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La doble vara de EEUU y la UE al desnudo en el Día de lucha contra la discriminación racial 2

Por Nicolás Deleville

La guerra entre Rusia y Ucrania desnudó, entre otras tantas hipocresías políticas y mediáticas de las grandes potencias, una brutal doble vara en relación con el tratamiento de los refugiados, con un despliegue de solidaridad y buenas intenciones que ni Estados Unidos y la Unión Europea se preocuparon en garantizar frente a otros conflictos de igual o mayor gravedad desatados en África, Asia o América latina.

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Con el estallido de la guerra entre Rusia y Ucrania y el inicio de la invasión rusa, aproximadamente 2 millones de ciudadanxs ucranianxs escaparon del país en calidad de refugiadxs. Polonia recibió a cerca de la mitad de ellos. Mientras, la ONU exige a Rusia la apertura de corredores humanitarios para llevar ayuda a las ciudades ucranianas y la embajadora de Estados Unidos ante el organismo, Linda Thomas-Greenfield, reclama por la situación de sitio y la escasez de material médico que el conflicto causa en los hospitales ucranianos.

Al mismo tiempo que Joseph Borell, el alto representante de la Unión Europea (UE) para asuntos exteriores y política de seguridad, lanza la siguiente declaración: “Debemos tener una visión más política de nuestra ayuda para asegurar que la comunidad internacional, primero que todo, condene las acciones rusas, establezca una coalición para ayudar a los refugiados ucranianos, y también apoye a los ucranianos, tanto a los que todavía están en el campo de batalla como a los que escaparon para salvar sus vidas, a quienes debemos dar la bienvenida”.

Está claro que debería apoyarse a lxs refugiadxs y migrantes que escapan de guerras, regímenes dictatoriales y represivos o crisis humanitarias profundas. Los horrores de guerra que atraviesa una buena parte de la población ucraniana son innegables, pero es importante destacar la doble vara que tanto la ONU como la UE están aplicando respecto del tratamiento de lxs refugiadxs de ésta guerra, en relación con los millones de refugiadxs y migrantes no europeos que hace décadas intentan escapar desde sus países de África, Asia o América latina para los cuales la única política oficial ha sido la expulsión, deportación o reclusión en campos de refugiados de condiciones infrahumanas.

El doble standard europeo y estadounidense a este respecto aparece como especialmente hipócrita este  21 de marzo, Día internacional contra la Discriminación Racial, si consideramos que hace apenas unos años, en 2015, un millón de refugiados sirios que escapaban de la brutal guerra civil que arrasaba su país (provocada sobre todo por las políticas imperialistas del bloque UE-USA, pero también de Rusia e Irán en una disputa por la supremacía en la región), recibiendo como tratamiento oficial un brutal rechazo. No importó en absoluto que su situación fuera igual o peor a la de los actuales refugiados ucranianos. Recordemos que huían no sólo de una guerra entre estados, que se supone debe considerar algunas reglas y leyes internacionales, sino también de la actuación de grupos terroristas con el Daesh (Estado Islámico) o el apoyado por occidente frente Al-Nusra (Al-Qaeda), aún más brutales.

Entonces Hungría y Serbia bloquearon sus fronteras para evitar que lxs refugiadxs sirixs llegaran a Europa, obligándolos a tomar una peligrosa ruta marítima en la que se estima murieron 45 mil personas, entre ellxs el pequeño y tristemente famoso Aylan Kurdi, cuyas fotos dieron vuelta al mundo, lo mismo que las imágenes de lxs refugiadxs muertos en un camión que los transportaba ilegalmente en Austria. Lo mismo pasó con la guerra en Libia, donde apenas unxs 300 mil refugiadxs llegaron a Europa solo para ser tratados como migrantes ilegales en su arribo a las costas italianas, debiendo antes enfrentarse a los mismos peligros del Mar Mediterráneo que mataron a Aylan.

Igual destino enfrentan hoy mismo los cientos y miles de refugiadxs africanxs que escapan del hambre, la miseria y la guerra, a los que no sólo la Unión Europea deja morir en el océano sino que incluso llega al punto de arrestar a lxs voluntarixs que intentan ayudarlos, como sucedió con la capitana de barco Carola Rackete. Lo mismo hace Estados Unidos con los migrantes de latinoamericanos. Basta recordar el tratamiento que le dio a la caravana migrante de Centroamérica, en un despliegue de violencia sin parangón que llegó a enjaular niñxs y a separando familias que buscaban escapar de la violencia del narcotráfico y de estados de una violencia institucional estructural, siempre apoyados y financiados por el país del norte.

Por eso, en este Día de Lucha contra la Discriminación Racial, recordamos la hipocresía de las potencias capitalistas y sus organismos “multilaterales” que mientras causan o avalan guerras por sus intereses en todo el mundo, intentan sacar chapa de humanitarios ayudando a algunxs refugiadxs seleccionados (sobre todo si son rubios y de ojos claros), apoyándolos y reconociéndoles el status legal que les corresponde, mientras que el resto de las víctimas de las innumerables guerras en curso en el planeta es tratada como si fueran delincuentes, usándolos además como chivos expiatorios para las más bestiales agendas represivas, autoritarias y  ultra-conservadoras, multiplicando los discursos de odio y racismo.