Este 24 de marzo -un histórico compromiso de movilización, lucha y memoria- no es una fecha más. No sólo porque se trata del 45 aniversario del golpe de Estado que abrió paso a la dictadura más sangrienta de nuestra historia sino también porque para muchxs va a implicar una vuelta a las movilizaciones callejeras después de un año de restricciones por la epidemia de coronavirus. Y en este contexto de grave empeoramiento de las condiciones de vida y de preocupantes señales políticas del Gobierno del Frente de Todos, la recuperación de la calle es más importante que nunca.
En una simultaneidad significativa, mientras estemos marchando con el Encuentro Memoria Verdad y Justicia (con consignas históricas como Cárcel común a los genocidas, Apertura de los archivos de la dictadura, Libertad a lxs presxs políticxs o Restitución de lxs hijxs apropiadxs, sumadas a otras de actualidad como Salud y vacunas para todxs, Basta de femicidios, Contra la impunidad, el ajuste y la represión de ayer y de hoy, No al pago de la deuda, Fuera el FMI, Por el triunfo de las luchas obreras y populares, No a la megaminería) el ministro de Economía Martín Guzmán se reunirá en Washington con los representantes del Fondo para negociar las condiciones de pago de una deuda tan multimillonaria como ilegítima.
Esta claudicación que carga al pueblo argentino con el compromiso de pagar los millones de dólares que fugaron las huestes macristas no es la única del gobierno de Alberto Fernández tanto en términos económicos (la vergonzosa retirada luego del amague de estatización de Vicentin, la suspensión del pago del IFE, el descongelamiento de tarifas y alquileres, los constantes subsidios y beneficios a las grandes empresas mientras los salarios siguen perdiendo ante la inflación, el pago en cuotas para el postergadísimo aporte único de las grandes fortunas, etc.) como en cuestiones sociales y de derechos humanos (el desalojo de Guernica, el apoyo al impresentable de Sergio Berni, las decenas de casos de gatillo fácil o de violencia policial como el de Facundo Castro, el anuncio de creación de nuevas cárceles por parte de Kicillof tras las muertes en motines por las malas condiciones de detención y la quita del derecho a las visitas, las represiones en Formosa, Jujuy, Chubut y otras provincias, la falta de respuesta ante los femicidios y travesticidios o ante las consecuencias de la pandemia en sectores pobres expresadas por falta de acceso a servicios mínimos como en el caso emblemático de Ramona, la criminalización de la lucha ambientalista, la pobre reacción ante el ecocidio que implican los cientos de incendios por intereses inmobiliarios y extractivistas, entre muchas otra noticias que jalonaron esta etapa).
Sin caer en la inútil y equivocada consigna de “son lo mismo”, porque claramente este Gobierno representa a una coalición de sectores políticos y empresariales distinta de la runfla macrista, es innegable que en muchos aspectos clave hay continuidades y no rupturas. No se ha multiplicado el endeudamiento internacional pero se ha decidido honrar la deuda, se sostiene la apuesta al extractivismo ecocida (especialmente agropecuario y megaminero) como apuesta para la generación de divisas, se busca un “pacto social” entre los gremios y las empresas que sostuvieron a Cambiemos del que no puede salir nada más que un nuevo ataque a los salarios, se sostiene políticamente a los más impresentables representantes del poder feudal de las provincias, se insiste con el discurso de priorizar la vida mientras que hace meses se optó por poner en marcha de la economía a cualquier costo.
En ese escenario, es lógico que la apuesta oficial para este 24 de marzo sea la desmovilización. No por cuidar la vida, como afirman, porque distintas organizaciones y movimientos sociales afines al oficialismo que no nos acompañarán en las calles este 24 vienen de organizar diversos actos masivos sin reparo alguno (el último para festejar al Papa Francisco en Luján), sino para evitar que los reclamos populares tomen las calles. Pero si hay algo que hemos aprendido de nuestra historia es que las conquistas a favor de los de abajo no surgen de las negociaciones de escritorio o de las roscas parlamentarias sino de la movilización y el compromiso combativo.
Sin que sirva de justificación para la tibieza alfonsinista del Gobierno, sabemos que la ofensiva neoliberal es global. En la pandemia no sólo las grandes empresas multinacionales y los millonarios multiplicaron sus capitales sino que además se multiplicaron los discursos de odio y los ataques xenófobos y patriarcales de las nuevas derechas. Sin descartar la acción institucional de los organismos de derechos humanos, a nivel nacional e internacional, sabemos que la única opción estratégica para contrarrestar estas ideologías reaccionarias y los grupos de choque que las llevan al acto (especialmente contra lxs militantes populares de todo nuestro continente), pasa por la organización y la movilización popular, por el fortalecimiento de las estrategias de autodefensa y cuidado desde abajo y por repudio activo y constante a cualquier tipo de práctica que remita al terrorismo de Estado.
Sabemos que hay miles de compañerxs que ya se han cansado de esperar el cumplimiento de las promesas de campaña, para quienes la insistente amenaza del retorno del macrismo ya no basta para como barrera de contención para manifestar la bronca. A quienes confiaron en el Gobierno pero no creen que la renuncia a la movilización en este día histórico tenga justificación alguna, así como a aquellxs que están cansados del sectarismo de una cierta izquierda tradicional, lxs invitamos a marchar juntxs para comenzar a discutir alternativas que vayan más allá de la triste resignación del posibilismo. Las deudas económicas, políticas y sociales que siguen vigentes son con el pueblo y no con las grandes empresas. A las derechas no se las enfrenta agudizando la concentración de la riqueza y rifando los bienes comunes.
Por eso, este 24 de marzo convocamos a movilizarnos en todas las plazas del país, reivindicando la lucha y la memoria de nuestrxs 30.400 mil compañerxs desaparecidxs (porque tampoco nos olvidamos de lxs perseguidxs y asesinadxs por sus disidencias sexuales), al tiempo que peleamos contra todas las injusticias de nuestro presente, construyendo juntxs una vida digna de ser vivida.
Nos encontramos el próximo miércoles 24 a las 15 horas en Congreso para marchar hacia Plaza de Mayo.