Entrevista exclusiva con Antonis Davanellos, dirigente de Unidad Popular y de Izquierda Obrera Internacionalista (DEA)

Por International Socialist Review

Traducción de Valentín Huarte

Hace menos de un año, en enero de 2015, Syriza (Coalición de la Izquierda Radical) asombró al mundo entero derrotando a los partidos burgueses tradicionales de Grecia y formando un nuevo gobierno basado en un programa para resistir y dar marcha atrás con el régimen de austeridad impuesto en 2010 por la infame Troika (FMI, BCE y CE).

Pero en el curso de un mes, el líder de Syriza y primer ministro griego Alexis Tsipras, junto a su equipo de negociación, se echaron atrás, firmando el 20 de febrero un acuerdo que llevaba a Grecia a aceptar mayores recortes de austeridad y, sin garantías de asistencia financiera por parte de los prestamistas europeos, a suspender y someterse a la revisión europea de todas las medidas domésticas diseñadas para aliviar la carga de la austeridad. La vía de Tsipras hacia la capitulación produjo una ola de ira y debate al interior de Syriza, mientras el ala izquierda – agrupada principalmente en la Plataforma de Izquierda – presionaba fuertemente en contra de la súbita retirada. Distanciándose crecientemente y marginalizando al ala izquierda del partido, Tsipras finalmente consiguió un acuerdo con los prestamistas el 12 de julio, asegurándose rápidamente la mayoría parlamentaria. El tercer memorándum requiere que Grecia imponga un recorte aún mayor sobre el gasto social y las jubilaciones, como así también la privatización de recursos estatales por el valor de $50.000 millones.

La capitulación de Tsipras produjo un éxodo de gran parte de la izquierda de Syriza – que alcanza al 40 por ciento de los miembros – muchos de los cuales formaron una nueva coalición anti-austeridad llamada Unidad Popular, con apoyo de la Plataforma de Izquierda bajo el liderazgo de Panagiotis Lafazanis, la DEA y otras agrupaciones. Deseando consolidar rápidamente su posición, Tsipras llamó a las elecciones presidenciales para el 20 de septiembre, dejando apenas unas semanas para que la Unidad Popular se preparara y organizara para la campaña. En parte como resultado de esto, y por otras razones que abordaremos a continuación, Tsipras obtuvo una amplia victoria, ganando el 35.5 por ciento del voto y 145 bancas en el parlamento – sólo cinco menos que en enero – mientras que la Unidad Popular no alcanzó el umbral del 3 por ciento requerido para ganar bancas parlamentarias. Sin embargo, es necesario señalar también que la abstención en estas elecciones fue del 44 por ciento, superando el 36.4 por ciento de las elecciones de enero y consolidándose como el porcentaje de abstención más alto desde el fin de la dictadura en 1974.

Antonis Davanellos, dirigente de Izquierda Obrera Internacionalista (DEA) que formó parte de Syriza, en la actualidad referente de Unidad Popular, analiza el auge y la caída de Syriza y las tareas de la izquierda revolucionaria hoy en Grecia. Fue entrevistado a principios de Octubre por Ahmed Shawki, del comité editorial de ISR (International Socialist Review) – Los editores

 

¿Qué lecciones deberíamos extraer de la experiencia de Syriza y del rol que la izquierda jugó en su interior?

 

Estamos viviendo tiempos muy difíciles: se trata del colapso de un proyecto – Syriza – a cuya construcción la izquierda dedicó mucho esfuerzo. También se trata de tiempos difíciles para la izquierda que dejó Syriza para crear Unidad Popular, que fue derrotada en las últimas elecciones. En tiempos como estos, muchos camaradas inexpertos pueden caer en la idea de que todo está perdido. En tiempos como estos, algunos sectarios aprovechan la oportunidad para afirmar que el esfuerzo empeñado en crear y construir Syriza constituyó un error desde el inicio, que era dañino para el movimiento y para la clase trabajadora desde su comienzo. Pero eso no es cierto. Estamos muy felices, y en realidad muy orgullosos, del rol que jugamos desde el período de creación de Syriza en 2004 hasta su victoria electoral en enero de este año.

Syriza fue el producto concreto de la lucha de clases en Grecia y el gran esfuerzo de una parte de la izquierda griega para resistir al neoliberalismo y a la austeridad. Fue también un producto del movimiento antiglobalización, como así también del movimiento antiguerra, que tomaron proporciones inmensas en Grecia. Mientras esta lucha en las calles y en los lugares de trabajo se desarrollaba, se volvió cada vez más claro que se trataba de una lucha política, que necesitábamos una herramienta, una coalición o un partido, para continuar la lucha políticamente. La respuesta a esta necesidad fue Syriza. Desde el comienzo jugó un rol que no se redujo al plano electoral, sino que cumplió un papel importante en la escalada de luchas y en la resistencia de las clases trabajadoras durante la crisis. Provocó una ola de esperanza en la clase trabajadora y en las masas populares, al mismo tiempo que produjo una ola de miedo en las clases dominantes. Quien no crea esto debería examinar la prensa tradicional de la burguesía durante ese período, y más recientemente durante el período previo a las elecciones de este año. La clase dominante ha hecho un gran esfuerzo para derrotar a Syriza.

Uno de los mayores logros de Syriza fue su rol en el desarrollo de una gran red de activistas de izquierda y militantes capaces de colaborar y actuar en conjunto, superando la fragmentación tan común en la izquierda de muchos otros países de Europa y América del Norte. Fuimos capaces de unificar a través de la lucha práctica y de la colaboración organizativa a una gran red de militantes y activistas conectados con el marxismo, el socialismo, y de construir las condiciones en las cuales es posible funcionar como una izquierda más unida. Esa red ha sido derrotada pero no destruida. La dimensión de la derrota no es clara todavía, pero esta red de activistas no ha sido vencida, y en los meses por venir continuará reagrupando y delineando un nuevo curso para la izquierda en Grecia. Esta es la razón por la cual pensamos que todo lo que hicimos durante la década pasada fue muy útil, por lo cual no nos arrepentimos.

De todas maneras, una vez aclarado esto, debemos decir que la creación y la participación en Syriza no se basó – para nosotros los revolucionarios – en una ilusión según la cual podíamos crear un partido homogéneo y unido con sectores reformistas o semi-reformistas, o con lo que generalmente llamamos sectores de izquierda centristas. Por esta razón participamos en Syriza de una manera particular y concreta. La decisión más difícil, aunque necesaria, que tomamos adentro de Syriza fue la de no disolver nuestra organización. Incluso durante el período en el cual Syriza se encontraba en su fase más izquierdista, cuando reinaba un fuerte sentimiento de unidad entre sus miembros – un sentimiento que compartimos – decidimos no disolver nuestra organización.

Jugamos un rol al desarrollar y elaborar las reglas de la unidad, pero al mismo tiempo no acordamos en disolver nuestra organización porque sabíamos que las diferencias políticas y estratégicas siempre pesan, y que hay momentos de la lucha de clases en los cuales estas diferencias pueden ser decisivas.

Mantuvimos nuestra propia organización no sólo para proteger y preservar nuestra propia integridad política, sino también la integridad política y la independencia de los militantes más radicalizados en Syriza que no formaban parte de la DEA. Al comienzo, en el momento en que la orientación de Syriza se inclinaba más hacia la izquierda, insistimos en la necesidad de organizar una oposición de izquierda, la Plataforma de Izquierda, adentro de Syriza. Esta fue la razón por la cual fuimos capaces de movilizar a las fuerzas de izquierda adentro de Syriza para reaccionar rápidamente y de manera decisiva a los compromisos de Tsipras durante los meses que siguieron a la victoria de enero. Un reconocido marxista europeo, creo que Perry Anderson, escribió en julio que el compromiso de Tsipras con la clase dominante y la dirección europea podía ser comparado con la traición de los socialdemócratas durante el siglo pasado, en 1914, cuando votaron en el Reichstag alemán los créditos de guerra. Del mismo modo, la posición de la oposición de izquierda al interior de Syriza puede ser comparada con el voto negativo de Liebknecht, que salvó el honor de la izquierda del partido en ese período.

Nuestra rápida respuesta no fue el producto de una noche ni de una semana de trabajo; fue el resultado de la lucha concreta en el interior del partido que desarrollamos junto a otros miembros de la Plataforma de Izquierda – una lucha que era pública y plenamente visible. Todos sabían que esta lucha se desenvolvía en el interior de Syriza hacía tres años. Debo remarcar que la prensa burguesa y los partidos burgueses en Grecia insistían repetidamente en que la precondición para que otorgaran su reconocimiento a Tsipras como jefe del Estado griego era la expulsión de la Plataforma de Izquierda.

Así que este fue el modo en que enfocamos nuestro trabajo en Syriza. No se trataba de una lucha fácil, pero el fruto de nuestro trabajo puede ser reconocido en diferentes niveles. Antes de Syriza, la izquierda griega estaba fragmentada y hegemonizada por el sectarismo. Nuestro trabajo en Syriza cambió esto. En un sentido, incluso la creación de Antarsya (Frente de la Izquierda Anticapitalista Griega) – una coalición de ultra-izquierda que se negó a ingresar a Syriza – es un resultado de este cambio. Antes de Syriza, Antarsya no existía: la NAR (Nueva Corriente de Izquierda) tenía su pequeño frente propio, el SEK (Partido de los Trabajadores Socialistas) también tenía su pequeño frente propio, y cada grupo en la izquierda revolucionaria trabajaba por separado, esperando el momento de conquistar la hegemonía. Así que para repetir: el desarrollo más importante desde la formación de Syriza consiste en la gran red de militantes y cuadros que surgió a lo largo de todo el país a partir de las luchas y de la confrontación política que la izquierda organizó en Grecia, y que podrían llegar ocupar un lugar muy importante en los meses por venir.

Mencionaste que la conformación de Syriza como un partido fue precedida de un periodo de trabajo común y de discusión ¿Podrías elaborar mejor esta afirmación, y decir algo acerca de las diferentes organizaciones y fuerzas que intervinieron en la formación de Syriza?

Syriza emergió del desarrollo de los movimientos antiguerra y antiglobalización, particularmente del Foro Social Griego y del enorme éxito de las movilizaciones que el Foro organizó durante la presidencia griega de la Unión Europea en 2003. Las protestas de masa durante la cumbre del G-8 en Génova en julio de 2001 iniciaron una gran discusión en el movimiento antiglobalización. La violencia del Estado era tan obvia que la cuestión de cómo proceder se volvió muy importante. En el momento, algunos sectores del movimiento volvieron diciendo: “Debemos continuar con las movilizaciones, pero sin violencia, sin provocar la acción del Estado”. Otra parte del movimiento comprendió – de manera correcta, según mi opinión – que el camino era transformar las movilizaciones, organizando la unidad política en la acción. Esta fue la base para la creación del Espacio para la Acción Común y el Diálogo de la Izquierda.

Todas las fuerzas que habían sido activas en el Foro Social Griego fueron parte de este diálogo. Synapsismos, un partido reformista anclado principalmente en la tradición eurocomunista, fue uno de los participantes. Este es un punto extraño. Es verdad que la tradición política de Synapsismos era eurocomunista, pero en realidad la mayoría de sus miembros venían del Partido Comunista de Grecia – estalinista de orientación soviética – luego de su ruptura en la década de 1990. Así que teníamos a Synapsismos, que era una corriente de eurocomunista de izquierda, AKOA (Renovación de la Izquierda Comunista Ecologista), algunas organizaciones movimentistas y nosotros – DEA. Por último, hay que agregar a KEDA, una pequeña organización que venía del Partido Comunista, con algunos dirigentes históricos del partido, quienes también participaron del diálogo en su momento.

A partir de esas discusiones se creó la primera formación unitaria de Syriza. El éxito del primer período llevó a su crecimiento. La organización maoista KOE (Organización Comunista de Grecia) se incorporó. La sección griega del Comité para la Internacional de los Trabajadores (CWI) ingresó, pero salió rápidamente. La Red por los Derechos Políticos y Civiles creó un grupo político y participaron a través del mismo en Syriza.

Durante muchos años, Syriza funcionó como una coalición de organizaciones. Pero en el desarrollo de nuestra lucha se volvió claro que necesitábamos locales comunes de la organización y un funcionamiento también común. La DEA participó en la elaboración de las reglas que transformaron a Syriza en algo más que una coalición de organizaciones. Como resultado de estos desafíos, Syriza se volvió una organización unitaria basada en el principio de que todos los miembros de la organización se convertían ahora en miembros del nuevo partido, cuyo principio orgánico era “un miembro, un voto”. La toma de decisiones se basaba en la regla de la mayoría, requiriendo las decisiones importantes de una mayoría de dos tercios. Para llegar a este punto fue necesario construir confianza entre todos. No fue hasta las elecciones de 2012 que las nuevas reglas entraron en vigencia. La primera conferencia de Syriza se desarrolló en 2013, casi diez años después de su fundación. Hasta ese entonces, Syriza preparaba conferencias, pero no constaba de una membresía con derecho a voto – luego de las discusiones, las decisiones se tomaban por consenso entre las organizaciones participantes.

Así se inició la marcha hacia el partido unitario. En esa conferencia de 2013, Tsipras generó mucha presión sobre la DEA para que se disolviera. Nos negamos. Todas las otras organizaciones aceptaron – en un sentido, de manera sincera, pero no tanto en otro: disolvieron sus organizaciones públicamente, pero en realidad no lo hicieron.

¿Cómo empezó a darse la discusión entre la idea del gobierno obrero y el proyecto de un “gobierno de la izquierda”?

Estos desarrollos fueron producto de la lucha de clases en Grecia. Entre 2010 y 2012 hubo una gran escalada de resistencia de los trabajadores y de las masas populares. Esta resistencia tuvo momentos con niveles muy altos de confrontación con el gobierno y el Estado. Los manifestantes fueron atacados en frente del parlamento, confrontados con la fuerza bruta de los cuerpos especiales de la policía y otras unidades represivas especializadas, incluyendo gas lacrimógeno y bombas de estruendo. A través de esta experiencia, se volvió obvio que para proteger a la clase trabajadora y los derechos sociales era necesario derrocar al gobierno, y para esto necesitábamos responder a la pregunta: ¿Qué sigue luego del memorándum del gobierno? Las discusiones al interior de Syriza produjeron la respuesta: un “gobierno de la izquierda”. No estaba claro qué significaba en ese momento. Aceptamos esta perspectiva, tratando de poner en práctica la tradición del Cuarto Congreso de la Tercera Internacional Comunista. Vimos en la propuesta de un gobierno de izquierda un proceso de escalada en la lucha de clases – no el fin ni la meta de dicha lucha, sino más bien una táctica transicional hacia el socialismo. Sabíamos que la mayoría en Syriza no veía las cosas de esta manera, pero la única forma de participar en este movimiento y en su desarrollo era concreta: estar adentro y luchar por nuestras ideas, por nuestra política y nuestras perspectivas.

¿Cómo explicas la capitulación de Tsipras frente a los acreedores? ¿Fue forzado a ello, tal como argumentan algunos sectores?

 

Muchos camaradas en el terreno internacional no conocen los detalles de la situación y piensan que Tsipras hizo todo lo posible para resistir a la presión de los dirigentes europeos para que firmara un nuevo memorándum de austeridad. Según esta versión, Tsipras aceptó el Tercer Memorándum principalmente porque los dirigentes europeos, el FMI y la Troika lo chantajearon. Pero las cosas no son así. El plan acordado en la primera conferencia de Syriza era detener la austeridad y derrotar el memorándum. Esto fue explicitado en el Programa de Tesalónica. El programa contenía medidas concretas que prometimos poner en marcha inmediatamente y de manera unilateral luego de ganar las elecciones, sin esperar a las discusiones y negociaciones con la Unión Europea. Tal como Tsipras dijo en su momento, la única discusión y negociación con Europa sería la referida a la deuda.

Este plan tenía muchas dificultades, pero también algunas cosas buenas. De todas maneras, no puede ser evaluado de forma adecuada porque la dirección alrededor de Tsipras nunca lo puso en práctica. Podría suponerse que la dirección de Tsipras resistió a la alianza de la clase dominante griega y a las instituciones internacionales si luego de las elecciones de enero hubiera aumentado los salarios, las pensiones mínimas, protegido los hospitales públicos y las escuelas, y detenido las privatizaciones – todas cosas que habíamos prometido en el programa. Si este hubiese sido el caso, estamos seguros de que una gran alianza popular de la clase trabajadora podría haber sido organizada con el fin de proteger al nuevo gobierno contra el chantaje de los prestamistas. Pero desde el comienzo, el enfoque de Tsipras se basó en la esperanza de que un compromiso negociado entre el gobierno, la clase dominante griega y las instituciones internacionales podría ser alcanzado

Quiero hacer un comentario sobre la cuestión del chantaje. Los bancos fueron el principal instrumento en esta táctica. A comienzos de julio, la principal amenaza del Ministro de Finanzas de Alemania, Wolfgang Scäuble, fue: “Si no aceptan el Tercer Memorándum, los dejaremos solos, los bancos colapsarán y su propia gente se movilizará para derrocarlos” ¿Cómo llegamos a este punto? Luego de las elecciones de enero, buscando un compromiso con la clase dominante griega, el dirigente del ala derecha de Syriza, Yanis Dragasakis, quien fue puesto a cargo del sistema bancario, facilitó una enorme fuga de capitales desde los bancos griegos hacia bancos internacionales, y también permitió esquemas de inversión neoliberales altamente especulativos. Luego de seis meses, la mayor parte del dinero que todavía se encontraba en los bancos griegos venía de ahorristas individuales, no tanto de empresas. Casi el 100 por ciento del efectivo en los bancos griegos en este punto consistía en pequeñas cuentas con menos de 10.000 euros. La gente rica había retirado su dinero. Durante el periodo en el cual esto estaba sucediendo, Dragasakis y el gobierno fallaron en alertar sobre este movimiento y nada se hizo para detener la hemorragia de fondos, lo cual dejó al gobierno en aprietos financieros y en una posición de debilidad en relación a los acreedores.

En segundo lugar, la gran ilusión de la dirección de Tsipras fue su convicción de que a través de la democracia, a partir de ganar el gobierno de un país pequeño a través de las elecciones, podría cambiar la línea de la Unión Europea en torno a cómo afrontar la crisis. Esta ilusión fue muy amarga, porque desde el principio Tsipras falló al no tomar ninguna medida concreta para oponerse a las intenciones de los europeos. Luego del primer acuerdo del 20 de febrero, estaba claro que Schäuble y la Troika preparaban el Tercer Memorándum. Sin embargo, Tsipras y Varoufakis firmaron el acuerdo, y continuaron pagando todas las partidas de la deuda sin adquirir ni un centavo de la Unión Europea. Estaba claro que al final de esta operación, con el último centavo del sector público griego otorgado a los prestamistas internacionales, un compromiso horrible se encontraba cada vez más cerca. Así que esta es la respuesta real a la cuestión de cómo Tsipras y su pequeño grupo “resistieron” o fueron “chantajeados”. Fue el fruto de ilusiones reformistas acerca de la posibilidad de encontrar un compromiso adecuado con la clase dominante griega, y también el fruto de una ilusión reformista hacia la Unión Europea.  

Debe decirse que a lo largo de todo este período la izquierda del partido peleó duramente para demandar que Tsipras pusiese en práctica todas las medidas concretas que nuestro programa prometía: implementar medidas unilaterales para alivianar el impacto de la crisis en Grecia, detener todos los pagos de deuda y nacionalizar los bancos. Estas eran las únicas medidas de defensa contra las demandas de la Unión Europea. No sólo adentro del partido, sino también de manera pública, decíamos que el enfoque de Tsipras llevaría a la derrota. Así que esta es la verdadera respuesta a la cuestión. La capitulación del 13 de julio no era objetivamente inevitable; no estaba escrita desde el primer momento; fue el resultado de la dirección política de Tsipras – una dirección basada en el diálogo y el consenso con la clase dominante griega y con las direcciones internacionales y europeas.

El resultado de esto fue el Tercer Memorándum. Es un desastre. Tsipras firmó un acuerdo que significa la continuación de políticas de austeridad muy duras, incluyendo nuevos ataques al sistema de pensiones con recortes muy altos, y una ola masiva de privatizaciones en áreas que hasta ahora nadie se había animado a tocar: aeropuertos locales, grandes puertos como el Pireo y Tesalónica, electricidad pública y agua. Es América Latina de nuevo – un momento de América Latina. Hoy los periódicos reportaron que el gobierno ha vendido una isla a la oligarquía rusa, y respondiendo a su petición, también han vendido el mar que la rodea. Ningún bote puede acercarse de manera legal a unas tantas millas de esta isla. Esto no es sólo una privatización – esto es una venta, y ese es el modelo que han aceptado.

En lo que refiere a la política internacional, hay algunos camaradas que están defendiendo a Syriza diciendo que Tsipras ha sido honesto al intentar llegar a un acuerdo y que no ha intentado lavarse las manos con lo mal que resultó. La verdad es que era una obligación para él decir esto porque la gente en Grecia entiende la naturaleza del acuerdo, y por lo tanto no queda lugar para decir que no se trata de un nuevo memorándum de austeridad. Esto es así porque desde el principio hubo al interior de Syriza una gran oposición. Ahora todo esto está cambiando. Puede verse a los cuadros de Syriza actuar como apologetas de estas medidas, argumentando que son las cosas correctas que deben hacerse en una situación como esta, y que incluso si la Troika no existiera, el gobierno estaría obligado a tomar decisiones difíciles. Desde las elecciones de septiembre no hay oposición anti-memorándum ni anti-austeridad en el interior del parlamento, con la excepción del Partido Comunista; volveré sobre esto para hablar de su política.

¿Cuál es la situación en Syriza desde la capitulación, la salida de la izquierda y las últimas elecciones?

Debe quedar claro y debe entenderse internacionalmente que lo que sucedió con Syriza no implica un simple cambio: Syriza colapsó. Syriza, como la conocíamos, no existe más. La gente debe entender que no se trata sencillamente de que la Plataforma de Izquierda haya dejado el partido. La Plataforma de Izquierda era muy importante porque disponía oficialmente del 33 por ciento de los miembros, pero todos comprendían que éramos más, cerca del 40 por ciento, y que era la parte más organizada y radical de la oposición al interior del partido. Pero no se trata solo de que la Plataforma de Izquierda se haya abierto.

Los camaradas deben comprender que el Secretario General del Partido, Tassos Koronakis, que fue tradicionalmente un miembro de la mayoría de Tsipras adentro del partido – por eso llegó a ese cargo – renunció. La mitad de los miembros elegidos del Secretariado del Comité Central de Syriza, el cuerpo electivo de mayor rango de la dirección de Syriza – seis de los doce miembros elegidos de este órgano, renunciaron y se fueron. Más del 50 por ciento de los miembros del Comité Central de Syriza renunciaron. Intelectuales reconocidos, tales como Christos Laskos, Andreas Karitzis, Yiannis Milios, personas que algún tiempo atrás fueron los mejores intelectuales de la mayoría de Tsipras – la gente que defendía la línea de Tsipras contra las críticas de la Plataforma de Izquierda – renunciaron. Algunos de ellos, como Milios, están peleando a nuestro lado ahora, y algunos otros, como Krisos Laskos, están intentando organizar otras formas de oposición a la política austeritaria de Syriza.

Luego de esta ruptura, lo que quedó del partido no puede funcionar como la vieja Syriza. Por ejemplo, luego de la ola de renuncias, no era posible para Tsipras organizar elecciones para el comité central. Así que creó un nuevo órgano, y lo llamó Órgano para la Responsabilidad Política. Este cuerpo no está en la constitución de Syriza, y es realmente una lista de gente elegida por Tsipras para tomar decisiones. No hay legalidad partidaria en ningún aspecto del funcionamiento del cuerpo. En realidad, el funcionamiento de Syriza ahora está basado en el liderazgo del gobierno. La única autoridad directiva es la oficina del primer ministro. No por azar el grupo alrededor de Tsipras encontró inmediatamente la oportunidad después de la ruptura para hacer ingresar en Syriza a conocidos socialdemócratas, gente que ha propuesto su membresía muchas veces antes, pero que el partido rechazó. Theodora Jakri se convirtió en la segunda ministra especializándose en industria. Ella y Markos Bolaris, quien ha sido traído también por la dirección de Syriza, eran ministros de gobierno afiliados al PASOK durante el periodo del primer memorándum e implementaron la primera ola de austeridad. Estos son signos de un gran viraje.

Para darte una idea de la atmósfera que domina hoy el interior de Syriza, puedo decir que la primera alianza entre Syriza y el partido populista de derecha ANEL fue presentada en enero como algo que Tsipras se vio obligado a decidir con el fin de ganar suficientes bancas en el parlamento para conformar el gobierno. En este caso no se está presentando como algo “obligado”; ahora es una gran amistad, y cualquiera que haya visto los besos entre Tsipras, Nikos Pappas y el dirigente de ANEL, Panos Kammenos, puede sentir la diferencia. Syriza es ahora otro partido tradicional.

 

¿Por qué Tsipras llamó a elecciones, y cómo explicas la victoria de Tsipras en las últimas elecciones después de todas sus traiciones?

Debes entender que Tsipras está diciendo que llamó a elecciones porque la Plataforma de Izquierda votó “no” a sus propuestas, quitándole la mayoría parlamentaria. Esto es parcialmente cierto. El gobierno no cayó por estos votos – Nueva Democracia y PASOK votaban con Tsipras y bastaba para contrarrestar los votos perdidos. Así que en algún sentido, había suficiente estabilidad parlamentaria. Tsipras llamó a elecciones porque sabía que no podría renovar su autoridad en el interior del partido. Decidió no sólo expulsar a la Plataforma de Izquierda, sino transformar todo el partido. Disolvió el partido para ganar su gobierno. Esa es la razón real, y esto es comprendido por casi todo el mundo, incluyendo a la gente que está adentro de Syriza en este momento – incluyendo a los ministros del gobierno.

Pero la pregunta permanece: ¿por qué ganó las elecciones? Una respuesta es obvia. La explicación más simple es que Tsipras en este momento no tenía oposición del régimen, de la clase dominante griega. Por el contrario, el régimen, a través de los medios masivos, apoyó a Tsipras en contra de la izquierda; no en contra de Nueva Democracia, sino en contra de la izquierda de su partido. Había una línea clara en este sentido en los medios masivos. Y es muy interesante el hecho de que esta maniobra de Tsipras para llamar a elecciones y resolver el problema del partido tuvo el apoyo de las instituciones internacionales. Merkel afirmó públicamente que las elecciones no eran parte del problema sino parte de la solución en Grecia. Así que Tsipras tenía el apoyo de los líderes internacionales y de la clase dominante griega.

Luego viene la cuestión de la velocidad con la que nuestro lado tuvo que reorganizarse y prepararse para las elecciones. Tuvimos veinte días para terminar con la ruptura, organizar un nuevo partido y organizar una campaña. No se trataba de un juego justo. Pero esa no es la respuesta real. La respuesta real es que septiembre de 2015 está muy cerca de enero de 2015, y eso significa que si bien las posiciones políticas de grandes partes de la población estaban cambiando, no lo hacían lo suficientemente rápido como para ser reflejadas en términos electorales. Así que una parte del éxito de Tsipras puede ser explicado por su presentación como representante de la continuidad de Syriza, una continuidad de enero, una continuidad de la confrontación con Nueva Democracia.

Existe otra explicación aún más importante. Cuando la mayoría de la población – la mayoría de la clase trabajadora y de las fuerzas populares – vio que Tsipras había firmado el memorándum, y que Syriza había colapsado, no tuvieron esperanzas en la posibilidad de derrocar el memorándum. Así que votaron con este criterio: ¿Quién impondrá el memorándum de manera menos violenta? El dilema real para gran parte de la población era: ¿Qué es mejor? ¿Tener a Tsipras aplicando el memorándum o tener a Vangelis Meimarakis, el líder de Nueva Democracia, haciendo lo mismo? Una gran parte de la población votó usando este criterio, temiendo que el retorno de Nueva Democracia pudiese resultar en una ola de venganza, de mayor austeridad y opresión, así que optaron por Tsipras. Hay muchos ejemplos de gente que nos decía: “Estamos orgullosos de lo que han hecho, estaremos con ustedes en las luchas que vienen, pero votaremos por Syriza”.

Una pequeña parte de la respuesta a la pregunta sobre por qué Tsipras ganó las últimas elecciones también tiene que ver con errores políticos concretos de la Plataforma de Izquierda, principalmente sobre la cuestión de qué línea tomar en relación a la confrontación con los líderes europeos y la posibilidad de una salida de la eurozona. En vez de enfocarnos en dar marcha atrás con la austeridad y con el Tercer Memorándum, el principal eje del de la campaña de Unidad Popular fue la necesidad de una salida de la eurozona y la adopción del drachma. Pero la cuestión de la moneda y de si Grecia rompía o no con el euro es secundaria, y por sí misma no es una solución a las condiciones de la crisis que enfrenta la clase trabajadora griega. La posición tomada por DEA sobre este tema fue expresada en una declaración conjunta que firmé junto a Olivier Besançenot del NPA en Francia y Miguel Urbán Crespo de Podemos en España:

Para nosotros, el punto más crítico es terminar con la política de austeridad, sea en el marco del euro – si la situación lo permite – sea afuera del mismo. No confundimos los medios con los fines – no somos partidarios de esta ni de aquella moneda – porque la cuestión real que se plantea ante nosotros es saber quién controla el sistema monetario. Que el sistema de crédito esté basado en una moneda nacional o europea no cambia mucho en tanto cualquiera de estas permanezca bajo la influencia de los grupos tradicionales de la especulación financiera que hacen sus propias leyes bancarias.

Si llamamos a una salida de la eurozona sin poner esto en relación con la cuestión de luchar contra la austeridad, entonces nuestros oponentes pueden señalarnos como los sostenedores de las peores condiciones para el pueblo griego. Los debates sobre si la salida de la eurozona fortalecerá a la economía griega planteados por fuera de la cuestión de quién domina esa economía – la clase dominante griega – llevan a un punto muerto. La DEA argumenta, como lo hace la declaración, que la cuestión de si Grecia permanece o no en la eurozona tiene que comenzar por una pelea contra la austeridad, y apuntar en una dirección clara hacia el socialismo.

¿Cuál ha sido la actitud del Partido Comunista Griego y de la coalición anticapitalista Antarsya en relación al trabajo conjunto con la Unidad Popular?

A lo largo de este periodo de crisis, el Partido Comunista Griego ha dicho a los trabajadores que no es posible cambiar el balance de fuerzas en este momento. No podemos ganar, argumentan, entonces ¿qué podemos hacer? Votar con cuidado, votar por el Partido Comunista, argumentan, y cuando el partido se vuelva más fuerte, veremos. Esa es su verdadera línea, y alrededor de ese argumento están dispuestos a hacer cualquier cosa. En las elecciones, por ejemplo, el principal enemigo del Partido Comunista fue la Unidad Popular. Sus principales ataques, incluso en el parlamento, estaban dirigidos contra la Unidad Popular y contra Panagiotis Lafazanis, y no contra Tsipras y el nuevo memorándum. No creo que esto haya quedado claro a nivel internacional.

También diré algo sobre Antarsya. La ruptura en Syriza fue el resultado final de un largo período de debate y lucha, y todos estaban al tanto de la oposición de izquierda interior a Syriza y de la manera en la que combatía la capitulación de la dirección. Hubo un período sustancial de discusiones sobre las perspectivas de la izquierda en relación a este desarrollo. Durante meses estuvo claro para la dirección de Antarsya el hecho de que debían dar respuesta a la siguiente pregunta: ¿Qué debemos hacer si la izquierda de Syriza sale del partido?

Antarsya se rompió en el curso de este debate. Tuvieron una conferencia nacional, pero todos sabían de antemano cuál iba a ser el resultado. Alrededor de un tercio de Antarsya estaba a favor de unirse con la izquierda unida, y la mayoría de dos tercios – principalmente NAR, SEK y OKDE (Organización de Comunistas Internacionalistas) dijo: “No, debemos continuar marchando de manera separada y presentarnos en las elecciones como Antarsya” Está claro que si hubiésemos tenido una intervención unitaria en las elecciones, la discusión ahora sería completamente diferente, porque con las fuerzas combinadas de la Unidad Popular y Antarsya, estaríamos adentro del parlamento; tendríamos un grupo parlamentario que podría jugar un rol importante para organizar la resistencia afuera del partido. Eso era absolutamente posible, y pienso que todos los que actuaron en contra de esta perspectiva tienen la responsabilidad de reconocer el error.

¿Podrías decir algo sobre el peligro de los fascistas griegos, Aurora Dorada, que ganaron impulso como resultado del colapso y el apoyo a los partidos tradicionales, durante el rápido deceso del proyecto de Syriza?

 

Muchos camaradas a nivel internacional piensan que la crisis en la izquierda griega es una gran oportunidad para el partido nazi, Aurora Dorada. Hablando en términos generales, esto es correcto, pero insisto: hablando en términos muy generales. Lo que ha sucedido realmente es que la presencia de Unidad Popular fue un obstáculo importante para que Aurora Dorada ganara gente que estaba decepcionada con Tsipras. Esto no significa que todos los que se decepcionaron con Tsipras votaron por Unidad Popular. La mayoría de la gente decepcionada se abstuvo. Pero justamente porque la izquierda representó una oposición clara, no se generó una corriente hacia la derecha radical.

Pudo verse, por ejemplo, a Nikolaos Michaloliakos y a otros dirigentes de Aurora Dorada, hablar enfurecidos en contra de la Unidad Popular dado que estaban perdiendo una oportunidad en estas elecciones. El resultado fue que Aurora Dorada incrementó apenas un poco el porcentaje en las elecciones, pero no creció en número de votos. Esto puede ser explicado también por el hecho de que Aurora Dorada se encuentra en una crisis política y organizativa debido a las grandes movilizaciones anti-racistas y anti-fascistas que se generaron luego del asesinato del rapero Pavlos Fyssas. La inhabilidad de los nazis para crecer de manera significativa en un periodo como este se debe a todos los camaradas que participaron en las marchas que precedieron a las elecciones. Por ejemplo, debo remarcar que la solidaridad con los refugiados organizada por Syriza fue muy exitosa en influenciar la opinión popular, e incluso en suavizar la posición de los medios de la clase dominante que habían sido hostiles a los inmigrantes.

Los problemas políticos y organizativos de Aurora Dorada son problemas de orientación – ¿pueden construir una corriente militante dura que actúa militarmente en las calles por la noche y en pleno día, o deberían orientarse hacia la construcción de una ultra derecha radical con presencia electoral en el parlamento? Su mayor problema es organizativo, y se debe completamente a las movilizaciones anti-fascistas. No pueden movilizar gente al nivel en que podían hacerlo hace dos años. Han intentado convocar a grandes reuniones públicas y organizar ataques a los refugiados. Han fallado en ambos casos. Esas son buenas noticias, pero no significa que debamos ser auto-complacientes. Debemos continuar empujándolos hacia atrás y liquidarlos en la primera oportunidad que tengamos.

Mirando al futuro ¿Cuáles son las perspectivas para la izquierda en Grecia?

Hoy Tsipras está dando su discurso programático en el parlamento. No anticipamos ninguna sorpresa. Sabemos todo lo que dirá. Presentará un memorándum duro, y las jugarretas que realizaba antes de las elecciones se terminaron. Todos saben que no hay manera de suavizar los recortes en los salarios y las pensiones, el gran ajuste sobre la población, la gran austeridad que viene. Así que las trampas se terminaron. Presentará una política de austeridad. Desde nuestro punto de vista esto abrirá un período de confrontación entre el gobierno de Syriza y ANEL, y el movimiento de la clase trabajadora y la izquierda que insiste en la política anti-austeridad.

Cuán rápido llegaremos al momento de una confrontación decisiva, como la que vivimos en el pasado, con grandes huelgas generales, tomas, manifestaciones enormes, es algo impredecible. Tendremos que enfrentar la dificultad de que este es un nuevo gobierno, un gobierno que habla en nombre de la izquierda, un gobierno que está usando las imágenes de Syriza, las banderas, símbolos que la gente sabe que significan resistencia a la austeridad, y que ahora se transformarán en los símbolos de la imposición de la austeridad. Cuán rápido podremos deshacernos de esta dificultad, es algo que nadie sabe.

Incluso en este momento hay preparativos adentro de los sindicatos dirigidos por Unidad Popular para organizar la primera huelga general para fines de octubre. Creo que es una velocidad record. Pero no estoy seguro sobre si será el primer gran éxito, aunque abrirá un nuevo período. Al mismo tiempo, estamos tratando de organizar – en los barrios, en las escuelas, en los hospitales – comités de resistencia a la austeridad. Estamos haciendo el mismo trabajo que hicimos siempre y con los mismos métodos.

Otro elemento nuevo que emerge en esta situación es el hecho de que desde el día en que el gobierno de Tsipras empiece a aplicar las condiciones del memorándum, en mi opinión, se producirá un proceso de reagrupamiento de las fuerzas reales de la burguesía, y me refiero tanto a la derecha como a la socialdemocracia. No sabemos cuán rápido será, y no sabemos si esto incluirá a partes de Syriza. Una perspectiva de reagrupamiento de la centroizquierda socialdemócrata en Grecia dependerá de la dirección de Tsipras y de una parte de Syriza. Esto está muy claro para los cuadros socialdemócratas que siempre están ahí, incluso si no se encuentran en el gobierno o en el parlamento.

Mi última observación concierne a la situación de la izquierda afuera de Syriza. Los resultados de las elecciones no nos dieron suficientes votos para entrar al parlamento. Ganamos 2.86 por ciento, pero necesitábamos 3 por ciento. Con 7.000 votos más podríamos estar adentro del parlamento. Pero obtuvimos 155.000 votos. En estas circunstancias, fue demasiado poco, pero no es lo mismo que nada. Es una base para comenzar la movilización. Más importante que los votos es el hecho de que la Unidad Popular está reuniendo un potencial de varios miles de activistas y militantes – militantes organizados y activistas.

Habiendo dejado Syriza, no nos perdimos en el espacio. Hemos creado nuevas organizaciones locales y profesionales. Por supuesto, como toda nueva organización, esto significa que enfrentamos dificultades políticas y organizativas, desde disputas sobre nuestra línea hasta la falta de espacios de reunión y de trabajo. También problemas financieros. Pero tenemos dirigentes experimentados en muchos lugares, con buenos camaradas que saben cómo luchar y organizarse. Pienso que esta es la base. Nuestra decisión de luchar por esta base – luchar para hacerla mejor, para hacerla el centro de resistencia, y al mismo tiempo para que Unidad Popular crezca. Buscamos ganar camaradas – los que se fueron de Syriza, pero no se han unido a Unidad Popular debido a viejos desacuerdos y diferencias – en una acción y organización comunes.

Para volver a Antarsya: dijimos “ok, el fracaso para formar un frente electoral unitario pasó.” Ahora enfrentamos una situación nueva. Sería puro sectarismo si no actuamos juntos para formar un frente unido en contra de la austeridad. Este frente unido debería incluir también a miembros del Partido Comunista (me refiero a miembros, no a la dirección del KKE. Es imposible dialogar con los dirigentes actuales del Partido Comunista). Esa es nuestra orientación principal. Para reforzar esta orientación, DEA ha dedicado los últimos dos años a crear la Red Roja, primero adentro de Syriza, y ahora afuera. La Red Roja es una red de militantes y activistas que acuerdan en la misma orientación política sin necesariamente compartir el mismo suelo ideológico. Nosotros en DEA somos trotskistas, por ejemplo, mientras que la Red Roja no lo es. La Red Roja es una organización anti-capitalista y anti-fascista que lucha por derechos sociales y políticos. También es anti-sexista e internacionalista. Esto describe un tipo de politización y radicalización. La Red Roja marcha muy bien, por lo tanto nuestro método será el tradicional: reforzar la Red Roja, luchando junto a Unidad Popular, por la Unidad Popular, por la construcción de una alternativa a la traición del 13 de julio.

No sabemos todavía cuál va a ser el resultado. Por lo tanto, puedo decirles sinceramente a todos nuestros camaradas internacionales, que el fin de la historia de Syriza no ha sido escrito todavía. Así que no salten a las conclusiones, no escriban esa historia demasiado rápido. Pienso que la síntesis será escrita en el período por venir. Contará cómo la clase trabajadora y la izquierda amplia en Grecia, y cómo la izquierda que se fue de Syriza lidió con los esfuerzos de Tsipras y de su grupo dirigente para imponer una nueva ola de dura austeridad. Conoceremos el final de la historia al final de la historia, no ahora. Estamos en un momento muy difícil, pero la historia no ha terminado.

Debo insistir que en mi opinión personal, la crisis al interior de Syriza no ha terminado. Hay camaradas que han permanecido adentro de Syriza con ilusiones, esperando encontrar algún truco para hacerlo mejor. No creo que esta gente sea pro-memorándum, seguidores convencidos de la austeridad. Así que pienso que una nueva ola de salidas y renuncias está en frente nuestro, y estaremos listos para aceptar a todos estos camaradas con los brazos abiertos.

http://isreview.org/issue/99/left-after-syriza