Nuestro país sigue en manos de los enemigos de la clase trabajadora y el pueblo
Construyamos desde abajo el poder capaz de acabar con la impunidad, los privilegios y la dependencia
En este año se cumplen cuarenta años del inicio de la última Dictadura, sangrienta y genocida. La Dictadura se propuso poner de rodillas a la clase trabajadora, al pueblo, y a las organizaciones populares, que no sólo resistían, sino que encarnaban proyectos revolucionarios de liberación nacional y social, orientado a la construcción de una sociedad diferente, con perspectivas socialistas.
El golpe de Estado en Argentina fue uno de los tantos orquestados en Nuestra América desde los EEUU, por el Pentágono y la CIA e instrumentado por los militares de todo el continente entrenados en la Escuela de las Américas. La Dictadura nos asoló con campos de concentración y exterminio, desaparición de personas, torturas, robo de niños: la metodología del genocidio, con la que, en nuestro país, en la misma noche del 24 de marzo del 76 fueron secuestrados cuerpos de delegados enteros, para exterminar toda organización de los trabajadores que pudiera sostener la resistencia a los planes de concentración monopólica y superexplotación que los grupos económicos venían intentando imponer durante el gobierno de Isabel Perón, rechazados con multitudinarios paros y movilizaciones populares organizadas desde los cordones industriales, que pusieron en retirada a los ministros del Rodrigazo.
El Movimiento de Derechos Humanos, construido por amplios sectores de nuestro pueblo, fue creciendo en la resistencia a la dictadura y al calor de las luchas y recomposición del movimiento popular sostuvo el reclamo de “juicio y castigo a los culpables” del genocidio, junto al “no pago de la deuda externa”, unido al rechazo firme y multitudinario a todo hecho represivo.
Los campos de concentración montados en las plantas fabriles, los vehículos de las empresas en los operativos de secuestros, y los gerentes y burócratas entregando a los compañeros fueron la obscena punta del iceberg de la coautoría empresaria en los crímenes de la última dictadura. Ingenio Ledesma (Blaquier), Molinos Río de La Plata (Bunge y Born), Mercedes Benz, Ford, Diario La Nueva Provincia (Massot), Acindar (Martínez de Hoz), Minera Aguilar, Astarsa, son algunos de los pocos nombres de empresas que se han ventilado en los juicios por los crímenes de la dictadura que fueron abiertos después de la anulación de las leyes de punto final y obediencia debida.
A ellos se deben agregar, entre otros, los del Citybank, JP Morgan, Banco Río, Francés, Galicia, los miembros de la Sociedad Rural, Techint (de Paolo Rocca), Macri, Fortabat, Arcor (Pagani), Renault, Perkins, Bulgheroni, Roggio, Pérez Companc, Pescarmona, La Nación (de los Mitre), Noble y Magnetto (Clarín), para mencionar a algunos de los principales organizadores, financistas, ejecutores directos e indirectos y beneficiarios del Terrorismo de Estado, que se desató contra el pueblo, principalmente contra la clase trabajadora y los activistas y dirigentes más consecuentes.
La Dictadura utilizó la ilegítima deuda externa como una calesita en la que los grandes bancos y empresas multinacionales se “prestaron” miles de millones de dólares desde el exterior, para especular, fugarlos o comprar bienes de quienes se quedaban sin nada, para luego cargársela al Estado y asegurarse un negociado mediante el que cual embolsaron fortunas con el “pago serial” de todos los gobiernos, y con la apropiación de las empresas y el patrimonio estatal en los `90, lucrando con hiperinflaciones y superganancias, queriendo disciplinarnos y someternos mediante hiper desocupaciones, criminalización, condenas, represión y crímenes como los diciembre de 2001 o los de Darío Santillán y Maximiliano Kosteki, Carlos Fuentealba, Mariano Ferreyra y tantas y tantos compañeros de lucha.
Es ese poder acumulado por esta clase social empresarial y parasitaria, el que explica que los pocos empresarios que debieron pasar por los Tribunales, apenas fueron indagados o citados como testigos, en un sistema judicial aún más indulgente con ellos que con los milicos, y fueron luego desafectados de las causas, mediante chicanas vergonzosas. Al mismo tiempo que la estructura económica del país, modelada en la dictadura a la medida de sus intereses, les permitía a esos mismos grupos empresarios, seguir acrecentando y concentrando poder y ganancias durante más de 30 años de gobiernos constitucionales.
Es una clase explotadora y asesina, que desde la llamada campaña del Desierto provocó el genocidio de nuestros pueblos originarios hasta el día de hoy, siempre está dispuesta a masacrar al pueblo trabajador. Son los enemigos de los y las de abajo, quienes detrás de sus globitos de colores, mediante una ajustada diferencia de votos, ahora han logrado imponer directamente a su propio candidato. El más abiertamente PRO yanqui, su preferido, en un Estado “atendido por sus propios dueños”, los empresarios más concentrados de la economía y sus gerentes multimillonarios. Sus primeras medidas (eliminación de impuestos a los agro-exportadores, liberación del tipo de cambio y la importación que alimentó una estampida de precios, ajuste y despidos masivos en el Estado, aval a los despidos en las empresas y chantaje para que optemos entre salario o empleo) son un ataque directo a los trabajadores y trabajadoras con el que nos arrebataron en días miles de millones de pesos. La visita de Obama programada para el 24 de marzo, que pretende limpiar la imagen de la potencia imperialista diseñadora del Plan Cóndor, y anunciada junto con el “protocolo” anti-protesta con el que pretenden paralizar toda lucha, es, a la vez, provocación al campo popular y reafirmación de la nefasta continuidad histórica de los objetivos de la Dictadura que hoy pretenden.
En el conflicto de Cresta Roja y con los municipales de La Plata mostraron la hilacha de su indiferencia al sufrimiento de miles de familias y la desvergonzada represión como respuesta más decidida. El encarcelamiento de Milagro Sala por “incitación a la violencia y tumulto”, penalizando un acampe reivindicativo, ratifica esa política represiva.
Los monopolios unificaron a la UIA (y con ella, a todas las cámaras empresarias) detrás de Arcor y Techint. Tienen bajo control o directamente asociadas, a varias vertientes de las burocracias sindicales, prestas a colaborar para imponer un nuevo “pacto social” que nos haga pagar cada vez más caro, no solamente los alimentos, la luz, el transporte, sino sus tasas de ganancia. Que en el marco de la actual crisis mundial y el estancamiento local, requiere limitar las paritarias, bajar el “gasto público”, reducir puestos de trabajo; avanzando sobre el derecho de huelga y aplicando “protocolos” (Tolerancia Cero) a los reclamos populares. Heredaron para eso la enorme precarización laboral de los últimos 10 años, más la multiplicación de las fuerzas represivas recicladas y la Ley Antiterrorista impuesta por el GAFI (Grupo de Ayuda Financiera Internacional).
Luego de la rebelión popular de diciembre de 2001, que los obligó a hacer concesiones para recuperar la gobernabilidad perdida, con los Kirchner, esos mismos grupos económicos y algunos que se sumaron a ese lote en las últimas décadas (Cargill, Nidera, Chevron, Monsanto, Telefónica, Telecom, Grobocopatel, Urquía, Cristóbal López, etc.), se aseguraron mantener la estructura económica, política y jurídica que les permitió “llevársela en pala” y tener su propia “década ganada”, para luego encumbrar a tres candidatos presidenciales que, con sus matices, levantaron como programa la mayor explotación (“productividad”), la precarización, el ajuste, la devaluación, el endeudamiento, y la “seguridad”, la criminalización y la saturación de fuerzas policiales y represivas, entre sus principales ejes. Aspectos que, reiteramos, fueron enarbolados y aplicados crecientemente por el elenco kirchnerista, en especial en el ocaso de su Gobierno.
La tan mentada “burguesía nacional” que encabezaría el “modelo de desarrollo con inclusión” y el capitalismo “serio” alentado por los Kirchner, nunca existió con las fuerzas necesarias para derrotar, ni siquiera para enfrentar, al “poder real” de la oligarquía, los monopolios y el imperialismo, instalado desde aquella dictadura genocida hasta nuestros días. Claro que hubo cimbronazos con algunas de sus fracciones. Pero en la burguesía local, hace rato que prevalecen quienes defienden intereses antinacionales, para los que prima su naturaleza prebendaria y explotadora, su pretensión de ser socio, aunque sea menor, de los dueños de ese “poder real” que maneja los principales hilos de la economía y la política desde la dictadura hasta nuestros días.
Las luchas históricas de los pueblos de Nuestra América consiguieron la independencia política formal hace doscientos años, pero no lograron superar la dependencia económica y política de nuestro país y de nuestro continente del imperialismo (en una primera etapa, de Inglaterra, y posteriormente de los EEUU). En el sostenimiento de esa dependencia que ha limitado nuestro desarrollo nacional y social, ha jugado un rol central la gran burguesía agropecuaria, industrial, financiera y monopólica, estrechamente asociada al imperialismo. Por eso, a pocos meses del Bicentenario de la Declaración de la Independencia en Tucumán, aquel lejano 9 de julio de 1816, afirmamos sin temor a equivocarnos, que Nuestra Argentina es un país cada vez más dependiente y desigual.
Es que la vieja y la nueva oligarquía, la gran burguesía agropecuaria, financiera o industrial, el capital monopólico y concentrado principalmente ligado y subsidiario del sistema financiero internacional, del imperialismo yanqui, del europeo, y actualmente también de los capitales chinos, son precisamente los directos beneficiarios de la Dependencia cada vez mayor a la que han sumido a nuestro país.
Son esas clases dominantes, que piensan y modelan la economía y las instituciones del estado, de acuerdo a sus intereses, las que rechazan un verdadero desarrollo industrial, independiente, y se benefician con la extracción sin límites de nuestros bienes y riquezas, y a lo sumo, montan armadurías de partes fabricadas en otros países o bajan las persianas y se van a explotar mano de obra más barata a Brasil, México, Colombia o China, para tener mayores ganancias. Son ellos quienes montaron y montan una campaña tras otra para atacar, a las experiencias revolucionarias de Cuba, Venezuela o Bolivia; a los pueblos, a los trabajadores y trabajadoras; a nuestras luchas y organizaciones.
No hay fracción de la burguesía que pueda encabezar la lucha contra estos enemigos, como lo ha demostrado una y otra vez nuestra historia reciente. Necesitamos que en el medio de las arduas luchas que tenemos por delante y que nos exigirán una gran unidad obrera y popular, el 40 aniversario del genocidio y el Bicentenario de la Independencia, nos ayuden a comprender masivamente la estrecha relación entre la Dictadura Genocida y la Dependencia, como parte inseparable del proyecto de las clases dominantes, frente al proyecto de emancipación económica política, social y cultural que necesitamos construir desde nuestro pueblo, el que sólo puede ser encabezado por miles y miles de trabajadores y trabajadoras, de la mano de todos los sectores explotados y oprimidos de Nuestra Argentina y Nuestra América.
A 40 años de la dictadura genocida y a 200 años de la Declaración de la Independencia.
Por una gran campaña de lxs de abajo para denunciar la responsabilidad de los oligarcas, los grandes empresarios y el imperialismo.
Exijamos que se avance en los juicios a los empresarios responsables de los delitos de lesa humanidad y beneficiario de sus negociados.
Ponemos todas nuestras energías para la lucha contra el ajuste, la precarización, el saqueo de nuestros bienes comunes y la represión.
REPUDIEMOS CON FUERZA Y EN LAS CALLES LA VISITA DE OBAMA Y EL PROTOCOLO CONTRA LA MOVILIZACION POPULAR
Construyamos desde abajo, en la lucha contra el gobierno de los monopolios, y en unidad con los pueblos de Nuestra América, el poder popular que necesitamos para acabar con la impunidad, los privilegios y la dependencia.
Con nuestro pueblo trabajador al frente, forjemos el proyecto político de las y los de abajo que nos encamine al socialismo.
CONVOCANTES Y PRIMERAS FIRMAS
Pueblo en Marcha:
Movimiento por la Unidad Latinoamericana y el Cambio Social
Frente Popular Darío Santillán-FPDS
Democracia Socialista
El Avispero
Surcos
La Emergente
Frente Popular Darío Santillán – Corriente Nacional
Izquierda Revolucionaria
SOEIA (Sindicato Obreros y Empleados de la Industria Aceitera-Capital y GBA)
Mascaró Cine Americano
Obreros Metalúrgicos de Tenaris-Siat Valentín Alsina
Lorena Galeano-Docente, Investigadora, Miembro de la Com. por la Memoria de Avellaneda