Prologar el libro de Michael Löwy, La revolución permanente en América Latina y otros ensayos, significa presentar a uno de los intelectuales y militantes políticos más significativos de los últimos tiempos dentro de la tradición marxista, cuya obra aborda un conjunto de ejes teórico-analíticos de importancia frente al escenario contemporáneo del capitalismo: la cuestión de la teoría revolucionaria, el rescate de las tradiciones del marxismo latinoamericano, la recuperación de la obra de Marx como fundamento teórico para pensar la revolución en América latina, los aportes en torno al romanticismo y la existencia de un romanticismo revolucionario, los ensayos que abordan el pensamiento del marxismo crítico, mal llamado de marxismo occidental, ligado a Gramsci, Lenin, Rosa Luxemburgo, Lukács, Korsch, así como los aportes que viene realizando en torno al ecosocialismo. Esto, sin desdeñar otros elementos en torno a su obra ligados a la estética, la religión y la cultura en un nivel más genérico.
La riqueza de la obra de Löwy es lo que permite comprender cómo éste se ha convertido, para el público hispanoparlante, en un interlocutor permanente, en el que se salvan las distancias físicas e idiomáticas, ya que su obra ha sido traducido casi en su totalidad al español, destacándose El pensamiento del Che Guevara (1971), su tesis doctoral dirigida por Lucien Goldmann sobre La teoría de la revolución en el joven Marx (1971), Dialéctica y Revolución (1975), Sobre el método marxista (1975), El marxismo olvidado (1978), Para una sociología de los intelectuales revolucionarios. La evolución política de Lukács 1909-1929 (1978), El marxismo en América latina (1980), ¿Qué es la sociología del conocimiento? (1991), Redención y Utopía (1997), Guerra de Dioses (1999), Walter Benjamin. Aviso de Incendio (2003), Ecosocialismo. La alternativa radical a la catástrofe ecológica capitalista (2011). Estos, apenas son algunos de sus libros editados al español, junto a una diversidad de ensayos publicados en diversas revistas de Argentina, América Latina y España.
No obstante, la importante obra de Löwy no es producto de un simple academicismo, sino que la misma está fuertemente vinculada con las preocupaciones y desafíos políticos de su época y por su actividad militante, siempre ligada a las filas del trotskismo ligado al Secretariado Unificado de la Cuarta Internacional. Es en ese sentido que la obra que aquí hoy se reedita, La revolución permanente en América Latina, fue originalmente publicada como parte de los Cuadernos Rojos, siendo el sexto cuaderno, editados en Argentina durante 1974 por la Fracción Roja del PRT, que luego conformarán la Liga Comunista y la Liga Comunista Revolucionaria, en la que editaban la revista Cuarta Internacional, órgano de difusión del Secretariado Unificado en el país. En los cinco números que editó dicha revista predominan contribuciones de Mandel, Bensaid, Maitan y de Michael Löwy, quien editaba con el pseudónimo de Carlos Rossi.
Cabe señalar que la finalidad política en volver a publicar este texto se liga a la necesidad de volver a discutir en el marco de la Nueva Izquierda cuál es la mediación entre las tareas propias de una revolución democrático-burguesa, que según Löwy históricamente la burguesía no pudo resolver, y las tareas de una revolución socialista. Es decir, en la coyuntura actual atravesada por gobiernos considerados como “populistas”, “neodesarrollistas” o que encabezan una estrategia de “socialismo de siglo XXI”, se vuelve central un análisis que, desde la revolución permanente, pueda analizar los actuales gobiernos, sus avances y retrocesos, sus alianzas de clases y como éstos se encuentran fuertemente tensionados, sobre todo, si éstos son llevados adelante desde un impulso “desde abajo” o “desde arriba”. Estos términos, utilizados por Löwy, deben contribuir a pensar cuál es la arco de clases que componen a los actuales regímenes políticos latinoamericanos y cuál es el lugar y función social que estas ocupan en los mismos.
A diferencia del clásico modelo de “revoluciones por etapas” del stalinismo y el bloque de cuatro clases (proletariado, campesinado, pequeña burguesía y burguesía nacional), impuesto por el stalinismo a partir de la hegemonía del Partido Comunista de la URSS y que adquiere relieve en América Latina desde la década del treinta, que plantea la necesidad de pasar por una revolución burguesa para luego alcanzar aquella de carácter socialista, los planteos de Löwy serán deudores de Trotsky, quien señala que aquellos países que no realizaron plenamente las tareas de una revolución burguesa serán parte de la revolución socialista. Es decir, en los países de América Latina, fuertemente dependientes del imperialismo, las tareas antiimperialistas y anticapitalistas pueden fusionarse al ser encarnadas y llevadas adelante por la clase trabajadora, abriendo la posibilidad de construir alianzas y un marco de acuerdos con otras clases o fracciones de clase que podrían permitir la realización de ciertas tareas específicas.
Esto, indudablemente, se relaciona con el desarrollo desigual y combinado propio de América Latina, ya que en la misma se produce una fusión de formas arcaicas, tradicionales, precapitalistas y otras modernas, capitalistas. No obstante, el momento predominante entre una y otra la ocupa sus formas capitalistas, al asumir una visión de totalidad que ubica a Latinoamérica en el marco del mercado mundial, concibiendo dentro de él cuál es el lugar que ocupa el continente dentro de la sociabilidad capitalista. La asunción de esta perspectiva es lo que lleva a Löwy a, por un lado, señalar que las etapas y momentos propios de la sociabilidad capitalista latinoamericana no condice con los momentos que atravesó Europa durante la llamada “acumulación originaria”, por otro, señala que las burguesías latinoamericanas llegaron demasiado tarde al desarrollo histórico, no pudiendo desempeñar su rol progresivo, instalando un capitalismo autónomo e independiente. Son estas determinaciones la que llevan a afirmar que la revolución en América Latina será antiimperialista y anticapitalista.
El libro se centra, como ya se señaló, en criticar la revolución por etapas como forma de avanzar al socialismo en Latinoamérica. Ello tenía un sentido político preciso en tanto la primera opción visible para quienes buscaban una transformación radical era la opción que proponía quien aparecía como representante de la revolución rusa: el partido comunista ruso y los partidos comunistas que lo seguían en cada país. El libro busca polarizar con esa postura desde las tesis de la revolución permanente de Trotsky y la revolución cubana.
Hoy a cuarenta años de su primera edición, la situación y las tareas revolucionarias de ese momento se ven integradas en un momento superior aún más complejo. El debate con el etapismo no ha perdido vigencia, aunque es sólo un aspecto del debate estratégico hoy. Löwy plantea en el prefacio de esta edición algunas de esas nuevas tareas para combatir hoy el capitalismo hacia un socialismo que lo supere en todo sentido, así dice que: “hoy trataría de dar más énfasis a los planteos de Mariátegui y de integrar las luchas indígenas y la problemática ecológica en la estrategia de lucha anticapitalista”. A su vez distingue a grandes rasgos dos formaciones socioeconómicas distintas en Latinoamérica: una con relaciones capitalistas más extendidas e intensivas, en la que la lucha armada no prosperó, y otra (la de Centroamérica) más similar a la Cuba del 50 donde la lucha armada tuvo más peso y logros.
En el mismo sentido, se cree –y se agrega- que las tesis de la revolución permanente mantienen vigencia hoy en muchos aspectos (por ejemplo que sólo se puede avanzar hacia el socialismo por medio del poder de los trabajadores en un sentido internacionalista). Pero, también hay aspectos de las tesis que han quedado en un injusto segundo lugar y han llevado a importantes errores estratégicos: en primer lugar que las tesis dependen del contexto en que se sitúe la acción, en segundo lugar cierto mecanicismo presente en las mismas.
En primer lugar, como bien señala Löwy, la lucha armada depende en su productividad revolucionaria del contexto en que se implemente. Lo mismo vale para las tesis de la revolución permanente. El mismo Trotsky lo señaló en las tesis al decir que en los países atrasados la dictadura del proletariado estaba más cerca que el socialismo, mientras en los países más desarrollados la dictadura del proletariado y el socialismo se darían casi simultáneamente, ya que en ellos el capitalismo ya habría socializado las fuerzas productivas hasta el punto en que sólo sería necesario socializar las relaciones de propiedad. A esta cuestión, que se relaciona con el grado de industrialización de un país y el peso de los trabajadores, hay que agregarle qué tipo de régimen político hay (a grandes rasgos si hay democracia representativa, dictadura o algún régimen intermedio, cuestión ya señalada como clave por el Che Guevara). ¿Hasta qué punto la diversidad de contextos fue tenido en cuenta por los revolucionarios en general y hasta qué punto lo fue en particular por quienes asumían las tesis de la revolución permanente? y ¿Hasta qué punto es tenido en cuenta hoy?
En segundo lugar, las tesis de la revolución permanente están impregnadas de un cierto mecanicismo, haciendo conclusiones que a la vista de los años no se han comprobado en la medida en que aquellas lo anunciaban. Según las tesis de la revolución permanente las tareas democrático-burguesas sólo podrían cumplirse en Latinoamérica por medio de la dictadura del proletariado. La industrialización del agro, las libertades democráticas, la independencia nacional parecen haber avanzado en estos cincuenta años, en el marco de la democracia burguesa movida por la asociación de las burguesías “nacionales” con el capital extranjero. Tal vez estas tareas hubieran avanzado más rápido y mejor bajo la dictadura del proletariado, pero ello es al menos materia de debate y no de conclusiones tan contundentes como las que afirmaba la revolución permanente.
Estas dos observaciones críticas tienen que dar lugar a una vuelta de tuerca de la revolución permanente y no a desechar la misma. Para La Caldera es correcto que el poder de los trabajadores es el único camino al socialismo. Pero hay que volver a estudiar la relación de las tareas democrático-burguesas con las tareas socialistas a la luz de la experiencia histórica y el tipo de capitalismo actual. Lo mismo vale para pensar de qué forma puede hacerse efectivamente hegemónico el poder de los trabajadores, repensando para ello las experiencias históricas en que los trabajadores se aproximaron más al poder del Estado, como en la revolución rusa, los consejos en diversos países, las experiencias de poder popular en otros, etc.
Por último, es pertinente retomar el diálogo teórico con las tesis de la revolución permanente mediante Gramsci, Perry Anderson, Rolando Astarita y otros. Hay que tener en cuenta que la extensión de la industrialización, asalarización y mercantilización de las relaciones sociales y de la democracia burguesa van fortaleciendo la hegemonía capitalista y requiriendo mayores tareas previas a la toma del poder. Por supuesto hay aspectos como la vigencia –reconfigurada- del imperialismo que siguen haciendo prever un ritmo distinto en el paso revolucionario de las distintas regiones, incluso de las grandes subregiones latinoamericanas señaladas por Löwy.
El libro, además, se conforma de un segundo momento, titulado Ensayos sobre América Latina, en los que se incluyen dos ensayos de Löwy publicados en su libro Dialéctica y Revolución y la intervención del autor, inédita al español[1], en el III Foro Social Mundial. El primero de estos ensayos, titulado Guevara, marxismo y realidades actuales de América Latina, insiste en la caracterización propia de los partidos comunistas de Latinoamérica respecto a la contradicción principal del continente: la nación contra el imperialismo, y cómo ésto conduce a la necesaria articulación de frentes políticos entre la burguesía y el proletariado, haciendo que esta relación social antagónica recién se manifieste en una segunda etapa, luego de subsanar las tareas democráticas. Cabe destacar que Löwy va a analizar cómo el pensamiento del Che Guevara parte de un análisis correcto de las burguesías nacionales, fuertemente aliadas con el imperialismo, y cómo ésto lleva al Che a plantear que en América Latina la revolución será socialista, conquista que sólo será posible mediante la lucha armada y con el desarme moral y material del aparato militar. El segundo ensayo, Las etapas del desarrollo social en la “visión del mundo” marxista en América Latina, apunta a analizar el origen y desarrollo de las concepciones “etapistas” y “no etapistas” de la revolución. Finalmente, esta sección del libro finaliza con la intervención de Löwy titulada América Latina: por una alternativa radical, la cual, coloca las coordenadas fundamentales para pensar un proyecto alternativo al metabolismo social del capital: el socialismo, esto es, la construcción de una sociabilidad que permita la realización plena de los individuos, la satisfacción de sus necesidades humanas y la realización de la emancipación humana, es decir, del “reino de la libertad” que es el reino del pleno desarrollo de la individualidad. Para ello, resulta fundamental construir un socialismo plural que abone a los valores ya realizados por distintos latinoamericanos caídos en lucha, como Zapata, el Che Guevara y Chico Mendes.
Finalmente, el libro concluye con una tercera sección titulada Entrevistas, en la que se incluyen dos entrevistas inéditas al español. La primera de ellas, denominada Problematizando la izquierda, el marxismo y América Latina, brinda no sólo algunas referencias biográficas de Löwy, sobre todo en lo que refiere a su acercamiento a la obra marxista, sino también reflexiona sobre los desafíos a los que se enfrenta la izquierda en el capitalismo tardío y los aportes de la teoría marxiana y marxista para analizar y develar los nuevos intersticios del capital. La segunda entrevista, retoma la obra de Mariátegui y su centralidad para pensar América Latina y las particularidades de la revolución socialista en el continente.
[1] Las textos inéditos incluidos en éste libro estuvieron a cargo de Sergio Gianna.