Por Pedro Fuentes

Dirigente del MES/PSoL de Brasil

1- Estamos a pocas semanas después de haberse realizado las elecciones francesas y a pocas también de la elección al parlamento europeo. Los resultados franceses, han sido un campanazo que llama la atención. En Francia, país de alta influencia política histórica sobre el conjunto del continente, diferentes artículos (así sean discrepantes entre sí), resaltan la bancarrota de la socialdemocracia, un pilar sin el cual este régimen no existe, y en contrapartida el crecimiento de la derecha neofascista y la abstención.

Estos elementos no dejan dudas que en Europa hay una profunda crisis de los regímenes democrático burgueses sustentados en los partidos cristianos y socialdemócratas que durante años dieron estabilidad a Europa. La crisis económica y las brutales políticas de ajuste de los gobiernos, especialmente los del sur, han liquidado a los partidos que la aplican y la credibilidad de las masas en ellos. El crecimiento de la derecha fascista es significativo, y si se hace una comparación con los resultados de los partidos que están a la izquierda de la vieja socialdemocracia parece mayor salvo algunos países como Dinamarca, Grecia.

Es evidente que hay un desarrollo desigual entre la magnitud de la crisis (económica y de los regímenes), y la construcción de alternativas capaces de influenciar grandes masas y disputar el poder. En medio de la crisis y las grandes resistencias, huelgas, movilizaciones e incluso levantamientos revolucionarios, está siendo costoso el surgimiento y desarrollo de una alternativa anti régimen y anticapitalista. Cabe preguntarse entonces si el surgimiento de una alternativa de poder de izquierda por fuera del régimen que exprese una ruptura con el mismo es un camino bloqueado en el próximo período. Por el contrario, la disputa que hay en Grecia muestra que esa hipótesis está abierta.

2 -En Grecia hay elecciones al parlamento europeo, y también municipales y regionales. En las del parlamento europeo quien encabeza las encuestas es Syriza que parece que ampliar la diferencia con Nueva Democracia, el partido en el poder. La agencia noticiosa EFE, daba en inicios de Abril a Syriza 19%, mientras que Nueva Democracia (ND) del primer ministro, Andonis Samarás, obtenía el 17%, y el tercer puesto se lo disputaban los neonazis de Amanecer Dorado y el recién creado partido de centroizquierda liberal “To Potami” (“El Río” un partido lanzado hace semanas por un comentarista de televisión), ambos con un 10 %. El socio gubernamental de Samarás, el partido socialdemócrata Pasok, mantiene su debilidad a pesar de concurrir junto a otro movimiento de centroizquierda, el denominado “Olivo”: esta alianza obtendría el 6,5 % de los votos. Tras ellos estaba el Partido Comunista (KKE, 5 %), el partido nacionalista Griegos Independientes (ANEL, 3,5 %), el centroizquierdista Izquierda Democrática (Dimar, 2 %), los ecologistas y los ultraderechistas de LAOS, ambos con un 1,5 %, y finalmente, el Frente de Izquierda Anticapitalista (Antarsya, 1 %). El porcentaje de indecisos, de los que optan por el voto en blanco o la abstención, se sitúa en el 20,5 %.

Las últimas encuestas siguen marcando esta tendencia de triunfo de Syriza frente a dos rivales que la amenazan: el partido del gobierno Nueva Democracia y Aurora Dorada. Esto ocurre a pesar de la violenta ofensiva mediática de la burguesía contra Syriza, que no deja de decir que su triunfo significaría la catástrofe y el fin del país.

3- Nos parece que es un deber de todos, incluso de aquellos que estamos lejos, debatir sobre lo que representaría para Grecia y Europa un triunfo del partido de Tsypras. Es una discusión crucial, no solo para tener una caracterización los más ajustada posible de la realidad europea, sino para comprometerse políticamente con esta perspectiva. Parecería que hay importantes sectores de izquierda anticapitalista que, ahora que Syriza se sitúa cerca de los peldaños del poder, consumen horas debatiendo caracterizaciones para terminar afirmando en forma bastante ligera que Syriza ha sufrido un cambio cualitativo y es ya parte del régimen.

Se sacan estas caracterizaciones terminantes a partir de declaraciones de Tsypras en torno a que Grecia no va a salir del euro y que estaría dispuesto a negociar con los organismos financieros internacionales o de actitudes adoptadas por Syriza de diálogo con personalidades que rompieron con el Pasok pero que en su momento habían votado por el memorándum, o de la actitud de no participar en el acto de repudio a que Grecia asuma la presidencia europea. Hay algunos sectores (principalmente de la izquierda trotskista que no está en Syriza), que desde tiempo atrás sostienen que Syriza no es, ni nunca fue, anticapitalista.

4- Nos parece que la discusión sobre Syriza tiene que hacerse en el contexto de los cambios que ha sufrido la situación europea y mundial y en un marco más amplio que el de las declaraciones o algunas actitudes políticas de dirigentes, que pueden ser ciertas. De todas formas, y comenzando por esto, nos parece que la palabra negociación no nos puede asustar. Sería incorrecto levantar como política permanente la negociación con la troika; esa estrategia sería equivocada ya que crearía expectativas en las instituciones dominadas por el capital financiero lo que desarmaría al movimiento de masas y/o podría llevar a una capitulación. Pero no hay que descartar que un gobierno de Syriza haga que Grecia imponga nuevas condiciones si hay movilización y si hay solidaridad continental con el pueblo griego. Esa hipótesis política tiene que estar planteada y discutida de otra manera en la izquierda. Tomando un antecedente latinoamericano como ejemplo, en Venezuela el gobierno de Chávez luego de idas y venidas (que incluyeron muchas negociaciones con la burguesía) terminó en 2002 haciendo las leyes habilitantes y tomando la gerencia de PDVSA, lo que significó la nacionalización del petróleo que fue el hecho más destacado para abrir el curso de ruptura que hizo que Venezuela tuviera márgenes de independencia política y económica y surgiera el ALBA. (Es bueno recordar que la izquierda que no estuvo de ese lado, bajo el argumento de que Chávez no era anticapitalista, terminó haciendo el juego a la derecha y volviéndose una secta sin peso real en el movimiento de masas).

5- Pero, al mismo tiempo, nos parece que habría que analizar la cuestión de negociación-ruptura en los marcos de los grandes cambios ocurridos a partir del avance de la concentración del capital en la economía mundial, del aumento de las desigualdades sociales y las transformaciones ocurridas en los regímenes políticos. Este es un tema que necesita de la misma rigurosidad científica que Kautsky, Hilferding y Lenin usaron en su momento para caracterizar al imperialismo. El impacto que ha tenido libro del profesor francés Thomas Piketty “El Capital en el siglo XXI”, sobre el aumento de la concentración de la riqueza y de la desigualdad, es ilustrativo. De alguna manera responde a la consigna del 99% contra el 1% (del que tal vez un estudio más científico diga que es el 0,1%). De manera insuficiente, por esta ausencia que nosotros tenemos, nos parece que hay transformaciones estructurales en la economía y el estado que han ido aconteciendo y han trasformado de manera irreversible los viejos regímenes políticos y sus partidos políticos sometidos a la lógica de esta concentración capitalista imperialista. Por eso es lícito plantearse que todas las medidas económicas contra la austeridad, y los ajustes (reales y objetivas), llevan a una ruptura con los mismos y abre las puertas a un proceso transicional anticapitalista.

De esto se pueden derivar dos cosas: que hay condiciones de defender gobiernos anti-austeridad como nuevos tipos de “gobiernos de los trabajadores y campesinos” o “populares” como los que planteaba la III Internacional. Y que la composición de estos gobiernos, y la representación de los trabajadores en los mismos, pueden adquirir diferentes formas sobre las cuales no podemos hacer política-ficción, aunque todas ellas excluyen de inicio a los viejos partidos burgueses europeos y a la vieja socialdemocracia.

6. Es bueno también recordar que la política y el programa no son la misma cosa. La política no puede entrar en contradicción con el programa ni con la estrategia, pero no es lo mismo. La política depende de la correlación concreta de fuerzas entre las clases en un momento determinado y el programa responde a las necesidades históricas, a la estrategia. Por eso mismo no podemos analizar las tareas de Syriza sin ver la correlación concreta de fuerzas en Grecia y en Europa. Un gobierno de Syriza y el pueblo griego no podrá luchar por imponer un plan anti-austeridad si no es también como parte de un proceso continental y, en especial, de los países del sur de Europa. En esto no depende sólo de sus propias fuerzas

7. No se puede decir que Syriza cambió y dejó de ser un partido de clase, independiente, por lo que diga un dirigente o incluso una mayoría de sus dirigentes. Sus opiniones son importantes, ya que el hablar es una forma de hacer política, pero tenemos que tomar una totalidad. Desde la caída del estalinismo, se han abierto diferentes procesos de partidos amplios de clase e independientes. Nos parece que Syriza es en Europa el mejor exponente de ellos como, salvando las distancias de todo tipo, creemos que en Latinoamérica lo puede ser el PSOL. Que Syriza se haya convertido en un partido ampliamente mayoritario, en relación al PC, entre los trabajadores griegos no es poca cosa. Es un avance muy importante en su conciencia de clase. El PC griego sigue siendo un partido stalinista por su régimen interno y por su política, que se parece a la de Stalin en el “tercer período”, con un sectarismo divisionista en relación a Syriza (en nombre de la ortodoxia) que le hace el juego a la burguesía.

Un partido amplio como Syriza no es solo la dirección (o mejor dicho un sector de la dirección), sino también sus corrientes internas, su base social, su trayectoria en la lucha de clases y su programa. Este programa no son sólo sus formulaciones escritas, sino también como ellas se expresan en su política, en su localización frente el gobierno, a los partidos del régimen y en el mismo régimen y sistema. . Las corrientes internas expresan diferencias políticas importantes (al igual que ocurre en el PSOL). Es sabido que en Syriza hay un bloque de izquierda, que tiene como uno de sus impulsores al jefe de su bancada parlamentaria, que abarca al 30% del partido. Dada la envergadura que ha alcanzado Syriza, cambiaría cualitativamente su carácter de partido de clase e independiente si hubiera protagonizado una traición ante el movimiento de masas. También habría que denunciar, como un camino hacia la capitulación, cualquier acuerdo político con partidos de la troika, como el Pasok.

8. Hay que plantearse también la cuestión de un gobierno de Syriza en los términos de si habría o no que participar del mismo. Quien ya tiene la caracterización que Syriza capituló, obviamente estaría en contra de participar. De todas maneras, un fenómeno nuevo como éste abriría muchas dudas. Todos los partidos amplios están sometidos a las presiones de las clases. Presiones de la burguesía, clases medias y de los trabajadores. Por eso mismo, como en todos los procesos, hay tendencias y disputas. Syriza es un partido amplio que lógicamente sufre estas presiones y por eso mismo es un proceso abierto, en disputa. También lo sería un gobierno de Syriza, que estaría sometido a múltiples presiones y en especial de los grandes capitalistas que pueden usar la política doble del garrote y la zanahoria frente a un gobierno de este tipo.

En las resoluciones de su IV Congreso, la Tercera Internacional (la mejor escuela de estrategia y táctica revolucionaria), dejó conceptos fundamentales sobre la actitud de los comunistas ante un gobierno de organizaciones obreras y campesinas que no esté bajo la dirección de un partido revolucionario. Estaban a favor de participar en un gobierno obrero y campesino (ahora sería un gobierno obrero y popular) como una continuación de la política del frente único obrero con esas organizaciones. Ponían como condición que sus representantes estarían bajo la disciplina del partido y de la Internacional. Salvando las distancias, esto sería un gobierno de Syriza y por lo tanto la izquierda revolucionaria tendría que participar.

Nos parece que toda la izquierda marxista tendría que levantar, en Grecia, la consigna de gobierno de Syriza (posiblemente bajo la forma de una formulación más completa), como consigna de poder para la agitación en la lucha de clases y también para las elecciones. Si en las próximas elecciones europeas Syriza consigue el primer puesto, la consigna comienza a ponerse más concreta y para la acción. Nos parece que es un crimen político estar, en general, por fuera del proceso de Syriza y, mucho más en particular, frente a las elecciones en las cuales puede ser la fuerza mayoritaria. Toda política que debilite esta posibilidad, así sea en el nombre del anticapitalismo, es objetivamente, por sus resultados, pro-capitalista.