Por Tomas “Toto” Martínez.(Aparecido originalmente en www.marcha.org.ar)
El pasado 28 de julio se homenajeó en la Plaza de Mayo a Santiago “el Negro” Avilés, militante social y sindical de apenas 25 años, que perdió la vida en un accidente de moto. Su ejemplo quedará vivo en la juventud militante.
Santiago, o simplemente “el Negro”, para los más cercanos, fue un militante que dio sus primeros pasos en el trabajo en los barrios de Mar del Plata, su ciudad natal, para luego encarar una militancia social, política y sindical en Capital Federal, sumando un aporte invaluable en cada una de ellas. Militante fundador de la Agrupación Kiki Lezcano, allí canalizó su capacidad y entrega, así como también en la Comisión Gremial Interna “Unión y Lucha” del Banco Itaú. Fue docente en la Universidad de Buenos Aires. Todo esto, con sólo 25 años. Su capacidad política, su humildad y simpleza ante todo lo caracterizaron haciéndolo un ejemplo para la militancia.
Consternados, rabiosos
Se eligió la Plaza de Mayo. Y no es casual. Todo allí está encerrado en un símbolo. Desde las viejas gestas de independencia, pasando por todas las manifestaciones populares de algarabía o descontento, coronaciones de luchas masivas, hasta los indelebles pañuelos blancos, referencia internacional e histórica en materia de Derechos Humanos. La tarde perfiló fría para recibir en ese pedazo de historia que es la Plaza de Mayo, a más de doscientas personas que llegaban para presenciar y a la vez construir el homenaje al “Negro”. Personalidades como Modesto Guerrero, Daniel de Santis, Martha Fernández, su familia, la madre de Jonathan Kiki Lezcano, Angélica Urquiza. Compañeros de diferentes organizaciones y de la CGI “Unión y Lucha” se pararon ante el micrófono. Las más variadas procedencias políticas y orgánicas tenían allí un sentimiento común, el de la impotencia y la profunda tristeza por la partida. Allí hablaron distinguiendo cualidades, exaltando virtudes, atributos, rasgos de carácter. Una conclusión que fácilmente se desprendía de todas las intervenciones y funcionaría a modo de síntesis, era que Santiago era un ser social, un hombre de humanidad, que apostó su vida y todos sus esfuerzos a fundirse con las fuerzas del pueblo, y desde allí traccionar hacia el camino de la liberación. A juzgar por la frase de uno de sus compañeros de la Agrupación Kiki Lezcano, lo logró: “El Negro era compañero nuestro, pero también era compañero de todos acá”. Así lo sintieron todas las personas que acercaron su voz y su abrazo. Adjetivos tales como imprescindible, multilateral, gigante, adelantado, ejemplar, y otros estuvieron en boca de quienes hablaron, pero sin dejar de remarcar luego de cada oración, la humildad y la generosidad de este militante. Coherente hasta la médula, siempre con una sonrisa. Así lo describieron.
Para que nadie olvide
Así se titula un tema compuesto por uno de los compañeros de Santiago. El legado se evidenciaba en todos los “hasta luego” que llenaron la tarde del domingo. Algunos fragmentos, hablan por sí mismos: “Te fuiste con la camiseta bien puesta (…) siendo el que nos enseñó nuestro accionar político a los que llegamos a compartir un mismo espacio de militancia con él”, dice el texto hecho por la Organización de Estudiantes Secundarios (OES). “Un capítulo protagonizado por un hombre de carne y hueso que ha sabido convertirse en uno de los más grandes articuladores políticos de nuestros tiempos. Pero no de esos articuladores de biblioteca. Alguien que tenía los pies manchados de barro, los brazos empolvados de revocar paredes, las manos en tinta de tanto escribir y anotar, la cabeza andando sin parar, y el corazón en atender a quienes te necesitamos”, escribó su compañera de militancia y de vida. “Hay que tener corazón para sentir la injusticia, cabeza para entender y concebir la lucha, y huevos y ovarios para afrontarla”, es una frase que siempre repetía el Negro, así como la que estaba inmortalizada en una de las banderas del homenaje: “Acá nadie tiene la silla ganada. El lugar de referente, como en el boxeo, se revalida en cada pelea”. Para que así fue nomás. Se fue revalidando su título cada vez, y se retiró invicto. Acá, quedan sus compañeros y compañeras, que prometen hacerle el mejor de los homenajes, el de redoblar los esfuerzos en alcanzar el sueño de liberación que él ayudó a tener un poco más cerca. El sol se puso en la Plaza de Mayo mientras de las gargantas doloridas salía un canto que decía “voy hacia el fuego como la mariposa”. La jornada cerró con una frase que le perteneció a Chávez pero que ya se han apropiado muchos de los que sintieron de cerca el fuego de Santiago Máximo Avilés, el Negro: Aquí no se rinde nadie.