1.
Creemos que hay elementos en la historia política de las izquierdas en Argentina y América Latina que ya abordaron esa revisión, que buscaron superar la distancia entre la izquierda y los movimientos populares de masas existentes en el capitalismo periférico y colonial. A partir de esa relectura crítica se constituyó una de las más novedosas vertientes de la izquierda anticapitalista en el continente, que se identifica como latinoamericanista, antiimperialista, popular y plebeya. Tal vez haya sido Mariátegui quien más claramente puso en cuestión los paradigmas de izquierda ajenos a la realidad social y política latinoamericana. El “socialismo indoamericano” surge como respuesta a una configuración social distinta a la analizada en los textos clásicos del marxismo europeo, pero no sólo eso: la propuesta de un socialismo que deba ser “ni calco ni copia, sino creación heroica” habilitó replanteos políticos y orgánicos que alimentaron la búsqueda de nuevas ideas y nuevas vías al socialismo. La revolución cubana, y los pensamientos de Fidel y el Che, constituyeron otro mojón imprescindible para comprender el decurso de esa “nueva izquierda” con pretensiones revolucionarias y socialistas, nutrida además por aprendizajes contrahegemónicos a partir de las luchas concretas de la época en Nuestra América.
Creemos que esta tradición se encuentra vigente. El historiador Miguel Mazzeo denomina “nueva nueva izquierda” a diversas expresiones surgidas a partir de las resistencias al neoliberalismo en los 90 y de parte de los “nuevos movimientos sociales” que, visualizados a partir de su protagonismo en la crisis del 2001- 2002, en la actualidad se desarrollan “politizando” sus construcciones sociales y buscando dar “carnadura social” a sus planteos políticos, que anidan en la tradición latinoamericanista y popular y se enriquecen reactualizando definiciones más afines al ideario libertario que al de la izquierda clásica, como la democracia de base y la lucha contra el patriarcado.
2.
Definitivamente creemos que la izquierda debe superar la testimonialidad y la espera crónica de la Gran Crisis, y volcarse con energía cotidiana y efectividad a construir poder social y político tras un ideario socialista, como tarea estratégica. A la vez, entendemos que esto no podrá realizarse en el marco de la hegemonía peronista/kirchnerista (que en la actual etapa propone un “capitalismo en serio”, algo diametralmente opuesto al ideario de izquierda). Creemos que la izquierda debe encarar esa tarea en forma creadora, sabiendo confrontar con esa hegemonía kirchnerista cuando agrede los intereses populares (enfrentando al modelo extractivista, por ejemplo), y sabiendo a la vez destacar sus aciertos (por caso, en la geopolítica latinoamericana). Pero sobre todo, esa perspectiva estratégica de la izquierda se alimentará construyendo poder social y político (poder popular) desde las bases y con vocación transformadora, siempre con independencia y más allá de cualquier hegemonía gubernamental.
Dicho esto, cabe aclarar que la identidad peronismo/kirchnerismo, como toda referencia al peronismo, necesita de precisiones. Según nuestra mirada el kirchnerismo no expresa un proyecto “nacional y popular” del que la izquierda no debería ser ajena, sino un modelo neodesarrollista acorde a la nueva etapa que el capitalismo requiere, como señalan Mariano Féliz y Emiliano López en su libro Proyecto neodesarrollista en la Argentina.
Claro que esta mirada no debe habilitar lecturas “gorilas”. Por el contrario, reivindicando la tradición de una izquierda popular y plebeya, debemos seguir esforzándonos por recrear nuestros planteos políticos, sin claudicar en los objetivos estratégicos anticapitalistas y principios emancipatorios. Creemos que eso se expresa con más claridad, en la actualidad, a través del bolivarianismo que en Venezuela permitió la confluencia de sectores de ideología nacional con expresiones de la izquierda revolucionaria tras una prédica socialista; eso expresa el proceso vigente en Bolivia, fruto de la unificación de movimientos indígenas con un ideario nacional-latinonamericano; y podemos suponer que algo de esa tradición se expresa, a su modo, en la elección de esa guerrilla novedosa surgida en Chiapas hace casi dos décadas cuando, aun desde sus concepciones radicales respecto al Estado, eligió incorporar en su propio nombre la denominación “… de Liberación Nacional”.
La “cultura de izquierdas” hoy anida en muy diversos ámbitos, tantos como expresiones de izquierda podamos encontrar, que no son pocas en nuestro país. Dicho esto, nos parece útil proponer un camino que vaya revirtiendo y superando esa fragmentación, desarrollando una práctica militante que haga su propio trabajo de arraigo popular y de sedimentación identitaria. Una “nueva nueva izquierda” o “izquierda independiente” (de las lógicas del poder de las clases dominantes y el capital, pero también de los dogmatismos de la vieja izquierda) es necesaria. Y posible, como se ve, por ejemplo, en la Coordinadora de Organizaciones y Movimientos Populares de Argentina (COMPA). Se trata de un espacio que puja por tener cada vez más protagonismo, aunque hoy sea más reconocible a través de su importante desarrollo en el movimiento universitario, los movimientos barriales, la militancia de solidaridad latinoamericanista, el desarrollo de grupos político culturales, y en forma más incipiente en colectivos de pequeños productores y en la nueva generación de trabajadores que impulsa un sindicalismo clasista y de base. Se trata, como decimos, de movimientos y organizaciones que se identifican en esta vertiente de la izquierda que reivindicamos, readecuada a las condiciones históricas actuales.