Facundo Nahuel Martín
19/11/16
Publicado originalmente en el perfil de Facebook de Facundo, un día después de la movilización del 18 de enero.
Comparto dos o tres ideas sobre la marcha de ayer. Era una marcha importante, que debería haber tenido una convocatoria mayor. Es la primera vez en muchos años que se encarcela a una militante por “protestar” (por “instingación a cometer delitos y sedición”). Desde que tengo memoria, no se detiene a un dirigente social bajo esa figura. Poco importa que no simpaticemos con Sala por un montón de razones. La medida, enmarcada en la salvaje ola revanchista del PRO, puede estar preparando el terreno para una seria avanzada represiva, si la respuesta no es lo bastante contundente como para significar un gran costo político.
El otro punto importante es que fue la primera marcha donde el kirchnerismo y la izquierda fuimos a la plaza. Ese frente único, al menos en las instancias de la lucha reivindicativa, social y callejera, es indispensable para enfrentar al nuevo gobierno. El macrismo no asumió, podemos hipotetizar, en una sociedad completamente derechizada. Ganó las elecciones prometiendo “continuidad con cambios” con el proceso de integración estatal de demandas populares que fue el kirchnerismo. Pero, una vez en el gobierno, decidió imponer una política de shock derechista, más acorde con su más estrecha base social y su carácter de gobierno autónomo de la burguesía. Su accionar muestra claramente el momento de autonomía de la política: no están aplicando simplemente un ajuste y una devaluación necesarios conforme el ciclo del capital, sino que imprimen a la necesidad económica un carácter y dinámica específicos, dándoles la forma de una salvaje revancha de la clase dominante.
La política de shock y revancha busca desmoralizar toda oposición y aprovechar los primeros meses de verano para dejarnos a todos sin capacidad de respuesta. Luego verán cómo hacen para recomponer legitimidad social sobre las nuevas bases, en una avanzada cuyo alcance todavía no conocemos (y que parecen estar gestando “a tanteos”, o sea que van a ir tan lejos como crean posible ir). Es una tarea fundamental de la etapa evitar esa recomposición de la legitimidad social en el nuevo marco. Y solamente una amplia política de frente único puede encarar esa tarea.
Como nota negativa, en ese punto, la marcha de ayer fue pequeña en proporción a la brutalidad del hecho convocante. La militancia kirchnerista tuvo una presencia un poco tímida, dada su realidad organizativa, lo que da cuenta (tristemente) de que la década pasada construyó consensos más estatistas que de lucha, más de “bancar” a los que gobiernan que a los que protestan . Y también faltaron algunas organizaciones importantes de la izquierda, aunque por suerte fueron pocas. Mal por ellas, porque protestar contra un encarcelamiento de este tipo debería ser un acuerdo inmediato.
Quienes estuvimos, estamos y vamos a estar a la izquierda del kirchnerismo tenemos que explicar, también, por qué la vuelta de Cristina no es nuestro horizonte, por qué vemos límites insuperables en el proyecto del capitalismo nacional que no trastoca profundamente las relaciones de clase ni los vínculos con el mercado mundial. Nuestra construcción política va a ser otra. Eso no obsta para que, en otro plano más inmediato pero acuciante, impulsemos el más amplio frente único contra las políticas de Macri. Es indispensable evitar que este gobierno construya desde arriba, desde el Estado, una nueva hegemonía social de derecha, que barra los consensos progresivos que nos legó la rebelión popular de 2001 y que no se desdibujaron del todo en estos años.
Para lograr un frente anti-macri será necesario superar sectarismos, no sólo en la izquierda. De nuestro lado, es indispensable abandonar la política extemporánea, absurda, que insiste en pegarle al kirchnerismo simétricamente cada vez que el macrismo avanza. Eso nos aísla de los sectores sociales movilizados y nos condena a ser marginales. Del otro lado, los kirchneristas tendrán que aprender también a abandonar su soberbia, que es a su manera sectaria. Construyeron 12 años con el aparato del Estado y una legitimidad enorme encima, ahora toca resistir. Pero la lógica de resistencia impone otras maneras de conducirse, que todavía no han demostrado estar dispuestos a poner en práctica (que privilegien actos de auto-referencia simbólica por sobre protestas amplias por una causa represiva es señal de eso). Es importante revisar esta situación y crear esa experiencia de frentismo en la lucha social a tiempo.