Hoy se cumplen 44 años del inicio de la dictadura más sangrienta que ha conocido nuestro pueblo. Este 24 de marzo nos encuentra en una situación excepcional: la crisis sanitaria desatada por la epidemia del Coronavirus nos obligará a que, por primera vez desde 1984, recibamos este aniversario desde nuestras casas. Nuestro pueblo ha hecho un camino de Memoria, Verdad y Justicia en las calles y comprendió siempre que no hay posibilidad de vencer la impunidad y el olvido sin el protagonismo callejero. Este 24 nos encontramos ante el desafío de multiplicar nuestra creatividad para, a pesar de las urgencias e impedimentos que plantea la pandemia, recrear una vez más el ejercicio permanente de la memoria.
Y es justamente en este contexto en que, montados sobre la emergencia, reaparecen discursos autoritarios, escenas de militarismo ciudadano, cuando la historia y la memoria de la dictadura renuevan una vez más su importancia. Refuerzan de nuevo la necesidad de pensar que ese pasado no es sólo para una consigna de efeméride escolar, sino que guarda profundas lecciones para nuestro presente y futuro.
También cuando vemos reaparecer nefastas metáforas militaristas, que nos hablan de «guerra ante un enemigo invisible», que mencionan al presidente como «comandante de esta batalla». O cuando resurgen los gastados discursos de «unidad» y de «patrioterismo futbolero», cuando ya todxs estamos viendo cómo las diferencias de clase se agudizan en una cuarentena que deja en evidencia la desigualdad de recursos que tenemos para sobrellevar la paralización económica.
O cuando vemos el mensaje del ex carapintada Berni, que llama al «Orden, subordinación y valor» y destaca que «no hay lugar para los librepensadores». Y a la cola asoman los gobernadores pidiendo al Ejército en la calle y que se declare el Estado de sitio. Una vez más la memoria debe ser nuestra herramienta de reflexión, de pensamiento crítico. Ya lo sabemos, y en estos días se ha vuelto a poner en evidencia: cuando a las fuerzas de seguridad les sueltan la correa, los primeros que las padecen son los barrios populares, lxs laburantes. Hay que ser bien clarxs: no se necesitan milicos, se necesitan trabajadorxs de la salud, trabajadorxs sociales, se necesita revertir el estado de abandono de nuestro sistema de salud.
Hoy como ayer, si se militarizan los barrios es porque hay o habrá algo que reprimir. Nos preguntamos, ¿qué va a pasar cuando la epidemia llegue a los barrios populares, que por las políticas neoliberales que implantó la dictadura sufren el hacinamiento y la falta de servicios sanitarios básicos?
Con la herencia de la dictadura a cuestas, no damos vuelta la página
Todo esto no cae en el vacío, viene como correlato de un pedido presidencial de que «demos vuelta la página». De un discurso que se refirió al genocidio como «inconductas de algunos». Y si bien después tuvo el valorable gesto de pedir disculpas, fue justamente a partir de la justa reivindicación que hicieron las organizaciones y personalidades que saben que no se puede sacrificar la historia en nombre de una organicidad acrítica. El actual presidente señalaba que las actuales generaciones de milicos fueron formadas en democracia». Lo que no dijo es que quienes los formaron son los dinosaurios de siempre. Tampoco ha planteado, hasta ahora, revertir la inmensa cantidad de leyes y normas que siguen vigentes desde aquella época, que no fueron precisamente promulgadas en democracia, y que la limitan. Nos referimos a las que financian a la iglesia hasta límites obscenos, a la ley de entidades financieras que habilita el endeudamiento cíclico con fuga, a la que permite la venta de terrenos fiscales sin pasar por el Congreso, a la que viola derecho de lxs pibxs criminalizadxs, a la que militariza a la Policía Federal… Seguimos en la misma página en tanto y en cuanto estas leyes y los efectos profundos de la dictadura sigan vigentes.
La renovada crisis de deuda pública que padecemos en la actualidad es un claro signo de la necesidad de cortar las cadenas con ese pasado. Hoy resulta imprescindible suspender los pagos e investigar la deuda. Entre otras estafas nos encontraremos las huellas de la dictadura. Hay que romper el ciclo de la Deuda Eterna.
Por otro lado, creemos que hay que estar muy alertas. Los golpes de estado han dejado de ser cosa del pasado. A los «golpes blandos» de Honduras en 2009, Paraguay en 2012, y la destitución de Dilma Rousseff en 2016 se le ha venido a sumar el golpe criminal en Bolivia, que dejó un tendal de muertes y violaciones a los DDHH. A ello se añade el gobierno ilegítimo y asesino de Piñera, cuyas acciones terroristas cuentan con el beneplácito de la mal llamada «Comunidad Internacional», por el simple hecho de estar alineados con la política norteamericana. El pueblo chileno lleva meses en rebelión contra el neoliberalismo impuesto por su última dictadura, mientras las FF.AA. latinoamericanas están alineadas y bajo la órbita de la doctrina yanqui de la guerra «contra las nuevas amenazas» y el «terrorismo internacional». EEUU ha regado de bases militares Nuestra América, hay quienes hablan de un Plan Cóndor II. No es momento de «reconciliaciones», ni de dar vuelta ninguna página. Es tiempo de estar más alertas que nunca.
Las luchas por las Memorias. Reivindicar la militancia revolucionaria
Como cada 24 de marzo también queremos poner sobre el tapete un debate alrededor de las memorias. Para nosotrxs el 24 no sólo es un momento para repasar los orígenes y consecuencias de un genocidio cuyos resultados aun marcan nuestro presente. También es un momento para poder pensar en el proceso social que se vivía previamente. En la Argentina de los Cordobazos, Rosariazos, Tucumanazos, Mendozazos. La del clasismo y el sindicalismo de liberación, la de las ligas campesinas, la de lxs artistas del pueblo, la de lxs intelectuales comprometidxs con su pueblo, la de los curas villeros, la de las organizaciones de liberación sexual, la que paría también sus organizaciones político-militares. La que palpitaba en una Latinoamérica que quería parir dos, tres, muchas revoluciones. Un tiempo en que todos los sectores oprimidos se planteaban la construcción de un futuro distinto, más justo y libre.
Y la voluntad de rememorar estos procesos no responde a capricho, ni romanticismos. Si nos tomamos la tarea de repasar las trayectorias de lxs compañerxs desaparecidxs, asesinadxs, exiliadxs, nos encontraremos con un genocidio que no tuvo errores, ni excesos, ni malos entendidos. El genocidio recayó sobre la militancia: sobre miembros de las organizaciones armadas, grupos por la diversidad sexual, delegadxs fabriles, activistas barriales, estudiantiles, campesinxs, etc. El principal objetivo era frenar los procesos revolucionarios y cambiar en forma duradera el modelo de acumulación, la formas de organización social e imponer el capitalismo como único horizonte de posibilidad. Para ello, lo primero era destruir las diversas formas organizativas del pueblo: sus organizaciones sociales, sindicales, sus partidos y sus organizaciones armadas.
Sin ambages lo había dicho Videla en la XI Conferencia de Ejércitos Americanos en Uruguay, en noviembre de 1975: «Si es preciso, en la Argentina deberán morir todas las personas necesarias para lograr la paz del país». La paz a la que se refería era la paz de los capitalistas para seguir explotando, claro está. La paz de los cementerios.
La dictadura tuvo por tanto un marcado carácter de clase. El principal objetivo, como dijimos, fue resolver a favor de la gran burguesía la lucha abierta de clases. Por eso cuando se habla de dictadura cívico-militar en realidad no se aporta mucho. Los militares son el brazo armado de una clase, los objetivos que perseguían no tenían que ver con su profesión. La burguesía tiene sus civiles y también sus militares, y todos estuvieron de acuerdo en llevar adelante el programa represivo más atroz que haya conocido el pueblo argentino, para impedir que las fuerzas populares tomaran el poder y expropiaran a los expropiadores.
Por eso la represión se ensañó con compañeras y compañeros de las organizaciones armadas, con delegadxs de las fábricas, donde hubo un revanchismo patronal sin límites. Por eso más del 30% de lxs desaparecidxs son obrerxs fabriles, a lo que hay que sumar trabajadorxs de los servicios, docentes, periodistas, campesinxs, etc. Es decir asalariados de diferentes rubros, en cuyo cautiverio fueron torturadxs con especial sadismo las mujeres y las personas LGTB+.
En síntesis, desde nuestra perspectiva, cuando hacemos memoria sobre la dictadura tenemos que hacer hincapié en su carácter de clase y su carácter conservador y contrarrevolucionario. Si no, nos seguiremos perdiendo en los complicados laberintos que los vencedores han levantado sobre la sangre de nuestras compañeras y compañeros.
Desde nuestro punto de vista, los 24 de marzo son un momento fundamental para que nuestras memorias hagan el esfuerzo por recuperar aquel proyecto político que la dictadura quiso desaparecer junto a los cuerpos de nuestrxs compañerxs. Un momento para recuperar nuestras tradiciones, la historia de nuestras batallas, de nuestras experiencias como pueblo. Si no, como diría Rodolfo Walsh, «cada lucha debe empezar de nuevo, separada de las luchas anteriores: la experiencia colectiva se pierde, las lecciones se olvidan. La historia parece así como propiedad privada cuyos dueños son los dueños de todas las otras cosas». Que la memoria sea la memoria de nuestro pueblo y sus luchas por cambiar todo lo que debe ser cambiado.
En casa, pero con Memoria
Nos quedaremos en nuestras casas, pero que la memoria ocupe igual las calles, las redes sociales, cantemos desde los balcones, gritemos, que el 24 no sea un día más. Es fundamental que no permitamos que se siga fortaleciendo el Estado policial, no dejemos que nos «cuiden» los milicos y ejerzamos más que nunca la solidaridad y el compañerismo.
Colguemos pañuelos blancos en ventanas y balcones. A las 11 hs. escucharemos el documento del Encuentro Memoria, Verdad y Justicia de CABA por streaming (en FB: EMVyJ). A las 15 hs., nos sumamos a los aplausos por lxs 30.000 compañerxs detenidxs desaparecidxs.
Y siempre, en cualquier situación, ser concientes que honrar la memoria de lxs 30.000 es retomar esas banderas de lucha y llevarlas, como un solo puño, a la victoria.
Por eso, este 24 volvemos a gritar:
¡Nuestras compañeras y compañeros lucharon por el Socialismo!
¡No nos han vencido!
¡Apertura de todos los archivos y aparición de todxs lxs niñxs apropiadxs!
¡Memoria, verdad y justicia!