Bolivia se encamina a una nueva jornada electoral signada por la ocupación del Estado por parte de una dictadura con muy poca legitimidad social, que intentó durante meses llegar a esta instancia con el principal partido oponente proscrito, y que fracasó en la gestión sanitaria de la pandemia del coronavirus. El MAS, desalojado del poder por una alianza de las derechas y ultraderechas “cívicas”, presenta a Luis Arce y David Choquehuanca como fórmula presidencial, que con toda seguridad será vencedor de la primera vuelta, aunque aún resta saber si podrá imponer su caudal de votos para evitar una segunda vuelta. En una hipotética segunda vuelta enfrentará, con casi absoluta seguridad, a Carlos Mesa. Mesa es el rostro “socialdemócrata” de una de las clases dominantes más racistas, coloniales y patriarcales de Nuestramérica. Por último, entre los candidatos con chances de entrar en la Asamblea Legislativa Plurinacional, se encuentra Luis Fernando Camacho. Camacho es un líder “cívico”, como se autodenominan los sectores de la derecha más radicalizados. Estos fueron la base de la movilización social del Golpe de Estado de 2019, organizando a sectores fascistas como la “Unión Juvenil Cruceña” y que desde hace años anidan en provincias con mayorías opositoras, como Santa Cruz.

La vuelta del MAS al poder significaría una posible “reversión” del golpe de Estado de 2019, pero principalmente daría aire a la difícil situación en la que se encuentran los movimientos sociales y de trabajadores. Luego de meses de resistencia callejera y represión contra el golpe, se vieron azotadxs por la falta de claridad política para enfrentar la mayor crisis sanitaria vista a nivel global. El tiempo en que Añez ha gobernado ocupando el Palacio Quemado ha significado la vuelta de la humillación para las poblaciones indígenas, para las mujeres de pollera y la restauración del capitalismo colonial y patriarcal que durante centenares de años sufrieron lxs explotadxs. Al acelerado aumento de cifras de desocupadxs se sumó el recorte garrafal de centros de salud para que la población del Alto y de los sectores más opositores pudiesen enfrentar al covid-19 y evitar la emergencia que hoy aflora en el país. Se hace urgente que la derecha sufra una derrota contundente, en las urnas y en las calles.

Sin embargo, esta posible vuelta, de no significar cambios en el ejercicio del poder y la relación con los movimientos sociales, encontrará una derecha sin proyecto único, pero con la suficiente cohesión para no entregar el control de la jefatura del Estado o para intentar nuevas desestabilizaciones. Parece improbable que una vez conquistado el poder de manera ilegal e ilegítima, el imperialismo y las derechas vayan a retirarse de una manera pacífica y ordenada.

Por lo pronto, la candidatura de Luis Arce, más allá del modo en que fue elegida, representa la posibilidad más factible de dar continuidad a un plan económico que durante los años de gobierno de Evo Morales ha tenido éxito en elevar los niveles de vida de la clase trabajadora boliviana y achicar la distancia en la distribución de la riqueza. Aún así y aunque esperamos que el triunfo electoral logre la estabilidad política que el pueblo boliviano necesita, creemos necesario recordar que también contuvo a los sectores tradicionales que promovieron el golpe y causaron la crisis social vigente. Los evidentes avances en protagonismo político de lxs subalternxs en Bolivia no alcanzaron para superar la prueba de fuego que significó la ofensiva derechista e imperialista. Como innumerables ejemplos históricos lo demuestran en la historia de nuestro continente, el reaseguro de la ganancia capitalista no es un freno a las ambiciones de las fracciones de la clase dominante que añoran los viejos esquemas de dominación. El MAS como instrumento político debe profundizar los programas que construyeron los movimientos indígenas en las marchas de resistencia de los años 90, así como en las resistencias antineoliberales que fueron la Guerra del Agua y del Gas del 2000 y 2003. El sostenimiento del modelo económico, social, comunitario y productivo del cual Arce es ideólogo y ejecutor como ministro de economía durante casi la totalidad del mandato de Morales, debe ser modificado para dar mayor protagonismo popular y socavar las bases materiales sobre las cuales se sostiene el poder de la reacción derechista.

Las elecciones de este domingo muy probablemente no definan quien conduzca el Estado Plurinacional. Desde el MAS, así como desde las derechas, se avizora un enfrentamiento por el desconocimiento de las elecciones ante un resultado favorable. Apostamos a que los movimientos sociales, indígenas, de mujeres y disidencias, campesinos y sindicales resuelvan en la lucha lo que quizás las urnas no diriman.

1000x1000 14