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Asistimos, como es evidente, a una enorme ofensiva de los sectores dominantes contra las clases populares. A medida que el crecimiento económico argentino se fue desacelerando por las dificultades internas del “modelo” kirchnerista, las clases dominantes comenzaron a presionar hacia una reestructuración de las condiciones de la acumulación. Con la victoria de Macri en el último balotaje, las fracciones más concentradas del capital se sienten envalentonadas para cercenar, por todos los medios, los derechos del pueblo trabajador en pos de realizar una enorme transferencia de recursos de nuestros bolsillos a sus cuentas millonarias. Está planteada una prueba de fuerza: se trata de saber si podrá prosperar un programa de ajuste y reestructuración social y económica a costa de los sectores populares. El desenlace está abierto y esta incertidumbre es el dato fundamental de la transición política que estamos viviendo.
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En la última década, a través de enormes esfuerzos de lucha de nuestro pueblo, hemos logrado una serie de conquistas en términos sociales, políticos y culturales que hoy se ven seriamente amenazados y es imprescindible defender. El gobierno de Cambiemos implica una amenaza efectiva o latente sobre varias de las conquistas logradas durante el ciclo anterior. En muchos casos, han logrado comenzar a desarmar el camino recorrido, en una verdadera epopeya restauradora.
El ciclo político kirchnerista realizó concesiones populares y democráticas relevantes, como en el caso de la Ley de Medios o la Asignación Universal por Hijo. Sin embargo, eso no impidió el anclaje de ese Gobierno en las estructuras y personajes más putrefactos de la política argentina: los gobernadores feudales, el PJ, la burocracia sindical, Milani, José López, etc. Tampoco estas medidas llegaron a convertir al kirchnerismo en un proceso de genuino empoderamiento popular que permitiese transformar a fondo la correlación de fuerzas en la Argentina para darle una salida definitiva a los pesares de nuestro pueblo. Por el contrario su proyecto se limitaba a la reconstrucción de una “burguesía nacional”, una diferencia sustancial para con quienes tenemos el horizonte de la reorganización social sobre nuevas bases, completamente distintas a las actuales. Queremos que el pueblo mande y dirija sus propios destinos. No podemos depositar nuestras expectativas de cambio en volver al proyecto neodesarrollista, de compromiso de clases, para continuarlo o completarlo. Sin embargo, tampoco se puede ignorar la experiencia que franjas de las clases populares y la juventud hicieron con el gobierno durante esta última década, asociando sus expectativas de reformas sociales progresivas con el liderazgo kirchnerista. Es necesario, entonces, hacer un balance claro de sus limitaciones estructurales y formular una alternativa superadora, que al mismo tiempo dialogue con sus momentos progresivos, con su base social y sus estructuras militantes más combativas.
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La demanda por una marcha unitaria y la enorme movilización del 24 de marzo, la marcha federal, las históricas movilizaciones del movimiento de mujeres, los paros de trabajadorxs estatales, las movilizaciones de los trabajadorxs de la economía popular y las propias del movimiento estudiantil universitario son ejemplos, entre otros, de la importante reserva social que está presente en nuestro pueblo. En particular, las movilizaciones del Ni Una Menos son un ejemplo de la posibilidad de desborde social; de la emergencia de un hecho fundacional que abre nuevas posibilidades, antes impensadas. Es imprescindible apoyar sin reservas estas luchas y construir con la más amplia unidad y transversalidad la defensa de los derechos y las conquistas populares.
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Consideramos una tarea de primer orden la defensa de los procesos latinoamericanos y sus conquistas en estos momentos de ofensiva derechista-conservadora. Defendemos a la Revolución Cubana frente a las bravuconadas de Trump y reclamamos por el cese del criminal bloqueo contra la isla. Defendemos la Revolución Bolivariana frente a los insistentes intentos de la oposición de desestabilizar al gobierno de Nicolás Maduro. Defendemos a la Bolivia de Evo y al proceso que dio vida al Estado Plurinacional y a la expresión de una novedosa institucionalidad de los de abajo. Sin embargo, también consideramos necesario un balance sobre los límites y las dificultades de las experiencias “progresistas” en la región. El ejemplo de Brasil es fuertemente representativo:, el enorme retroceso del PT, que nació como un partido obrero de masas con un programa radical para luego gobernar con una política social-liberal, hoy termina atrapado por los embistes económicos, políticos y judiciales de una reconvertida derecha que ha logrado empapar de casos de corrupción al grueso de su dirección. También las experiencias radicales de Venezuela y Bolivia están sufriendo el desgaste de convivir con una burguesía local que no se resigna a perder los recursos económicos fundamentales. Nos reconocemos parte de estos procesos, por eso consideramos necesario un balance crítico para, desde sus propias potencialidades, reimpulsar la movilización política popular y la lucha por cambios radicales.
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Hay ejemplos de que se puede construir una expresión política de las luchas sociales, desde abajo y democráticamente, en instrumentos y experiencias organizativas que vayan más allá de las organizaciones preexistentes. La emergencia de Podemos en el Estado español, con el empuje de las movilizaciones del 15M y la participación ciudadana en los círculos; la reciente convocatoria del EZLN a la construcción de una candidatura anticapitalista encabezada por una mujer indígena; los ejemplos actuales de crecimiento de coaliciones de izquierda social y política, como es el PSOL en Brasil, el Frente Amplio peruano o los recientes avances de la izquierda chilena, son ejemplo de esto. No se trata de copiar ningún modelo, sino de buscar inspiraciones en las luchas internacionales de nuestros pueblos.
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Necesitamos construir un nuevo frente social y político que sea una referencia para los luchadorxs y los movimientos sociales, que aglutine a los dirigentxs sindicales combativos, a la intelectualidad de izquierda, a las corrientes políticas de izquierda favorables a las articulaciones unitarias, y a todos los sectores sociales, sindicales y políticos dispuestos a construir un canal de oposición a las políticas de ajuste que preparan las clases dominantes. Este bloque social y político no puede dejar de dialogar con el movimiento popular y sus tradiciones, incluida parte de la base social del kirchnerismo y debe apostar por la más amplia unidad de lucha (democrática, sindical, DDHH) para frenar el avance restaurador. Desde esta política unitaria y consecuente es desde donde mejor se pueden marcar los límites de la experiencia kirchnerista y la necesidad de superar el reformismo social y el esquema neo-desarrollista.
Necesitamos un movimiento político amplio, donde puedan convivir democráticamente diferentes corrientes, tradiciones y sensibilidades. Que no se reduzca a una “cooperativa electoral”, sino que ponga en pie un movimiento con formas organizativas propias superadoras de las organizaciones precedentes (sin que por eso éstas tengan que disolverse). El FIT podría contribuir en la construcción de esta alternativa si lograra superar su auto-limitación sectaria. Por el momento, no ha querido confluir con el carácter plural del movimiento popular de nuestro país y ni siquiera ha podido liderar a un amplio abanico de fuerzas sociales y políticas de izquierda.
El 2001 no tuvo una expresión unitaria que proyectara en el plano político la contestación social que se desarrollaba en amplios sectores de la sociedad y eso allanó el terreno para ese “hijo distorsionado” de 2001 que fue el kirchnerismo. Paradójicamente, el macrismo es también hijo político de 2001: interpretación derechista del derrumbe del bipartidismo y de la crítica a “los políticos”, “nueva derecha” caracterizada por una ideología tecnocrática y post-política. Hasta el momento no hemos podido construir una alternativa política propia. Debemos ponernos a trabajar seriamente en esta perspectiva.
Los abajo firmantes convocamos a una “asamblea abierta” el próximo jueves 22 de Diciembre para discutir estos temas y analizar las acciones comunes a desarrollar, en el Centro Cultural El Desparrame, a las 18hs (Zona Cabildo y Olleros – CABA).
Democracia Socialista
La Emergente
CAUCE – UBA
Desde el Fuego – Colectiva disidente y antipatriarcal
Organización Popular CienFuegos
Corriente Política de Izquierda
El Avispero
Corriente Popular Juana Azurduy
Corriente Nacional Emancipación Sur – CABA