El miedo a la salida de Grecia del euro ya no nos debería paralizar.
por Stathis Kouvelakis
Publicado por Jacobin
por Stathis Kouvelakis
Publicado por Jacobin
Traducción: Guido Spadavecchia y
Ernesto Bulnes para Democracia Socialista.
Ernesto Bulnes para Democracia Socialista.
La decisión del gobierno de Syriza de transferir todos los fondos públicos disponibles al Banco de Grecia marca un punto de inflexión política. Este movimiento de alto riesgo expone de la manera más clara posible la naturaleza de la situación y el modo en que ha ido evolucionado en los dos meses y medio transcurridos desde el acuerdo del 20 de febrero.El argumento que entonces se expuso a favor de ese acuerdo era que, a pesar del alto costo que significaba, “compraba tiempo” con el fin de preparar el terreno para las negociaciones claves del verano.
La pretensión era que, por un período de cuatro meses, el Banco Central Europeo depusiera la tortura que le imponía a la economía del país desde el 5 de febrero, cuando se decidió dar por terminado el mecanismo más importante para la financiación de los bancos griegos. Como ahora es sabido, el gobierno se vio arrastrado a la firma de ese acuerdo, desfavorable para sus objetivos originales, por la presión ejercida a través de la salida acelerada de los depósitos bancarios y la amenaza de un colapso del sistema bancario.
Ahora, con las arcas públicas vaciándose para evitar el no pago de los servicios de la deuda y de las obligaciones estatales ineludibles, es evidente que el único tiempo que se ha conseguido fue en ventaja de las instituciones europeas y que Grecia se expone a mayores extorsiones, en una posición relativa más desfavorable que en Febrero.
El clima beligerante, sin precedentes, en la reunión del Eurogrupo en Riga, con el ministro de Finanzas griego, Yanis Varoufakis, puesto en ridículo por sus contrapartes (incluso por países del peso de Eslovaquia o Eslovenia) muestra con suficiente claridad la cantidad de la humillación que el gobierno ha tenido que soportar en los últimos dos meses.
Detrás del error
En un notable comunicado, el 23 de abril, el viceministro responsable de relaciones económicas internacionales, que ha reemplazado a Varoufakis como jefe del equipo negociador griego, Euclides Tsakalotos dijo: “Cuando pusimos nuestra firma en el acuerdo de 20 de febrero cometimos el error de no asegurarnos de que no fuera una señal para que el Banco Central Europeo comenzara con la cuenta regresiva para frenar la provisión de liquidez”.
Este “error” no tiene que ver con algún aspecto secundario sino con los puntos centrales del acuerdo. Hay una razón específica para ello, y esta razón es de carácter político, no técnica.
El equipo griego no tuvo en cuenta lo que era obvio desde el principio, el Banco Central Europeo y la Unión Europea no iban a sentarse de brazos cruzados ante un gobierno de la izquierda radical. El principal arma en su arsenal es la liquidez y era totalmente lógico y previsible que recurrirían a ella de inmediato. Y naturalmente, los prestamistas no tienen ninguna razón para no para seguir “apretando la soga al cuello” (como lo expresó el primer ministro Alexis Tsipras) hasta obligar al equipo griego a la capitulación total.
Para decirlo de otra manera, si con el acuerdo 20 de febrero los prestamistas hubieran acordado “garantizar la liquidez”, si hubieran desvinculado su provisión de los planes de austeridad específicos que tratan de imponer, simplemente se habrían privado de los medios más importantes para ejercer presión que tienen a su disposición.
Que Tsakalotos crea que fueran a hacer eso es de ingenuidad política extrema, si no es ceguera voluntaria, sobre todo cuando una parte importante de su propio partido ha estado advirtiendo desde el principio la inevitabilidad de este desarrollo.
Así que el “error” es el resultado de una hipótesis de trabajo equivocada en lo fundamental y en la que toda la estrategia del gobierno se ha basado desde el principio: que “vamos a llegar finalmente a un acuerdo con los acreedores”, permitiendo a Syriza implementar su programa y al mismo tiempo permanecer en la zona euro. Esta es la condena de la lógica del “Europeísmo de izquierda”.
Qué es lo que sigue?
Por más que se haya abusado de la frase, no podemos encontrar una mejor manera de describir la situación actual del país que diciendo que “pende de un hilo”.
Con el método y el contenido de la legislación relativa a la transferencia de fondos, el gobierno se encuentra en una situación muy difícil, no sólo financiera, sino también política.
Parecieran haber comenzado a tejerse en Grecia las condiciones previas para los “cacerolazos”, como se le llama en los países latinoamericanos a las manifestaciones en contra de los gobiernos, impulsadas por las oposiciones reaccionarias y fomentadas desde el extranjero, como intentos de derrocar a los gobiernos de izquierda.
La única vía de escape ante la amenaza de confinamiento en la jaula de los memorandos y descarrilamiento del proyecto del gobierno, radica en la activación de la movilización popular, retomando el clima combativo y la esperanza que prevalecía antes del acuerdo 20 de febrero.
No es demasiado tarde. Es precisamente ahora el momento de hablar claro, el único modo de tener impacto y activar al pueblo, precisamente porque de esa forma se lo trata con respeto, como adultos y agentes de su propio destino.
Lo que está en juego en Grecia es la posibilidad de un cambio radical y la apertura de una ruta hacia una giro político completo, la emancipación de su pueblo, de sus clases trabajadoras, y también el futuro de los trabajadores en toda Europa.
El temor de la salida de Grecia del Euro no nos debería paralizar más. Ha llegado el momento de dejar claro que todos los fondos canalizados bajo la nueva legislación a las arcas públicas, deben destinarse a la cobertura de las necesidades públicas y sociales y no para los pagos a los prestamistas.
Ha llegado el momento de poner fin a charlatanería soporífera acerca de que “las negociaciones van bien” y de los “acuerdos en camino”.
Ha llegado el momento de poner fin a las referencias surrealistas a “soluciones mutuamente beneficiosas” y a los “socios” con los que supuestamente somos “copropietarios de la UE”.
Ha llegado el momento de revelar a la opinión pública griega e internacional los detalles de la guerra sin cuartel que se libra en contra de este gobierno.
Y ha llegado el momento, sobre todo, de prepararnos por fin, política, técnica y culturalmente, para la única solución honorable, la ruptura con esta mafia neoliberal implacable.
Ha llegado el momento de concretar el contenido, y explicar la viabilidad de la propuesta alternativa, comenzando con la doble iniciativa de una suspensión de pagos a los prestamistas y la nacionalización de los bancos y progresar, si es necesario, a la elección de un moneda nacional, aprobada por el público a través de un referéndum popular.
Ha llegado el momento para la reflexión seria, pero también para decidir. Este es el momento en el que el desastre y la redención están uno al lado de la otra.
Este es el momento de luchar.
La pretensión era que, por un período de cuatro meses, el Banco Central Europeo depusiera la tortura que le imponía a la economía del país desde el 5 de febrero, cuando se decidió dar por terminado el mecanismo más importante para la financiación de los bancos griegos. Como ahora es sabido, el gobierno se vio arrastrado a la firma de ese acuerdo, desfavorable para sus objetivos originales, por la presión ejercida a través de la salida acelerada de los depósitos bancarios y la amenaza de un colapso del sistema bancario.
Ahora, con las arcas públicas vaciándose para evitar el no pago de los servicios de la deuda y de las obligaciones estatales ineludibles, es evidente que el único tiempo que se ha conseguido fue en ventaja de las instituciones europeas y que Grecia se expone a mayores extorsiones, en una posición relativa más desfavorable que en Febrero.
El clima beligerante, sin precedentes, en la reunión del Eurogrupo en Riga, con el ministro de Finanzas griego, Yanis Varoufakis, puesto en ridículo por sus contrapartes (incluso por países del peso de Eslovaquia o Eslovenia) muestra con suficiente claridad la cantidad de la humillación que el gobierno ha tenido que soportar en los últimos dos meses.
Detrás del error
En un notable comunicado, el 23 de abril, el viceministro responsable de relaciones económicas internacionales, que ha reemplazado a Varoufakis como jefe del equipo negociador griego, Euclides Tsakalotos dijo: “Cuando pusimos nuestra firma en el acuerdo de 20 de febrero cometimos el error de no asegurarnos de que no fuera una señal para que el Banco Central Europeo comenzara con la cuenta regresiva para frenar la provisión de liquidez”.
Este “error” no tiene que ver con algún aspecto secundario sino con los puntos centrales del acuerdo. Hay una razón específica para ello, y esta razón es de carácter político, no técnica.
El equipo griego no tuvo en cuenta lo que era obvio desde el principio, el Banco Central Europeo y la Unión Europea no iban a sentarse de brazos cruzados ante un gobierno de la izquierda radical. El principal arma en su arsenal es la liquidez y era totalmente lógico y previsible que recurrirían a ella de inmediato. Y naturalmente, los prestamistas no tienen ninguna razón para no para seguir “apretando la soga al cuello” (como lo expresó el primer ministro Alexis Tsipras) hasta obligar al equipo griego a la capitulación total.
Para decirlo de otra manera, si con el acuerdo 20 de febrero los prestamistas hubieran acordado “garantizar la liquidez”, si hubieran desvinculado su provisión de los planes de austeridad específicos que tratan de imponer, simplemente se habrían privado de los medios más importantes para ejercer presión que tienen a su disposición.
Que Tsakalotos crea que fueran a hacer eso es de ingenuidad política extrema, si no es ceguera voluntaria, sobre todo cuando una parte importante de su propio partido ha estado advirtiendo desde el principio la inevitabilidad de este desarrollo.
Así que el “error” es el resultado de una hipótesis de trabajo equivocada en lo fundamental y en la que toda la estrategia del gobierno se ha basado desde el principio: que “vamos a llegar finalmente a un acuerdo con los acreedores”, permitiendo a Syriza implementar su programa y al mismo tiempo permanecer en la zona euro. Esta es la condena de la lógica del “Europeísmo de izquierda”.
Qué es lo que sigue?
Por más que se haya abusado de la frase, no podemos encontrar una mejor manera de describir la situación actual del país que diciendo que “pende de un hilo”.
Con el método y el contenido de la legislación relativa a la transferencia de fondos, el gobierno se encuentra en una situación muy difícil, no sólo financiera, sino también política.
Parecieran haber comenzado a tejerse en Grecia las condiciones previas para los “cacerolazos”, como se le llama en los países latinoamericanos a las manifestaciones en contra de los gobiernos, impulsadas por las oposiciones reaccionarias y fomentadas desde el extranjero, como intentos de derrocar a los gobiernos de izquierda.
La única vía de escape ante la amenaza de confinamiento en la jaula de los memorandos y descarrilamiento del proyecto del gobierno, radica en la activación de la movilización popular, retomando el clima combativo y la esperanza que prevalecía antes del acuerdo 20 de febrero.
No es demasiado tarde. Es precisamente ahora el momento de hablar claro, el único modo de tener impacto y activar al pueblo, precisamente porque de esa forma se lo trata con respeto, como adultos y agentes de su propio destino.
Lo que está en juego en Grecia es la posibilidad de un cambio radical y la apertura de una ruta hacia una giro político completo, la emancipación de su pueblo, de sus clases trabajadoras, y también el futuro de los trabajadores en toda Europa.
El temor de la salida de Grecia del Euro no nos debería paralizar más. Ha llegado el momento de dejar claro que todos los fondos canalizados bajo la nueva legislación a las arcas públicas, deben destinarse a la cobertura de las necesidades públicas y sociales y no para los pagos a los prestamistas.
Ha llegado el momento de poner fin a charlatanería soporífera acerca de que “las negociaciones van bien” y de los “acuerdos en camino”.
Ha llegado el momento de poner fin a las referencias surrealistas a “soluciones mutuamente beneficiosas” y a los “socios” con los que supuestamente somos “copropietarios de la UE”.
Ha llegado el momento de revelar a la opinión pública griega e internacional los detalles de la guerra sin cuartel que se libra en contra de este gobierno.
Y ha llegado el momento, sobre todo, de prepararnos por fin, política, técnica y culturalmente, para la única solución honorable, la ruptura con esta mafia neoliberal implacable.
Ha llegado el momento de concretar el contenido, y explicar la viabilidad de la propuesta alternativa, comenzando con la doble iniciativa de una suspensión de pagos a los prestamistas y la nacionalización de los bancos y progresar, si es necesario, a la elección de un moneda nacional, aprobada por el público a través de un referéndum popular.
Ha llegado el momento para la reflexión seria, pero también para decidir. Este es el momento en el que el desastre y la redención están uno al lado de la otra.
Este es el momento de luchar.