Por EDUARDO LUCITA (ECONOMISTAS DE IZQUIERDA). Extraido de Revistalabarraca.com.ar
- ¿Qué es la izquierda en la Argentina?
Debiéramos precisar de qué hablamos cuando hablamos de izquierda en Argentina. Si nos referimos a organizaciones políticas, núcleos sociales y personalidades que cuestionan la dependencia de los centros imperialistas; la distribución del ingreso, las condiciones de vida, el asistencialismos, la dilapidación de los bienes comunes, la discriminación sexual, racial o religiosa, y un largo etcétera, tenemos una noción de izquierda amplia, que alberga desde sectores clasistas hasta populistas y clericales, sin olvidar los estalinistas en crisis. Por el contrario si se trata de una izquierda anclada en la explotación asalariada y las diversas reivindicaciones sociales y políticas colocadas más arriba pero se las ubica en el marco del sistema mundial del capital y se comprende que la principal traba para resolver los males que el capitalismo provoca en nuestra sociedad es el propio sistema del capital, tendremos una noción de izquierda -clasista y anticapitalista- distinta a aquella que propone la conciliación de clases y reformar el capitalismo.
Esta última es la izquierda en que nos incluimos.
- ¿Cómo analiza y se posiciona ante los procesos populares en América Latina, en particular Venezuela, Bolivia, Ecuador, Brasil, Uruguay, Chile?
Conviene señalar que EEUU ha logrado exportar su crisis y avanza hacia el autoabastecimiento energético esto le permite moverse con un mayor grado de autonomía mientras reorienta su política hacia la China y el sudeste asiático. En paralelo esta buscando recrear su presencia en América latina frente al desembarco de capitales europeos y chinos en las últimas dos décadas.
Esta ofensiva del imperio adquiere diversas formas: firmas de Tratados de Libre Comercio (TLC), rehabilitación de la IVª. Flota, presiones diplomáticas, golpe en Honduras, desplazamiento institucional en Paraguay. Frente a esta ofensiva las clases dominantes de la región optan por dos posiciones:
Una de subordinación y adscripción plena al neoliberalismo, países del eje del pacífico (México, Colombia, Perú, Chile) y algunos centroamericanos. La Alianza para el Pacífico es su expresión superestructural.
La izquierda clasista tiene dificultades para caracterizar adecuadamente estos procesos radicalizados, incluso ha llegado a descalificarlos, personalmente me posiciono con un apoyo crítico a los procesos bolivarianos de Venezuela y Bolivia poniendo el acento en la profundización de los procesos y la necesidad de la autoorganización de las masas
Otra, la de países que disputan cierto grado de autonomía. UNASUR, CELAC y ALBA forman parte de esta estrategia, limitados por Brasil, que por un lado aspira ser el interlocutor de la región frente al imperio –por eso su apoyo a los dos primeros organismos supra-estatales que por primera vez en la historia no tienen presencia de los EEUU) y por el otro tiene más interés en los mercados asiáticos y africanos que en la integración regional.
En este contexto es que deben verse un grupo de países (Venezuela, Bolivia, Ecuador) que se inscriben en lo que podemos llamar neo-desarrollismo, que al buscar avanzar en transformaciones sociales transcienden, con distinta intensidad, rupturas parciales con el imperialismo, y otros (Brasil, Uruguay, Chile) que se inscriben en el social-liberalismo.
La izquierda clasista tiene dificultades para caracterizar adecuadamente estos procesos radicalizados, incluso ha llegado a descalificarlos, personalmente me posiciono con un apoyo crítico a los procesos bolivarianos de Venezuela y Bolivia poniendo el acento en la profundización de los procesos y la necesidad de la autoorganización de las masas.
- ¿Cual es su análisis de los 10 años de kirchnerismo?
El kirchnerismo es resultado directo de la revuelta plebeya de 2001/2002. Se benefició ampliamente de dos medidas tomadas por las administraciones provisorias anteriores –suspensión de pagos de la parte privada de la deuda y megadevaluación- lo que le permitió impulsar un ciclo expansivo de la economía que combinó condiciones excepcionales del mercado mundial con políticas activas del Estado. Su quipo político leyó acertadamente que en el proceso de acumulación de capitales se producía el ascenso dentro del bloque de poder del capital productivo –agrario e industrial- en detrimento de la alianza hegemónica en el período anterior -capital financiero y empresas de servicios públicos privatizadas- y actuó en consecuencia. En paralelo una serie de iniciativas políticas y sociales le permitieron construir hegemonía al mejor estilo de los populistas gramscianos.
En mi consideración, con sus luces y sombras, con sus avances y retrocesos, sus límites, ha sido la mejor expresión que podía esperarse de la burguesía argentina en este tiempo histórico. De aquí en adelante, más allá de continuidades y rupturas, sea un neo o un pos-kirchnerismo lo que lo reemplace se ubicará a la derecha de este proceso que se agota
En un primer momento de este ciclo y bajo la consigna del “capitalismo serio” se asoció con el capital más concentrado, contando con el apoyo del movimiento obrero organizado sindicalmente, pero esta alianza estallo con la crisis de la Resolución 125 en el 2008. Desde entonces el kirchnerismo no encuentra una fracción de capital sólida en la cual apoyarse. Esto ha determinado el cambio de “un modelo productivo de matriz diversificada con inclusión social” a “un proyecto político que toma medidas económicas”. El “capitalismo de amigos” ha constituido –más allá de los negociados- un intento de forzar desde el Estado una fracción de capitales nacionales en que apoyarse, al estilo de Corea del Sur en los años ’50 del siglo pasado, pero sin contemplar que las condiciones geopolíticas son muy diferentes. El fracaso en constituir una burguesía nacional ha sido reemplazada por una mayor intervención estatal, claro está que acotada a los aspectos reguladores. Su contrapartida ha sido una mayor politización de la sociedad. Politización positiva en la que la juventud juega un rol determinante.
En estos 10 años, en los que sin ser antiimperialista, ha tenido roces permanentes con el imperialismo y sus organismos, la economía creció fuertemente pero no hubo transformaciones estructurales, por lo tanto los límites estructurales del capitalismo nacional vuelven a reaparecer. Superar estos límites implica afectar seriamente intereses capitalistas y son los límites ideológicos de la administración kirchnerista los que le impiden superarlos.
El kirchnerismo, como antes los fue el alfonsinismo, es una expresión pequeño-burguesa que se asume como la dirección política de una burguesía nacional inexistente, de ahí sus idas y vueltas, sus contradicciones y su impotencia. La izquierda muchas veces impregnada de un antikirchnerismo ciego no ha logrado una caracterización adecuada, en casos extremos ha trazado una simple línea de continuidad con el menemismo, lo que ha determinado una línea de intervención simplemente reivindicacionista y economicista, sin disputar políticas públicas ni un proyecto estratégico. Manteniendo cierta neutralidad frente a los conflictos que enfrentaron al kirchnerismo con la derecha y los grupos más concentrados de la economía.
En mi consideración, con sus luces y sombras, con sus avances y retrocesos, sus límites, ha sido la mejor expresión que podía esperarse de la burguesía argentina en este tiempo histórico. De aquí en adelante, más allá de continuidades y rupturas, sea un neo o un pos-kirchnerismo lo que lo reemplace se ubicará a la derecha de este proceso que se agota.
4. ¿Cómo dialogar y articular con los sectores populares de tradición peronista?
Esta pregunta recorre a la izquierda desde el ascenso del peronismo en los albores de la segunda mitad del siglo pasado. Dejando de lado las nefastas y conocidas caracterizaciones del PS y el PCA, es necesario reconocer que fueron los distintos y pequeños grupos trotskistas los que mayores esfuerzos hicieron por caracterizarlo y definir una política de intervención. Desde quienes sostuvieron una política de cuestionamiento frontal hasta los que definiéndolo como un movimiento de dirección burguesa-burocrática y una base obrera y popular desenvolvieron una política “entrista” o quienes teniendo una comprensión del movimiento anticolonial se apoyaban en la llamada Cuestión Nacional y trataban de intervenir en la base de masas de ese movimiento.
Pero hoy queda poco y nada de lo que fue aquel movimiento, salvo su historia y una dirección cada vez más ligada a los intereses capitalistas y burocratizada al extremo. Es inevitable no partir de explicar las razones del fracaso del kirchnerismo para destrabar los obstáculos que limitan el desarrollo del capitalismo local. Se trata de ir hacia el movimiento de masas no como portadores de la verdad revelada, sino como hombres y mujeres que pensamos un país diferente y que somos capaces de escuchar las voces que allí se expresan e intervenir en esos debates. Ser lo primeros en las luchas reivindicativas, eso está en al adn de la izquierda –al menos de la izquierda que yo asumo- pero explicar que estas puede ser reabsorbidas por el capitalsimo, que deben ligarse a la disputa por políticas públicas y esto hacerlo en la concepción de las políticas transicionales, esto es un programa de lo que llamo “reformas no reformistas” que para sostenerse en el tiempo requieren de nuevas reformas que terminan impugnando el orden capitalista existente.
5 ¿Qué opina del FIT y el FAUnen?
En esta etapa histórica el capital concentra, centraliza y homogeniza “por arriba”. Escinde, fragmenta y hetereogeiniza “por abajo”. Esta homogeneidad del capital encuentra su correspondencia en el sistema de partidos.
Los partidos y coaliciones que no cuestionan el sistema del capital se ubican en la derecha y centro derecha. Es una ancha banda que alberga fracciones políticas que cubren el flanco derecho como el macrismo y otras que cubren el franco izquierdo como el kirchnerismo, pero todos se mueven en esa franja. En ella el FAUnen es un conglomerado articulado por el pan-radicalismo, con fuerzas de orígenes diversos -habrá que ver como procesan sus diferencias- que expresa una centro-derecha republicana que hace política desde la denuncia y la defensa de las instituciones, y no mucho mas.
El centro izquierda ha quedado por ahora al menos vacío.
En el otro extremo del arco político se ubica el FIT, que expresa “el abajo”. Es una alianza de fuerzas de izquierda clasista que provienen de un mismo tronco ideológico, que no obstante tiene diferencias internas, y que con los últimos resultados electorales ha logrado un salto cuantitativo, colocando por primera vez a la izquierda antisistema en el terreno electoral como una fuerza política nacional, una identidad de izquierda nacional. Los resultados en localidades del interior han sido en algunos casos sorprendentes y abarcan tanto el voto obrero de los petroleros del sur, como el voto joven en la región cuyana.
El voto al FIT puede interpretarse como un mandato de lucha frente al ajuste que se veía venir pero también como que hay una nueva generación que busca canales de ruptura con lo anterior. De conjunto se ha abierto un nuevo escenario para la izquierda. Considero que la emergencia del FIT, mas allá de mis diferencias que he manifestado en diversas oportunidades, es positiva y que ahora el desafío es dar un salto cualitativo. Entiendo por esto la necesidad de reconocer que el frente trotskista es insuficiente y que es necesario abrirse a otras expresiones de la izquierda y que a su vez esta otra izquierda debe comprender que hay que converger hacia esa apertura. Es un proceso indudablemente difícil, pero no imposible y al que hay que apostar.
6. ¿Cómo pensar en las condiciones actuales estrategias anti-capitalistas?
No es algo que pueda resolver alguna cabeza iluminada, sino que debe hacerse colectivamente. No tanto por las medidas concretas sobre las que no puede haber muchas diferencias, pero si en como se las presenta y como se las argumenta. Entiendo deben también contribuir a la necesaria convergencia que señalé en el punto anterior, con una dimensión regional. El conjunto de propuestas debiera combinar las cuestiones nacionales, más o menos comunes a toda Latinoamérica, con los problemas de clase en cada uno de nuestros países.