Traducción: Valentín Huarte

Entrevista de Alexandros Kottis a Stathis Kouvelakis para ijsbergmagazine.com

 

            Al día siguiente del acuerdo concertado entre Grecia y la Unión Europea, que prolonga el programa de asistencia en vez de perseguir reformas estructurales, el gobierno griego se encuentra en un impasse. La esperanza de cambio duró sólo un mes para los partidarios del fin de la austeridad. Stathis Kouvelakis, miembro del comité central de Syriza y profesor de filosofía política en el King’s College de Londres, responde a nuestras preguntas.

 

            ¿Qué representa simbólicamente la victoria de Syriza?

 

            La victoria de Syriza representa un giro histórico. Es la primera vez en la historia electoral europea que un partido que se reconoce de izquierda radical, que se sitúa a la izquierda de la social-democracia, gana las elecciones y accede al poder gubernamental.

 

            Hasta el presente, en los únicos casos en los que partidos de dicha familia política han ejercido funciones gubernamentales, han integrado coaliciones más amplias y en circunstancias muy particulares. Esto señala decididamente un cambio, tanto más importante dada la crisis social y económica que atraviesa Europa, provocando un desajuste y una inestabilidad política creciente.

 

            Se observa que en los países del norte y del centro de Europa son las fuerzas de la extrema derecha y de la derecha radicalizada las que parecen beneficiarse. Por el contrario, en los países de la periferia, sumidos en las más duras políticas de austeridad, son más bien las fuerzas de la izquierda radical las que parecen crecer. Es el caso de Grecia, pero también de España o de Irlanda.

            ¿Lo cual confiere una responsabilidad muy grande a Syriza?

             Efectivamente, eso confiere una responsabilidad muy grande a Syriza, lo que implica que un fracaso tendría un costo muy elevado en las relaciones de fuerza del período siguiente.

 

            Desde los primeros días que siguieron a la victoria, no habiendo obtenido la mayoría parlamentaria, Syriza anunció una coalición con los Griegos Independientes, AN. EL., facción  proveniente de la Nueva Democracia ¿Cómo se explica dicha coalición, cómo se organiza y cuál ha sido la reacción del electorado?

 

            Hay dos malentendidos concernientes a AN. EL. que deben ser descartados de plano. Primero, AN. EL.  no es un partido de extrema derecha, contrariamente a lo que pudo haberse dicho en numerosos medios. Efectivamente, se trata de una facción de la Nueva Democracia, a la que se suman desertores venidos de otros espacios, a veces de la izquierda.

 

            En Francia, uno diría que es un partido soberanista, siempre teniendo en cuenta que las referencias soberanistas y patrióticas no tienen el mismo significado en un gran país que fue una potencia colonial e imperialista como Francia, que el que tienen en un país dominado a lo largo de toda su historia como Grecia.

 

            Entonces la alianza con AN. EL. tiene mucho más sentido que una alianza con To Potami

      AN. EL. es por lo tanto un partido que toma posición contra el memorándum y contra las políticas de austeridad, a partir de bases patrióticas. Pero AN. EL. expresa también una fibra social que existía en el seno de la Nueva Democracia, que fue recientemente un partido de masas, con un electorado popular y un sector sindical importante.

      Segundo punto: no hay una gran estrategia definida. Es una elección pragmática, que corresponde a las exigencias del momento. Syriza sabía que tenía que tomar una decisión muy difícil, ya que necesitaba una mayoría en el parlamento.

 

            Habiendo rechazado el KKE (partido comunista griego) cualquier coalición con Syriza durante años, las posibles alianzas restantes se situaban a la derecha o a la centro-derecha. Lo que Syriza quiso evitar es la trampa de una alianza con To Potami. Ese partido fue fabricado desde cero por el sistema. Se presenta como un partido comodín con el fin de participar en cualquier configuración gubernamental.

            Esa es también la razón por la cual los medios extranjeros no han cesado de presentar esa alternativa, pensando que eso forzaría a Syriza a hacer concesiones. Es precisamente eso lo que Syriza ha intentado evitar, escogiendo una alianza con un partido que no plantearía problemas en sus negociaciones contra el memorándum. Entonces, si Syriza retrocede, como sucede actualmente, no puede culparse más que a sí misma.

 

            Toda la campaña mediática realizada contra Syriza, que presentaba a AN. EL. como un partido de extrema derecha, xenófobo, hablando como lo ha hecho M. Quatremer, de una configuración “rouge-brun” (rojo-marrón)[1], ha sido hecha con el fin de que Syriza pague el precio por rechazar una alianza con To Potami, y por lo tanto de conformarse a las exigencias del sistema.

 

            De todos modos, la reacción de Grecia ha sido muy positiva. Debe comprenderse que, sin anular la división izquierda-derecha, la división entre “a favor” y “en contra” del memorándum ha devenido la polarización dominante en la vida política griega. La alianza con AN. EL. tuvo entonces mucho más sentido que el que hubiese tenido una alianza con To Potami.

 

 El balance de un mes de Syriza

Las medidas anunciadas por Syriza hasta el momento:

 – Medidas por la transparencia y la democratización del nuevo gobierno.
– Nuevo código de nacionalidad.
– Medidas para reforzar la transparencia de los medios.
– Nombramiento de un Ministro de Interior considerado como figura de referencia de los movimientos anti-racistas.
– Zoé Constantopoulou, nueva presidenta de la Asamblea, es una figura de la lucha contra la corrupción.
– Restablecimiento de la legislación laboral.
– Restablecimiento de la electricidad.
– Reapertura del grupo de radio-televisión pública.

Las elecciones tuvieron lugar el 25 de Enero. Un mes después, ¿qué balance puede hacerse?

 

            Hay un primer paquete de medidas que han sido anunciadas, que traducen la voluntad de transparencia y de democratización del nuevo gobierno. El cambio del código de nacionalidad, que otorga automáticamente la ciudadanía griega a los hijos de inmigrantes en Grecia, implica un cambio considerable en la manera en que la sociedad griega define la nacionalidad, la ciudadanía y también la identidad nacional.

 

            La transparencia de los medios también forma parte de las medidas anunciadas, con el fin de terminar con la maraña de intereses y negocios ligados al Estado y al personal político, en la cual se encuentran generalmente involucrados los propietarios de los medios. Esto no es exclusivo de Grecia. Berlusconi en Italia o Bouygues en Francia son ejemplos, pero en Grecia el problema alcanzó proporciones realmente grandes.

 

            La elección de las personalidades a cargo de los ministerios ha mostrado que Syriza no cedería en ese nivel. El ministerio del interior ha sido notablemente confiado a una figura de referencia para los movimientos anti-racistas, cercano a las luchas en favor de los inmigrantes, y la nueva presidenta de la Asamblea, Zoé Constantopoulou, es conocida por su lucha contra la corrupción y por su compromiso en favor de las libertades individuales. Esos son signos fuertes.

 

            Desde un punto de vista económico y social, el restablecimiento de la legislación laboral – que había sido suprimida por los gobiernos precedentes – es una medida importante anunciada por Syriza, tanto como la recontratación de funcionarios despedidos, el restablecimiento de la electricidad para los hogares que fueron privados de la misma, o la reconstitución de la ERT (grupo de radio-televisión pública). Esos anuncios se dirigen a instaurar una idea de ruptura respecto de las políticas precedentes, “memorandatarias” [sic].

 

            El paquete de medidas que corresponden al mandato de Syriza, que deberían poner fin a la política de austeridad, tropezó rápidamente con las exigencias de la Unión Europea y de la Troika.   Estas han obligado al gobierno griego a retrocesos sucesivos, paralizando el programa de Syriza. Apenas elegido, el gobierno se encuentra frente a ciertas dificultades que hacen pensar seriamente como una posibilidad viable su fracaso.

 

¿Es esto lo que permite entrever el acuerdo firmado el viernes 20 de febrero?

 

            El acuerdo prevé pagar integralmente y a tiempo a los acreedores. Prevé sobre todo llevar a término el programa precedente, es decir que el país aceptará la tutela de las “instituciones” – el nuevo nombre de la Troïka –.

 

            De hecho, el gobierno griego se compromete a no tomar ninguna medida unilateral, que pudiese poner en peligro los objetivos presupuestarios fijados por los acreedores.

 

            La acción del gobierno de Syriza y su capacidad de poner en obra su programa se encuentran neutralizados por dicho acuerdo. El marco del memorándum se mantiene casi por completo, hay que ser bien claros a este respecto.

 

¿Cómo se explica un fracaso tan rápido?

 

            En primer lugar, por la presión enorme ejercida directamente por las instituciones europeas. La misma comenzó el 4 de febrero, cuando la Banca europea anunció que el refinanciamiento de los bancos griegos iba a detenerse, porque no aceptaba más los bonos de la deuda griega, mientras se operaba al mismo tiempo un movimiento masivo de retirada de liquidez  en Grecia.

 

            Calculado en 2 millones de euros por semana, habría llegado según fuentes fiables a 1.5 millones por día en el último tiempo. Según informaciones que he recibido de Atenas, los bancos griegos no hubiesen podido abrir desde el martes si Grecia no llegaba a un acuerdo. El BCE ha aplicado en Grecia exactamente el mismo tipo de chantaje que en Chipre en 2013 y en Irlanda en 2010.

 

            Hay un estrangulamiento puesto en marcha contra el gobierno griego a través del eslabón más débil, que es el sistema bancario. La presión para que Grecia acepte el marco “memorandatario” ha ido creciendo a partir de las reuniones del Eurogrupo, y si Alemania ha sido la más vindicativa – con todo el espectáculo que acompaña a esos momentos – no hay ninguna diferencia con respecto a los otros países europeos. Nadie se opuso a Alemania.

 

Francia, que constituía un motivo de esperanza para Grecia luego de la elección de François Hollande ¿no ha sido de ninguna ayuda?

 

            Superficialmente, uno podría haber esperado algo. Pero es imposible poner en marcha una política de austeridad y votar la ley Macron, por un lado, y ayudar políticamente a un país que quiere romper con la austeridad.

 

Los errores de Syriza

 

¿Qué responsabilidades corresponden a Syriza?

 

            Hay que ser claros. Un cierto número de puntos que eran objeto de debate al interior de Syriza han sido zanjados de manera negativa. La idea según la cual se podría romper con las políticas de austeridad salvando la economía de una confrontación con la UE ha sido invalidada en los hechos. La línea mayoritaria al interior de Syriza ha evitado responder claramente a un eventual rechazo por parte de los acreedores de Grecia de negociar la deuda.

            De la misma manera, han pensado que los socios europeos se verían obligados a aceptar la legitimidad de Syriza, y por lo tanto las demandas del gobierno griego. Puede verse bien que éste no es el caso. Había ilusiones por parte de la línea dominante de la dirección de Syriza en cuanto a las posibilidades de cambiar las cosas en el marco actual de la UE.

 

            Esas instituciones han revelado su verdadero rostro, que representa la imposición de políticas neo-liberales extremadamente duras y de políticas que conducen a la marginalización económica y social de países enteros.

 

¿Cómo pueden explicarse dichas “ilusiones”?

 

            Hay un bloqueo palpable que no concierne solamente al plano psicológico, sino más bien a la estrategia política. Syriza, como casi la totalidad de la izquierda radical europea, comparte la idea de una reforma, de una transformación desde el interior de las instituciones europeas existentes.

 

            Ahí reside todo el problema. Syriza se fue inclinando cada vez más hacia una posición que rechazaba la ruptura con el euro como una verdadera posibilidad, pero también como un arma para usar en las negociaciones.

 

“Syriza ha rechazado la ruptura con el euro.

 

            Se ha visto en realidad que en ningún momento Varoufakis o Tsipras han utilizado dicha posibilidad. Su corriente se rehúsa a evaluar la dimensión de lo que constituye la realidad de las instituciones y del proceso de integración europea, proceso que lleva al neo-liberalismo en su código genético.

 

            Esas instituciones han sido creadas para invisibilizar las políticas neo-liberales y sustraerlas al control popular. No puede romperse con las políticas de austeridad y los mecanismos de memorándum sin entrar en una confrontación con la UE, y si fuera necesario salir de la zona euro. Grecia ha demostrado en las negociaciones que temía más al “Grexit” que sus interlocutores, y eso es un error fatal.

 

“Podría hablarse de un gran fracaso para Syriza, posiblemente fatal.”

 

            Puede hablarse de un gran fracaso para Syriza, posiblemente fatal, y el fracaso afecta al conjunto de los componentes de Syriza. El ala izquierda no ha logrado hacer prevalecer su punto de vista, y ha sido derrotada por la estrategia de reajuste de la dirección, posterior a las elecciones de 2012. La idea era que el pleno de las voces de izquierda había sido conseguido y que se trataba entonces de salir a buscar las voces del centro.

 

            Una lógica electoralista y falsa, ya que la opinión pública, viendo la amplificación del desastre social, no tiende al reforzamiento de las posiciones centristas. Al contrario, se radicaliza. Dicha radicalización explica a tanto la popularidad de Amanecer Dorado, como la de Syriza.

 

            Hay un verdadero error de fondo en el análisis. Cuando se trata de ceder sobre los puntos fundamentales de una fuerza política de izquierda anti-austeridad, ello no puede conducir más que al fracaso. Es el escenario que desafortunadamente se está desenvolviendo ante nuestras miradas.

 

    “Hay un verdadero error de fondo en el análisis.”

 

            El gobierno de Syriza no tendrá otra opción que la de ser un gestor del marco “memorandatario”. Las pequeñas reformas serán ciertamente elementos de mejoramiento, pero no alcanzaran para transformar una situación económica y social totalmente desastrosa. Eso conducirá traicionar la esperanza y las expectativas que el electorado popular ha depositado en Syriza.

 

            Continuar en esa vía no puede conducir más que al fracaso. La desintegración de Syriza me parece factible, al mismo tiempo que la reconfiguración de las alianzas políticas. Si es para continuar en esta vía, no hay ninguna razón por la cual las fuerzas políticas pro-mémorandum rechazarían colaborar con Syriza. Ya sea To Potami, el Pasok o incluso una franja de la Nueva Democracia, precisamente aquella a la cual Syriza hizo un guiño al elegir a Pablopoulos como Presidente de la República, una figura de referencia para el ala centrista de la Nueva Democracia.

 

¿Cómo podría reaccionar el pueblo griego?

 

            La victoria de Syriza ha devuelto la esperanza al pueblo griego. Al día siguiente del chantaje del BCE, por ejemplo, se vio a la gente salir espontáneamente a las calles para dar su apoyo a Syriza. El retroceso actual corre el riesgo de mostrarse como un estancamiento y provocar una decepción muy importante.

 

¿Podría temerse que sus electores decepcionados giren hacia Amanecer Dorado?

 

            El éxito de partidos de extrema derecha en Europa se debe esencialmente al hecho de que aparecen verdaderamente como formaciones anti-sistémicas ante amplios sectores de la opinión pública. Ellos aparecen como más creíbles, más radicales que las fuerzas de izquierda.

 

            El electorado que se despegó de los partidos tradicionales, a partir de la amplitud de las movilizaciones entre el 2010 y el 2012, giró mayormente hacia la izquierda.

 

            De todas formas, los escenarios de recomposición política que podrían tener lugar comportan el peligro enorme de hacer de la extrema derecha el terreno de oposición a la situación actual.

 

            Syriza ha sido presionado para aceptar la continuación de la tutela de Grecia por parte de la Troïka. Ese sentimiento de humillación nacional es de una importancia decisiva para comprender la escalada de Amanecer Dorado. El ascenso de Amanecer Dorado es verdaderamente una reacción nacionalista regresiva a ese sentimiento de humillación nacional, combinada al colapso económico y social.

            Jean-Claude Juncker, presidente de la Comisión Europea, ha declarado recientemente: “No puede haber opciones democráticas contra los tratados europeos”. ¿Puede considerarse, tanto en Grecia como en otras partes de Europa, que nuestras sociedades son realmente democráticas?

 

            Esa cita de Juncker resume la realidad de la situación. La construcción europea después de los años 1980 es el vector de las políticas neo-liberales. Esa construcción europea inscribe el neo-liberalismo en su código genético. La lógica profunda de esa construcción es una lógica constitutivamente antidemocrática.

            Apunta a disolver el nivel de control nacional estableciendo un control supranacional que está separado, autonomizado de todo mecanismo de control popular. Es eso lo que conduce a las fuerzas políticas de oposición a la parálisis. El fracaso de Syriza de cara a la UE es la ilustración más sorprendente, pero también la más dolorosa.

            Para toda fuerza que discrepe con las opciones dominantes en materia de política económica, la ruptura es una condición indispensable.

[1]     El término rouge-brun designa una persona, o un movimiento político, susceptible de ensalzar valores híbridos resultantes de una mezcla entre aquellos de la derecha nacionalista (el marrón) y la extrema izquierda comunista (el rojo)