgués de los Cadetes. Lenin afirmaba:
“Tolerando bloques con los Cadetes, los mencheviques nos demostraron definitivamente su verdadera visión: son el ala oportunista del Partido Obrero”[29]
Pero ¿dedujo Lenin de esto que era necesario trabajar para la escisión con los mencheviques? ¡De ningún modo! El consideraba la necesidad de una lucha fraccional de principio, en cuyo desarrollo reclamaba de los bolcheviques un estricto respeto a la disciplina, incluso siendo una minoría:
“Llevaremos la lucha ideológica, la más larga, la más implacable y debemos todavía ampliarla contra las alianzas con los Cadetes. Una cuestión se plantea: ¿cómo combinar esta lucha ideológica implacable con la disciplina del partido del proletariado? … En lo que respecta al principio, ya definimos más de una vez nuestro punto de vista sobre la importancia de la disciplina en un partido obrero. Unidad en la acción, libertad de discusión y de crítica, esa es nuestra definición. Esta disciplina es la única digna del partido democrático de clase de la vanguardia… Después de la decisión de los órganos competentes, todos nosotros, miembros del partido, actuamos como un solo hombre. Un bolchevique, en Odessa, deberá colocar tal vez una cédula portando el nombre de un Cadete dentro de la urna, a pesar de que esto le resulte repugnante…”[30]
No se podría definir mejor los principios de organización leninista. Lenin no fomentaba para nada escisiones por un espíritu más o menos revisionista, o sobre la base de ‘inevitables’ resultados futuros de posiciones adoptadas por tales corrientes hoy. Lo que era necesario, a sus ojos, era combatir las posiciones manifiestamente falsas en el seno del partido, hasta el momento en el que los camaradas acusados por tales errores los hubiesen corregido, o la lógica de sus posiciones los hubiera colocado irrevocablemente, en la acción, en el campo del enemigo de clase, fuera del campo del proletariado por ocasión de acontecimientos históricos como el ocurrido en 1914. Es exactamente la misma actitud que adoptó Trotsky en su lucha contra el Comintern entre 1923 y 1933. Eso implica una lucha práctica en el seno del partido, al mismo tiempo que la aceptación de una absoluta disciplina en la acción para conservar la unidad del mismo.
La política proletaria disciplinada triunfó. En el V Congreso del partido, en 1907, los bolcheviques conquistaron la mayoría a costa de los mencheviques. Desde que aquello quedó claro, los mencheviques se apresuraron de nuevo a romper. Como antes de 1903, Lenin opone la disciplina proletaria de los bolcheviques y la aceptación, de su parte, de la unidad del partido, a las actividades rupturistas de los mencheviques.
Las divergencias sobre las elecciones que explotaron en 1905 eran el preludio de la gran lucha final entre las dos fracciones, que alcanzaría su punto culminante en una verdadera escisión de los bolcheviques y los mencheviques en dos partidos separados. El fondo de esta lucha fue el terrible período de reacción en Rusia, comenzando por el golpe de Estado de Stolypin en 1907: disolución de la Duma, prisión a los diputados socialdemócratas bajo la acusación de ‘conspiración’, e introducción de una nueva ley electoral absolutamente reaccionaria. Las organizaciones obreras fueron dispersadas. Los PROGROMS anti-semitas fueron desencadenados, la prensa fue asfixiada. Una campaña de represión y tortura fue puesta en marcha. Se extendió una ola de desmoralización masiva que se abatió sobre la clase obrera y sobre los revolucionarios.
¿Qué actitud tomar frente a esta nueva situación? La cuestión fue inicialmente debatida en el V Congreso del POSDR, en julio de 1907. Los bolcheviques gozaban entonces de una mayoría en el partido en lo que respecta a sus posiciones fundamentales – análisis del papel dirigente de la clase obrera en la revolución, rechazo de toda alianza electoral con los Cadetes, llamamiento a la conformación de un gobierno provisional revolucionario, etc. Mientras tanto, una divergencia táctica importante surgió en sus propias filas respecto de la cuestión de la participación o boicot en las elecciones para la nueva tercera Duma. El Congreso votó a favor de la participación. Pero esta mayoría fue el resultado de un bloque entre mencheviques, del Bund judío, de los poloneses (el partido de Rosa Luxemburgo), de un solo voto del partido Letón y de un solo voto bolchevique – el de Lenin.
Después del Congreso del Partido, se tornó cada vez más claro que la división entre los bolcheviques no representaba una divergencia táctica menor, que pudiese contenerse en el seno de una sola fracción sobre principios, sino que implicaba un análisis totalmente diferente de la situación en Rusia y la situación del Partido. Si bien es cierto que tales divergencias eran compatibles con la militancia en un mismo partido, eran incompatibles en el seno de una misma fracción. En el curso de la lucha, Lenin formuló con una precisión clásica la diferencia entre un partido y una fracción:
“Entre nosotros, el bolchevismo está representado por la fracción bolchevique del partido. Pero una fracción no es un partido. Al interior de un partido puede encontrarse toda una gama de opiniones diversas cuyos extremos pueden ser contradictorios… Pero dentro de una fracción, las cosas son diferentes. Una fracción es un grupo fundado sobre la unidad de pensamiento cuyo objetivo primero es influenciar al partido en una dirección bien determinada y hacer que el mismo adopte sus principios de la forma más pura. Para eso, una verdadera unidad de pensamiento es indispensable. Cualquiera que quiera comprender cómo se plantea el problema de las divergencias internas en el seno de la fracción bolchevique, debe tener en cuenta que la unidad de la fracción y la del partido no requieren de nosotros las mismas exigencias.”[31]
El resultado fue claro. Bogdanov, partidario del boicot, fue excluido de la fracción bolchevique. Pero la exclusión ilustra claramente la diferencia entre un partido y una fracción. Ilustra también el hecho de que no existía, en ese momento, un partido bolchevique. Pues los bolcheviques afirmaron sin equívoco que Bogdanov continuaba siendo miembro del partido, de pleno derecho, del POSDR:
“Nadie pretende atentar contra sus responsabilidades en el Partido, y ellas no fueron evocadas aquí. Hicimos una ruptura de fracción, no de partido. Nuestra asamblea no es competente para decidir las responsabilidades del partido.”[32]
Construir el partido
A través de toda lucha, los bolcheviques, lejos de procurar dividir el partido, reclamaban que se pusiera fin a toda tentativa irresponsable de ese tipo. De hecho, una de las acusaciones lanzadas contra Bogdanov fue precisamente la de que él procuraba efectivamente una escisión en el partido. Lenin recuerda la larga historia de la lucha de los bolcheviques contra una escisión desde 1903:
“No se trata de ningún modo de abolir las divergencias tácticas que nos oponen a los mencheviques. Llevamos y llevaremos adelante una lucha sin compromiso contra los desvíos de los mencheviques en relación con la línea Socialdemócrata revolucionaria… Tampoco se trata, de ningún modo, de disolver la fracción bolchevique dentro del partido… La fracción bolchevique, en tanto corriente ideológica ben determinada al interior del partido, debe continuar como en el pasado… en tanto defensores consecuente y firme de los principios del partido, los bolcheviques tienen ahora una tarea extremadamente importante: hacer participar de la edificación del partido a todos los elementos que son capaces… para salvaguardar y reforzar al POSDR, tal es la tarea fundamental a la cual todo debe estar subordinado” [33]
Lejos de favorecer una escisión con los mencheviques, Lenin militaba en favor de una alianza con todos los mencheviques dispuestos a apoyar al partido. Llamó a los miembros del partido a dar apoyo a una ‘reunificación de los elementos pro-partido, de todas las fracciones y de todos los grupos del partido, y antes que nada a bolcheviques y mencheviques pro-partido.’[34]
La lucha contra los partidos del boicot fue relativamente limitada en la amplitud y en el tiempo. En la primavera de 1908 ellos ya se habían convertido en una minoría en Moscú y Petrogrado, desarrollándose una lucha mucho más importante contra las tendencias en el seno de los mencheviques. Sin abandonar sus posiciones políticas de principio – concernientes al papel dirigente de la burguesía en el seno de la revolución y al propio hecho de las alianzas electorales con los Cadetes – los mencheviques se dividieron sobre la cuestión del sostenimiento de un partido ilegal. Los ‘mencheviques pro-partido’ dirigidos por Plekhanov, estaban a favor del sostenimiento del POSDR. Los ‘mencheviques liquidadores’ estaban por terminar con el POSDR, buscando la legalidad a cualquier precio.
Confrontando con esta decisión concerniente a la propia existencia del partido, Lenin actuó de nuevo aplicando su concepción sobre la diferencia entre un partido y una fracción. No podría reunificarse políticamente con ninguna fracción menchevique. Pero, organizativamente, los ‘mencheviques pro-partido’ permanecieron en el seno del partido. Contra la amenaza que los liquidadores hacán pesar sobre la propia existencia del partido, Lenin milita a favor de una alianza de principios con los primeros:
“Plekhanov nunca fue un bolchevique. No pensamos que sea un bolchevique y jamás lo consideraremos como tal. Por el contrario, lo consideramos un menchevique pro-partido… Pensamos que es el deber de todos los bolcheviques hacer lo posible para acercarse a tales Socialdemócratas.” [35]
Lenin resumió la situación cuando afirmó que el año 1910 estuvo caracterizado por un ‘trabajo llevado en buena armonía por mencheviques pro-partido y bolcheviques’.[36]
La tarea de los bolcheviques y mencheviques pro-partido para volver a consolidar el POSDR ilegal estaba terminada a fines de 1911. Fue formalmente concluida por la realización del VI Congreso del Partido, en Praga, en Enero de 1912. A raíz de este Congreso, no hubo escisión política con los mencheviques en cuanto tales – por el contrario, como vimos, Lenin trabajó para que este Congreso reuniese bolcheviques lado a lado con una sección de los mencheviques. La escisión no se refería a aquellos que defendieran posiciones políticas mencheviques, sino a aquellos que rehusaran aceptar la existencia ilegal del POSDR.
Las conclusiones de Trotsky
Si bien es cierto que las condiciones de construcción de partidos revolucionarios cambiaron considerablemente después de la revolución rusa de 1917, el estudio de la historia del bolchevismo no pierde importancia como laboratorio clásico de esta construcción, de donde todas las tendencias intentan sacar conclusiones. La cuestión de saber si el bolchevismo apareció como partido desde 1903 con ocasión del II Congreso del POSDR – o si por el contrario, era una fracción dentro del POSDR hasta 1912 – ocupa un papel importante en la lucha entre Trotsky y la burocracia estalinista en ascenso.
Para poder llevar adelante su campaña contra el ‘trotskismo’, la burocracia debía presentar a Trotsky como el adversario más resuelto de Lenin. Además de publicar innumerables veces las críticas hechas por Lenin a Trotsky antes de 1917, la burocracia inventó el mito de que después de 1903, Lenin y Trotsky no solamente habían sido miembros de diferentes fracciones, sino miembros de dos partidos diferentes. Partiendo de las deformaciones ya contenidas en la ‘Historia del Partido Bolchevique’ de Zinoviev, hasta las falsificaciones delirantes de la ‘Historia del PCUS’, de Stalin, se repitió el mito de que los bolcheviques se constituyeron como partido separado a partir de 1903. Para crear este mito, toda la historia del bolchevismo tuvo que ser deformada y falsificada en la campaña contra Trotsky. Es paradójico y triste constatar que algunos autodenominados ‘trotskistas’ sectarios basen hoy sus argumentos en estas mismas fuentes anti-trotskistas de la burocracia soviética.
En lo que respecta a Trotsky, él se apoyó igualmente sobre el estudio de la historia del bolchevismo con un doble objetivo. En primer lugar, desenmascarar las falsificaciones estalinistas de la Historia, particularmente en ‘La revolución traicionada’ y en su testimonio frente a la Comisión Dewey. En segundo lugar, y más importante, Trotsky utiliza la experiencia del bolchevismo con el fin de determinar su propia posición en el curso de la lucha contra el estalinismo en el seno de la Internacional Comunista y después en la construcción de la IV Internacional. Adoptó completamente la posición de Lenin, de combinar la lucha intransigente por sus posiciones políticas con el combate por la unidad de la Internacional, en tanto esta no había pasado definitivamente a posiciones hostiles al proletariado, con acontecimientos de amplitud histórica comparables a los del 4 de Agosto de 1914. El documento adoptado con ocasión de la primera Conferencia de la Oposición de Izquierda Internacional afirma:
“La oposición de Izquierda Internacional se considera como fracción de la Internacional Comunista, de la misma manera en que sus diversas secciones se consideran fracciones de los PC’s nacionales. Esto significa que la Oposición de Izquierda no considera como definitivo el régimen organizativo creado por la burocracia estalinista… Que una política tal sea la única justa en las condiciones actuales está confirmado tanto por el análisis teórico como por la experiencia histórica”
“Si bien es cierto que las condiciones particulares de Rusia llevaron al bolchevismo a la ruptura definitiva con los mencheviques, en 1912, el Partido bolchevique continuó formando parte de la II Internacional hasta el fin de 1914. Fue necesaria la lección de la 1era Guerra Mundial para plantear la cuestión de una nueva Internacional, fue necesaria la Revolución de Octubre para construir esa nueva internacional.”
“Una catástrofe histórica tal como el aplastamiento del Estado soviético se llevaría evidentemente con ella a la Internacional. Igualmente, la victoria del fascismo en Alemania y el aplastamiento del proletariado alemán difícilmente permitirán que la Internacional Comunista sobreviva a los resultados de su política desastrosa. Pero quién, dentro del campo de la revolución, osa afirmar actualmente que no se puede evitar ni prevenir el desmoronamiento del poder soviético… Permaneciendo sobre el terreno de la Revolución de Octubre y de la III Internacional, la Oposición de Izquierda rechaza la idea de partidos comunistas paralelos”.[37]
Cuando en 1933 la Internacional Comunista traicionó efectivamente la causa del proletariado alemán e internacional, Trotsky – siguiendo nuevamente el ejemplo de Lenin – se pronunció a favor de una ruptura definitiva con el Comintern y por la formación de una nueva Internacional. El método que utilizó para, al mismo tiempo, rechazar la ruptura con la Internacional Comunista antes de semejante traición, y pronunciarse firmemente a favor de una tal ruptura después de que tal traición se había producido, demuestra hasta qué punto había asimilado completamente las lecciones históricas del bolchevismo. Defendemos hoy los mismos principios de organización.
Sin dudas es imposible ampliar mecánicamente las posiciones y conclusiones de una situación histórica a otra. Pero el análisis histórico porta, con todo, uno de los elementos esenciales de la materia prima sobre la cual se fundan la teoría y la práctica revolucionaria. El análisis concreto de una situación concreta se efectúa con la ayuda de conceptos que se forjan, en gran medida, a la luz de la experiencia histórica.
Demostrar que las divergencias que separan hoy a los revolucionarios son cualitativamente inferiores de aquellas que Lenin y Trotsky consideraran como compatibles en un único partido, significa que las divisiones organizativas que se fundan o que se justifican por tales divergencias no reflejan ninguna ‘firmeza teórica bolchevique’, sino por el contrario, una debilidad organizativa sectaria. El estudio de la historia del bolchevismo forma parte orgánica de la lucha para que los revolucionarios superen su sectarismo organizativo infantil y coloquen su práctica en conformidad con la realidad política de la lucha de clases y de la teoría marxista.
Notas:
(1) Lênin – Oeuvres, tome 7, pp 366/7.
(2) Lênin – Collected Works, vol. 34, pp 246.
(3) Lênin – Oeuvres, tome 17, pp 268.
(4) Lênin – Oeuvres, tome 17, pp 468.
(5) Lênin – Oeuvres, tome 17, pp 487.
(6) Lênin – Oeuvres, tome 17, pp 228.
(7) Lênin – Oeuvres, tome 17, pp 228.
(8) Lênin – Oeuvres, tome 11, pp 332-3.
(9) Lênin – Collected Works, vol. 21, pp 16.
(10) Lênin – Collected Work, vol. 21, pp 38.
(11) Lênin – Collected Works. Vol. 21, pp 444.
(12) Resolução do Primeiro Congresso da Internacional Comunista sobre a Conferência de Berna dos partidos da II Internacional.
(13) Leon Trotsky – É necessário construir Partidos Comunistas e uma nova Internacional.
(14) Leon Trotsky – E agora?
(15) Leon Trotsky – É impossível permanecer na mesma Internacional com Stalin.
(16) Leon Trotsky – Alemanha, a chave da situação internacional.
(17) Leon Trotsky – Por uma Frente Única Operária contra o fascismo.
(18) Leon Trotsky – É necessário construir Partidos Comunistas e uma nova Internacional.
(19) Leon Trotsky – As frações e a IV Internacional… in Oeuvres, tome 6, pg. 271.
(20) Lênin – Collected Works, vol. 6, pg 177
(21) Lênin – Collected Works, vol. 7, pg 320.
(22) Lênin afirma: “0 crescimento e a extensão do movimento revolucionário, sua penetração em profundezas cada vez maiores no seio das diversas classes e camadas sociais, fazem necessário o nascimento incessante (e isto é o melhor) de novas tendências e nuances (Oeuvres, tome 8, p. 161).
A compreensão do fato de que as tendências e frações não são necessariamente representantes de classes distintas do proletariado foi sublinhada por Trotsky: “0 surgimento de frações é inevitável mesmo no partido mais maduro e harmônico, a partir do momento em que ele estende sua influência a novas camadas; devido ao aparecimento de novas questões; às viradas bruscas que se produzem na situação; à que a direção possa cometer erros, etc. etc” (Leon Trotsky – Trotskysmo e o PSOP” in Writings of Leon Trotsky 1938/39, 1ª ed. pg 129).
Lênin constata em uma passagem, de maneira mais geral: “….que a tendência ao sectarismo organizativo, à realização de cisões precipitadas e irresponsáveis, é o produto evidente do “espirito de círculos”. As tradições do espírito de círculos nos legou cisões extraordinariamente fáceis e uma aplicação extraordinariamente zelosa desta regra”.
(23) Lênin, Oeuvres, t. 8 p.
(24) Lênin, Oeuvres, t. 8, p. 127.
(25) Lênin, Oeuvres, t. 7, p. 434.
(26) Lênin, Oeuvres, t. 7, p. 185.
(27) Lênin, Oeuvres, t. 7, p. 477.
(28) Lênin, Oeuvres, t. 8, p. 439/40.
(29) Lênin, Oeuvres, t. 8, p. 447.
(*) Perseguições abertas contra os judeus na Rússia.
(30) Lênin, Werke, Band 10, p. 23 (nossa própria tradução).
(31) Lênin, Werke, Band 10, p. 310.
(31) Lênin, Oeuvres, t. 11 – p. 329.
(32) Lênin, Oeuvres, t. 11 – pp. 329/30, 332/3.
(33) Lênin, Oeuvres, t. 15 – pp. 460.
(34) Lênin, Oeuvres, t. 41 – p.420.
(35) I.ênin, Oeuvres, t. 15 – p. 464, 466.
(36) Lênin, Obras, t. 16, p. 102.
(37) Lênin, Obras, t. 16, p. 272.
(38) Lênin, Obras, t. 17, p. 29.
(39) Os Congressos da IV Internacional – O Nascimento da IV Internacional 1930/1940 – pp. 63-64, Paris, Editions Le Brèche, 1978.
http://www.insurgencia.org/wp-content/uploads/2013/11/Partido-ou-Fra%C3%A7%C3%A3o.pdf