“Hollande es el mejor aliado de los EEUU”
18/09/13
Por Martín Mosquera
Traducción de Jonathan Rocca Funes.
A continuación la conversación de DS con Flavia Verri, Hugo Harari-Kermadec y Sebastián Vielle, tres referentes de la Gauche Anticapitaliste de Francia, corriente proveniente del NPA, perteneciente a la IV Internacional y actualmente miembro del Front de Gauche (Frente de Izquierda) encabezado por Jean-Luc Melenchon.
¿Podrías comentarnos brevemente el debate al interior del NPA que conduce a la salida de la Gauche Anticapitaliste?
Con el objetivo de construir una alternativa creíble a la derecha, a la extrema derecha y al social-liberalismo, la cuestión de la unidad en las luchas y las elecciones de la izquierda anticapitalista y antiliberal está formulada desde varios años en la situación política francesa.
Esta unidad ha sido primordial luego de la victoria del « no » en el referéndum sobre el tratado constitucional europeo en 2005.
La unión de la izquierda anticapitalista y antiliberal en una campaña por un « no de izquierda » ha hecho nacer centenas de comités unitarios locales que han hecho la pregunta sobre la construcción de un frente social y político sostenible. Esta izquierda sin embargo estaba dividida en torno a las relaciones con los social-liberales. De un lado, ciertos componentes, entre los cuales la LCR, defendían muy justamente una independencia total frente al social-liberalismo para las próximas elecciones, y por otro lado, otras organizaciones, entre las cuales el Partido comunista, argumentaban lo contrario. Esta división ha entonces frenado la construcción de este frente social y político en gestación, pero ha puesto en el centro del debate de esta izquierda la cuestión de la alianza o no con los social-liberales. Este es el paisaje de la izquierda de transformación que ha sido perturbado por este episodio unitario.
La Gauche Anticapitaliste es una corriente que nació en el NPA el 5 y 6 de noviembre de 2011 oponiéndose al curso aislacionista de su mayoría. Después de haber propuesto sin éxito al NPA de entrar en el Front de Gauche, ella decidió unirse a éste como corriente autónoma el 8 de julio de 2012. Una gran mayoría de sus militantes decidió, al mismo tiempo, dejar el NPA. La Gauche Anticapitaliste constató en ese momento que la condición política que exigía, a saber, que el Front de Gauche rechace participar en el gobierno de Hollande y sostener su política, estaba cumplida.
¿Cuál es el impacto de la crisis económica internacional sobre Francia?
El impacto más importante es el desempleo: este va subiendo de manera casi continua desde 2008.
L@s primer@s impactad@s fueron l@s obrer@s precarizad@s, cuyos contratos cortos no se renovaron, y luego l@s obrer@s con estatuto, quien sufrieron “desempleo técnico” es decir un desempleo parcialmente compensado por el estado. Después de unos meses, muchas pymes y empresas medianas cerraron por falta de financiamiento y de demanda, dejando sin empleo a miles de trabajador@s de todos los sectores. A partir de 2012, las más grandes empresas van cerrando fabricas, como la fábrica de Aulnay de Peugeot en el conurbano de Paris, o altos hornos de Mital en el este francés. El estado también destruye empleos a gran velocidad, una política iniciada por el gobierno de derecha que el gobierno socialista electo en 2012 apenas freno.
Las medidas de ambos gobiernos se concentraron en salvar los bancos franceses y la industria automotora. Contra la crisis, los gobiernos franceses no tienen ningún plan alternativo al neoliberalismo, y la crisis está lejos de haber acabado: el crecimiento volvió a ser negativo en 2012 y el PBI actual no supera el de 2007. Para el pueblo, solo queda (por suerte) el estado de bien estar que la agenda neoliberal no ha terminado de desmantelar: subsidio de desempleo, seguro medico público, jubilaciones decentes.
Pero la crisis y el crecimiento de la deuda pública (causada por la baja de impuestos) sirven de argumentos para relanzar los recortes públicos, bajar las pensiones y seguir atacando a los servicios públicos, en cantidad como en calidad.
La crisis también es una crisis política, en particular del proyecto europeo. Este ya venía muy fragilizado en la opinión pública de los países del centro (la constitución europea fue rechazada en Francia y Holanda en 2005) pero con la crisis el papel burgués y neocolonialista del euro y de la UE aparece con claridad en la periferia. Cada día deja más claro el autoritarismo de esta construcción institucional que fue profundizando los desequilibrios económicos. Con la crisis aparece que todas las reglas se pueden quebrar para salvar al capital financiero, pero nunca para defender las condiciones de vida del pueblo.
La crisis tiene efectos ideológicos: el racismo, en particular contra los musulmanes, va subiendo, y temas sociales de derecha vuelven con fuerza.
¿Cómo caracterizarían la coyuntura social y política francesa luego de las movilizaciones de masas contra el “matrimonio gay”?
Hollande y el PS están en el poder hace más de un año. Ellos llevan globalmente una política de derecha: austeridad, adopción del tratado presupuestario europeo, desreglamentación del mercado de trabajo (ANI), diversos regalos al patronato, privatizaciones a realizarse…
La reforma de las jubilaciones es una etapa más de una política que consiste en aliviar las « cargas » de las empresas y transferirlas a las grandes mayorías. Ningún progreso social o ecológico será inscripto en la agenda gubernamental, por primera vez en la historia de las experiencias de izquierda en el poder. En el dominio ecológico, ningún avance notable tampoco, sino que más bien el peso de los lobbys nucleares y petroleros (gas y aceites de esquisto, gas de hulla) se hace sentir en el seno mismo del gobierno. Es también digno de mención que dos ministros de medio ambiente han sido obligados a renunciar en menos de un año. La política defendida con fragor por Valls marca igualmente una muy grave evolución. No solamente porque ella confirma una victoria ideológica de la derecha de la derecha sobre el terreno de la seguridad y la inmigración, sino igualmente porque aquella retoma desde ahora palabra por palabra el lenguaje histérico anti-gitano, anti-musulmán, que hasta aquí era limitado a la extrema derecha y de ciertos sarkozistas.
Sólo la adopción del matrimonio para todos y todas hace la excepción, sabiendo que todos los gobiernos de derecha en Europa han adoptado la misma reforma. Las movilizaciones contra el matrimonio para todos han desinhibido a la derecha y la extrema derecha, que habían puesto en la calle todos sus sostenes, reforzando este campo reaccionario.
De hecho, parece que la derrota de Sarkozy no ha significado la derrota del sarkozysmo, en la medida en que las hojas de ruta gubernamentales se parecen.
Estos elementos de continuidad con el sarkozysmo (la hiper-presidencia) están igualmente presentes en el activismo guerrerista y atlantista de Hollande que se reencuentran de ahora en más como el mejor aliado de los EEUU.
¿Cuáles son las perspectivas de la GA al interior del Front de Gauche? ¿Cuál es la perspectiva del FdG como referencia política?
La opción del Front de Gauche como construcción de una alternativa política y como lugar de iniciativas es confirmado por las evoluciones y los acontecimientos que han pintado el año 2012-2013, de las cuales dos son manifestaciones iniciadas por el Front de Gauche en septiembre y junio últimos. En estos momentos, el FdG es una adquisición extremadamente valiosa, la condición para que subsista y se desarrolle un instrumento político a la izquierda del PS.
Esta polaridad del Front de Gauche trae muchos animadores y animadoras del movimiento social y sindical a referenciarse. En efecto, ella explica las dificultades de la extrema izquierda para existir y justificar su exterioridad en este cuadro independiente de la izquierda liberal.
Esta valiosa adquisición es sin embargo de una gran fragilidad. Por el momento sigue siendo un “cartel”, a pesar de la existencia de espacios de debate y de iniciativas (asambleas ciudadanas, ciertos frentes temáticos), y ha mostrado su incapacidad de absorber la dinámica que suscita al momento de las presidenciales, que condujo a nuestra decisión de entrar. Las decenas de miles de hombres y mujeres que se habían entonces comprometido y en seguida encontraron un FdG que pocas veces localmente se abrió para recibirlos.
Si él constituye hoy en día el único marco político que permite comenzar a construir a largo plazo una perspectiva política contra la derecha y la extrema derecha, alternativa al social liberalismo, debe, para lograr esta tarea, dotarse de una orientación y de una estructuración que respondan a los desafíos históricos y políticos a los cuales nos hemos enfrentado. Debe también resistir a las fuerzas centrífugas que lo atraviesan. Su situación es difícil en esta vuelta, marcada por tensiones entre el PCF (Parti Communiste Français) y el PG (Parti de Gauche), en particular en cuanto a las municipales. Huérfano de una perspectiva estratégica de unión de la izquierda, hoy sin base política real, el PCF parece navegar a ojo, incluso si amplios sectores militantes, parte de su dirección inclusive, son defensores del FdG. En efecto, no alcanza a ver el cuadro de su propio desfasaje. En esta situación, el peso de los electos se mantiene, no existe todavía dinámica social y política capaz de ubicarlo sobre el terreno. Desde luego, si nadie sabe evidentemente cómo van a votar finalmente los militantes del PCF, es claro que las señales de la dirección marcan ahora una preferencia por la reconducción de los acuerdos con el PS. Una orientación tal vuelve difícil el despliegue del FdG, y contribuye a desdibujar su mensaje.
El PG hizo la elección de la autoconstrucción, incluso si es capaz de tomar iniciativas positivas mas amplias que si mismo (reunión del ecosocialismo).
Él se apoya sobre una visión netamente sobrevalorada de las relaciones de fuerza y parece teorizar un cambio inminente de situación, que aprovecharía únicamente el FdG.
Las dinámicas contradictorias son entonces patentes.
Desde luego, el reagrupamiento que hemos iniciado toma todo un sentido. No se trata solamente de hacer nacer una nueva fuerza anticapitalista, sino de defender un proyecto global para el Front de Gauche y de poner en práctica una lógica de rebasamiento de corrientes políticas que podrían igualmente efectuarse a amplia escala. Este es el reto del 23 y 24 de noviembre: una unión de corrientes en el FdG como laboratorio de acercamientos y de fusiones más amplias.
Nosotros queremos que el agrupamiento sea portador de proposiciones anticapitalistas y ecosocialistas unitarias que sometera a todo nivel a las instancias del Front de Guache. Nosotros vamos a ponerlas en práctica con todas las fuerzas sociales y políticas que acuerden. El reto es saber si conseguimos para y con el Front de Gauche hacer tener en cuenta y popularizar un conjunto de medidas de urgencia sociales, ecológicas y democráticas articuladas con un programa de transformación social que haga puente entre las reivindicaciones inmediatas y la sociedad ecosocialista que queremos, que pueda ser un programa de transición para el siglo XXI.
¿Qué significa para uds. hoy día la IV Internacional?
En su gran mayoría, los militantes de la GA provienen de la LCR, ultima sección francesa de la IV internacional. Hoy en día sus militantes están en varias formaciones políticas como resultado de la división después del lanzamiento del Nuevo Partido Anticapitalista: Gauche Unitaire (observador en la IV), Gauche Anticapitaliste (con miembros en el Comité Internacional), Convergences et Alternatives (con un miembro en el CI) y, por supuesto el NPA.
Existe pues un hilo histórico entre nuestro grupo y la IV sin pretensiones a la exclusividad.
Imperfecta, pequeña, la IV es hoy, a pesar de sus crisis, de la dificultad de varias secciones europeas, de su división en cuanto a la estrategia por tomar, una agrupación internacional de un valor incomparable.
Su enraizamiento en las luchas contra el estalinismo y en defensa de las libertades democráticas, hacen de nuestra organización internacional, un elemento muy importante a la hora de establecer una estrategia y un programa revolucionario para el siglo naciente, proyecto tan ajeno a lo que fue la URSS o el camino capitalista que ha tomado la internacional socialista.
Sus militantes son elementos motores de muchas de las luchas sociales alrededor del orbe, y ver la realidad mundial a través de los camaradas filipinos, pakistaníes, venezolanos, tunecinos,… es un tesoro que merece ser protegido y desarrollado.
Reivindicamos los últimos congresos, en particular la búsqueda de un camino para construir partidos anticapitalistas “amplios”, donde puedan confluir los que en la izquierda quieren un construir un sistema socialista, exento de la brutalidad de la propiedad privada de los medios de producción, defendiendo un feminismo radical y una visión ecologista del socialismo. Creemos que en esos partidos pueden convivir diferentes historias políticas siempre y cuando compartamos la confrontación con el capitalismo y la auto-organización de las luchas sociales. En ese sentido, nuestro marxismo revolucionario aspira a ser acompañado y confrontado con opciones más libertarias, más ecologistas, sin adelantar los debates que en la transición revolucionaria tendrán lugar.
Conscientes que la actualidad política en nuestra Europa neoliberal e imperialista, la realidad de la relación de fuerzas entre las clases y la presión de la extrema derecha, no nos permite imaginar esa transición a corto plazo, pensamos que la IV Internacional es un espacio revolucionario de aglutinación de fuerzas revolucionarias y una red de resistencias radicales alrededor del mundo, que es nuestra responsabilidad proteger y desarrollar.
¿Qué lugar y tareas puede ocupar en el proceso de recomposición internacional de la izquierda anticapitalista?
Su lugar es ante todo el de una agrupación revolucionaria vacunada contra los sectarismos de buena parte del trotskismo mundial. Nuestro apego a la independencia de clase tanto como a la auto-organización de los oprimidos y sus luchas, nuestro odio al burocratismo y a la sustitución de las luchas por aparatos políticos, nos dan una identidad y una posición interesante en la perspectiva de recomposición. De hecho, es un éxito nuestra capacidad de acoger en nuestro seno a fuerzas político-sociales que no provienen del trotskismo como es el caso en Asia, o que provienen de otras tradiciones del trotskismo como es el caso de latino-américa. Aunque no permita proponernos como una organización central en la perspectiva revolucionaria mundial, esos acercamientos son éxitos de decisiones de años anteriores: abandonar el centralismo internacional, no caer en fraccionismo, abrir espacios teóricos y prácticos como lo fueron nuestras resoluciones sobre diversidad sexual, democracia socialista o ecología…
Defendemos la permanencia de ese espíritu en nuestra organización para que quede abierta a unificaciones o procesos de confluencia a escala internacional. Hasta ahora no se han concretado, pero nuestra fuerza esta en entender la necesidad de una colaboración internacional de las fuerzas socialistas, democráticas y anticapitalistas para superar la fase actual insoportable para la vida cotidiana del capitalismo neoliberal en crisis.