“Ramón Falcón,
por matón y alcahuete
te pusieron bien un cuete
que la gorra te voló
yo sé muy bien quien te lo puso
fue ese muchacho Ruso
Radowitszki Simón.”
Fragmento del tango “Chau Falcón, gracias Simón”
Autores Osvaldo Bayer y Pablo Bernaba
Los 14 de noviembre recordamos la muerte del represor Ramón Falcón, primer cadete del Ejército, participante de la “Campaña del Desierto”, avanzada militar que masacró a los pueblos originarios desde el centro sur de la Provincia de Buenos Aires hasta la Patagonia. Dejo el ejército en 1898 para convertirse en diputado y escaló políticamente hasta ser nombrado en 1906 jefe de la Policía Federal.
Desde ese cargo sería uno de los responsables de la represión estatal que sufrió el movimiento obrero en las dos primeras décadas del Siglo XX. Caracterizada por una seguidilla de masacres contra activistas sindicales, en franco crecimiento por las pauperrimas condiciones de vida de la población y las ideas y experiencia política de lxs migrantes europeos, con fuerte presencia del anarquismo y del socialismo revolucionario.
Uno de los primeros actos represivos de Falcón como Jefe de Policía fue ordenar el desalojo masivo de la “Huelga de Inquilinos” de 1907, cuando en pleno invierno comandó al cuerpo de bomberos policial rociar agua helada contra los manifestantes. En este episodio fue asesinado el militante anarquista Miguel Pepe. Este sería la primera de varias víctimas pertenecientes al anarquismo, ya que Falcón les tenía un odio profundo.
Así fue como el 1ro de mayo de 1909 dirigió la represión contra el acto del día de lxs trabajadorxs. La FORA (Federación Obrera Regional Argentina, de raíz anarquista) había convocado a una concentración en Plaza Lorea. Al llegar allí la policía abrió fuego por orden de Falcón, matando directamente a 11 personas e hiriendo a 105, de las cuales muchas morirían en los días siguientes, llegando a un total de 80 muertxs.
Está masacre generó una intensa respuesta del movimiento sindical, que rápidamente llamo a una huelga general hasta obtener la renuncia del Jefe de Policía, quien respondió al reclamo mandando a tirotear a traición la columna de manifestantes que se dirigía al funeral de lxs asesinadxs el 1ro de mayo. Además, la policía intentó robar los féretros para impedir el funeral, volvió a tirotear a lxs manifestantes que lograron llegar al cementerio. Junto con grupos paramilitares ultraderechistas como la “Liga Patriótica” -cuyos miembros solían provenir de familias adineradas- incendiaron imprentas y destrozaron locales sindicales, anarquistas y socialistas, junto con los diarios La Vanguardia (órgano de prensa del Partido Socialista) y La Protesta (periódico anarquista).
Este accionar además fue justificado políticamente bajo el discurso de evitar una conspiración “ruso-judaica”, apelando claramente a sentimientos racistas, xenófobos y antisemitas, discurso que sería acompañado de una prórroga del Estado de Sitio y una vuelta de la Ley de Residencia.
A pesar de los cientos de muertos, las centrales obreras UGT (socialista) y FORA lograron presionar conjuntamente para levantar la clausura de locales, eliminar el Código Municipal que criminalizaba las protestas y liberar a lxs detenidxs, pero no consiguieron que se removiera a Falcón como Jefe de Policía, ya que este recibió apoyo de un masivo acto convocado por las cámaras empresarias, quedando impune.
Fue esta impunidad la que convenció al joven anarquista ucraniano, Simón Radowitzky de que cualquier acto de justicia por lxs muertxs de mayo debería ser ajusticiado por mano propia.
Así fue que cuando Falcón volvía del funeral de otro policía junto a su asistente, Radowitzky arrojo una bomba casera contra su carruaje, en la esquina de Quintana y Callao, acabando con el comisario genocida en el acto. Sin posibilidad de huir, fue reducido y enviado al penal de Ushuaia, desde donde logreó la única fuga exitosa en la historia de la infame cárcel. 21 años después, en 1930 y con la continua presión del movimiento anarquista, fue indultado. Sin abandonar nunca la militancia, se dirigió a pelear en España contra los golpistas fascistas de Franco en la Guerra Civil Española.
Del infame Falcón quedan aún hoy algunas estatuas y una calle en la CABA, que es intervenida en incontables ocasiones para tapar el nombre de Falcón con el del héroe obrero y justiciero popular Radowitzky; sería oportuno preguntarnos por qué seguimos homenajeando a un asesino y perpetrador de no una, sino múltiples masacres contra trabajadorxs que reclamaban condiciones de vida digna mientras la clase dominante festejaba el Centenario de la Revolución de Mayo.