Rozitchner

Este 4 de septiembre de 2021 se cumplen diez años de la muerte del filósofo marxista argentino León Rozitchner, un pensador que consideramos fundamental para imaginar una nueva izquierda que no reniegue de la dimensión subjetiva. Como recuerdo y homenaje, compartimos una breve semblanza de nuestro compañero Emiliano Exposto, filósofo, docente, investigador e integrante de la Cátedra Abierta “Félix Guattari”.

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León Rozitchner nació en Chivilcoy en 1924 y falleció en 2011, dejando una obra fundamental para el pensamiento emancipatorio. Formó parte de la mítica revista Contorno, junto a figuras como David Viñas y Oscar Masotta. Como dice en su libro Freud y los límites del individualismo burgués, sus textos estaban dirigidos a las “izquierdas revolucionarias”. La pregunta del autor es “¿qué significa formar un militante?” y “¿cómo realizar una acción política eficaz?”. En el imprescindible artículo “La izquierda sin sujeto” en el que, al calor de la Revolución Cubana, Rozitchner prolonga el problema del Che Guevara: la construcción política de una “nueva subjetividad”, como terreno inseparable del cambio social. El sujeto admite, de este modo, una dimensión estratégica, ya que la transformación social supone la creación colectiva de nuevas formas de vivir y de morir.

Durante más de cuarenta años de producción intelectual, Rozitchner se ha dedicado a escribir sobre fenomenología, psicoanálisis, marxismo, peronismo, teoría de la guerra, entre otros temas. En libros como La Cosa y la Cruz, el filósofo desentrañó la relación entre capitalismo, cristianismo y patriarcado, centrándose en el problema de la subjetividad como el “punto ciego” del marxismo clásico. En este sentido, plantea que la lucha ideológica y cultural no pueden quedar reducidas a lo discursivo, ya que implican una disputa por los imaginarios y deseos que desbordan la “toma de conciencia”. Para el autor argentino, cada uno de nosotros es un “nido de víboras”, en el cual se debaten los procesos de resistencia y dominación. La lucha de clases está incluida en cada cuerpo, porque no somos solo sujetos de interés y conciencia, como piensan tanto las izquierdas tradicionales como la herencia liberal, sino que somos agentes opacos de inconsciente. La contrahegemonía debe penetrar a nivel mismo de los cuerpos, puesto que nuestros modos de vida son cuestiones políticas tan relevantes para el cambio social como la crítica de la deuda y el ajuste, la denuncia de las opresiones o la redistribución de la riqueza. La lucha de clases pierde espesor cuando el cambio de los sujetos queda subordinado a la disputa salarial, programática o institucional.

A la luz de los movimientos feministas y disidentes, con su apuesta por “lo personal es político”, Rozitchner cobra una renovada actualidad. Uno de sus objetivos fue combatir y comprender los efectos persistentes del terror militar en nuestras mentes y cuerpos, en el marco de una democracia posdictatorial que el autor denominó “democracia de la derrota”, incapaz de crear alternativas radicales al capitalismo. Por estos motivos este pensador tiene relevancia en nuestro presente. Aporta herramientas para visibilizar la dimensión política de nuestros deseos, imaginarios y afectos, en un momento donde resulta urgente disputarles los malestares sociales a los progresistas, a los neoliberales y a las “nuevas derechas”.

Si el enemigo habita en cada cuerpo, la transformación de las subjetividades es un momento crucial del cambio social. Desde Rozitchner, entonces, no hay reconstrucción estratégica del movimiento revolucionario sin recomposición anímica de nuestras propias fuerzas. Para salir de la nostalgia y la melancolía del realismo capitalista, Rozitchner parecería decirnos que necesitamos una política de los afectos desde la cual construir vidas comunistas deseables.