Declaración de la IV Internacional
Jueves 16 de abril de 2020
1 ► Estamos ante una crisis llena de peligros,
una crisis de la civilización capitalista, la más grave desde las guerras
mundiales del siglo XX. Combatimos la pandemia del coronavirus, que afecta a
todos los pueblos. Contra ella no hay por ahora ninguna vacuna o tratamiento
antiviral probado y seguro; de momento sólo podemos recurrir al distanciamiento
físico para mitigar su impacto, rompiendo la cadena de contagio del virus.
Nuestra única protección, cuando nos vemos obligados a aislarnos, son los
sistemas de salud pública, las garantías de ingresos y derechos, y la
solidaridad. Mientras que muchos empresarios sólo buscan mantener sus
beneficios, en medio de una recesión que se está convirtiendo en una depresión,
los gobernantes de cada país intentan defender sus intereses a expensas de sus vecinos.
Pero no hay salida a la larga pandemia que tenemos por delante con desigualdad,
xenofobia y racismo, en la lucha de todos contra todos, en la búsqueda de
chivos expiatorios; sólo superaremos esta crisis afirmando los intereses, los
derechos y la solidaridad de la sociedad humana en su conjunto. Es la hora del
internacionalismo, de la justicia social, racial, de género y ambiental, de la
defensa del destino común de la humanidad.
2 ►COVID-19 es una pandemia del neoliberalismo, producto de la fase neoliberal
globalizada del capitalismo. El capitalismo, impulsado por la globalización
neoliberal, ha extendido su manto por todo el planeta. Las cadenas de
producción global, construídas para que las corporaciones aumenten sus
beneficios, hacen que cada país sea vulnerable a la más mínima crisis, y la
hipermovilidad que las sostiene ha eliminado cualquier mecanismo de seguridad
sanitaria y ecológica. Una relación depredadora con la naturaleza, basada en el
uso de combustibles fósiles y la gran agricultura capitalista, con sus
desiertos verdes, destruye tanto el equilibrio de los ciclos fundamentales del
sistema terrestre (carbono, agua, nitrógeno) como la relación de los seres
humanos con la biosfera, con la red de vida de la que sólo somos una parte. Se
trata de un modelo insostenible, que aspira a un crecimiento infinito en un
planeta finito, que va más allá de todos los límites de la Tierra, creando una
alienación ecológica y una demanda de consumo incompatibles con el uso racional
de los bienes comunes.
3 ► Si los llamados desastres “naturales” son consecuencia de la
crisis climática, el SARS-CoV-2 y sus posibles mutaciones son también resultado
de los ataques a la biosfera de la Tierra. La deforestación, la degradación
ambiental y la caza comercial/”recreativa” de animales salvajes crea
continuamente condiciones para nuevas enfermedades contra las que no hay
resistencia inmunológica en los seres humanos. El aumento acelerado del consumo
de carne está inextricablemente vinculado a los brotes de virus más recientes,
ya que la industria cárnica implica el confinamiento de un gran número de
animales genéticamente similares. También es el principal impulsor de la
deforestación y la pérdida de variabilidad genética en muchas partes del mundo:
la agricultura ocupa ya la mitad de la tierra habitable, y el 77% de la
superficie agrícola se dedica a tierras de pastoreo o tierras de cultivo para
producir alimentos para animales. Una profunda transformación de nuestro
sistema de producción alimentaria y en la dieta es necesaria para superar esta
fábrica de pandemias.
4 ►Toda la humanidad está atacada por el virus, pero las clases explotadas y
los sectores oprimidos son los más afectados. Las familias que viven en
viviendas precarias, los barrios con malas condiciones sanitarias, los
trabajadores precarios, los que tienen salarios de hambre. Los trabajadores de
la salud (médicos, enfermeras), los camioneros y transportistas que no pueden
detener el suministro, y todos aquellos que deben mover los engranajes del
mundo para que todos vivan, sufren. En otras palabras, la pandemia afecta a
todos, pero no de la misma manera, dependiendo de su clase social. Pero también
hay un impacto generacional; mata a los ancianos de todas las clases. En este
segmento de la sociedad, los ancianos pobres son los que más mueren. Y la
crisis está golpeando duramente a las mujeres, que son las responsables de la
mayor parte del trabajo de reproducción social y que, confinadas en sus casas,
tienen una carga de trabajo aún mayor y están sufriendo otra epidemia, la de la
violencia doméstica.
5 ► Aún más grave es la situación en los países del sur global. En condiciones
y circunstancias diferentes, los países de América Latina, África y Oriente
Medio, Asia oriental y el subcontinente indio se han visto afectados por la
pandemia. Todavía en una fase temprana en estos países, todo apunta a que la
combinación de la pandemia con las malas condiciones sanitarias, la ausencia de
saneamiento básico, las ciudades y barrios extremadamente densos y los gobiernos
locales y las clases dirigentes que no están dispuestos a tomar medidas de
seguridad social deben causar una verdadera catástrofe humanitaria con
proporciones aún por venir. La forma en que la epidemia se está expandiendo en
algunos países de África como Argelia, Egipto y Sudáfrica, en Perú, Ecuador,
India y especialmente en las favelas de las grandes ciudades brasileñas
demuestra el peligro mucho mayor que corren los no blancos, que están
subordinados de múltiples maneras a la lógica de la dominación capitalista que
pone en situación de pobreza a miles de millones de personas. Es necesario
ahora concentrar nuestra energía en llamar a la solidaridad económica, social y
humanitaria con los países del sur global para tratar evitar la propagación en
los epicentros del genocidio racista sobre los indígenas, los campesinos, los
trabajadores pobres, los negros, los dalits, todos aquellos que siguen siendo
racializados y excluidos étnicamente bajo las formas neocoloniales modernas.
6 ► Hay que prestar mucha atención a las medidas autoritarias adoptadas
especialmente por los gobiernos de extrema derecha en la periferia del
capitalismo y el sur global. Las medidas de represión y autoritarismo
patrocinadas por los gobiernos de la India, Filipinas y Ecuador son ejemplos de
cómo la pandemia de COVID se está utilizando para profundizar las medidas
autoritarias y cerrar aún más los regímenes políticos. Duterte ha declarado que
disparará a los que no cumplan con la cuarentena, en Ecuador las casas de los
trabajadores pobres han sido invadidas por la policía.
7 ► El virus pone de manifiesto las contradicciones y los males de todo el
sistema capitalista y muestra que la única manera de resolverlos es con un
sistema que establezca otra relación entre las personas, y con la naturaleza.
Todo está en cuestión, también el sistema…
→ En su fase neoliberal, el capitalismo abandonó los servicios que el Estado
debía prestar para garantizar la fuerza productiva de los trabajadores, los
derechos sociales que tanto costó conquistar a lo largo del siglo XX. El
neoliberalismo privatizó estos servicios, volviendo al Estado incapaz de
satisfacer las necesidades humanas de la población. Es imposible responder a
esta crisis sin atacar todo el sistema y su comportamiento.
→ Los sistemas de salud privatizados del neoliberalismo sirven esencialmente a
aquellos que pueden pagar sus servicios y no pueden satisfacer las necesidades
humanas vitales. Es necesario socializar el sistema de salud.
→ El neoliberalismo desorganizó las relaciones laborales y las hizo más
precarias. Por ello, los mecanismos para garantizar los ingresos de los
asalariados, así como de los trabajadores autónomos, los que trabajan por
cuenta propia, junto con el desarrollo de mecanismos de redistribución de los
ingresos, son exigencias centrales hoy en día.
→ Al poner de manifiesto el carácter destructivo de la globalización y la
vulnerabilidad de las sociedades rehenes de las empresas y sus cadenas
productivas mundiales, la crisis vuelve a abrir la posibilidad de poner en tela
de juicio la organización general de la actual división internacional del
trabajo, que es social y ecológicamente insostenible.
→ El neoliberalismo ha profundizado el comportamiento individualista a través
del consumismo. Pero la sociedad está reaprendiendo, con la crisis, que la
solidaridad social es necesaria para su supervivencia.
→ Las ideologías anticientíficas, el oscurantismo y el fundamentalismo
religioso han resurgido para justificar y sostener esta dominación, primero con
los ideólogos de Ronald Reagan y Bush y ahora
con Trump, Bolsonaro, Duterte, Modi… Pero su negacionismo ha chocado
cada vez más claramente con el consenso científicos, perdiendo así impulso. Los
gobiernos se han visto obligados, con diferentes escalas de tiempo y métodos, a
tomar medidas para mitigar la crisis, a veces combinadas con acciones
autoritarias. Sin embargo, algunos dirigentes, como los presidentes del Brasil,
Bolsonaro, de Turkmenistán, Berdimuhamedov, y de Belarús, Lukashenko, se
resisten, aferrados al oscurantismo y al negacionismo.
→ La crisis lo pone todo en tela de juicio. Las medidas de emergencia (a menudo
insuficientes) que los gobiernos están adoptando para contener la pandemia
tienen que desafiar objetivamente el formato actual de la sociedad capitalista;
para salvar vidas debemos atacar a toda la estructura capitalista. Podremos
salvar a la humanidad y al planeta si asumimos esto decididamente.
8► Los trabajadores y la gente ya se enfrentaban enérgicamente a este sistema
antes de la aparición de la pandemia. En Chile, Líbano, Estados Unidos, India,
Hong Kong y muchos otros lugares, las masas se elevaron a lo largo del año
2019. Los movimientos de mujeres, jóvenes y por el medio ambiente han ido
reconstruyendo un fuerte internacionalismo militante, que es, de hecho, el
impulso más fuerte al internacionalismo desde los años sesenta y setenta. Se
enfrentan a gobiernos cada vez más autoritarios y totalitarios, producto de la
crisis de los regímenes burgueses tradicionales y de la necesidad de establecer
un capitalismo cada vez más destructivo, depredador de la vida y de la
naturaleza. Son esos regímenes los que tratan de llevar a las masas a confiar
no en su fuerza y solidaridad, sino en los mesías salvadores que proclaman la
anticiencia. En este mismo momento, son los que quieren aprovechar la pandemia
para fortalecer el totalitarismo. La acción en la calle está ahora congelada,
pero la lucha no es sólo en las calles. Nuevas formas de protesta, el uso de
nuevos métodos para ganar la opinión pública están creciendo, en el contexto de
un sentimiento de solidaridad.
9 ► En esta situación, la gran mayoría de los gobiernos se han visto obligados
a tomar medidas extremas. Debemos defender medidas que ataquen la forma y la
sustancia del neoliberalismo y del sistema capitalista:
→ medidas sanitarias para hacer frente a la pandemia y defender nuestra salud;
→ trabajo garantizado a pesar del aislamiento físico: Asunción al 100% de la
responsabilidad por parte de las empresas y/o el Estado de los salarios de los
trabajadores que han suspendido su actividad, incluidos los trabajadores
precarios, los trabajadores temporales, los empleados domésticos, los
trabajadores autónomos y los temporeros, sin ninguna obligación de tomar días
de descanso o de recuperar posteriormente las horas no trabajadas;
→ para los trabajadores del sector no estructurado, para los desempleados no
remunerados, para los estudiantes, para todos los que lo necesiten, el Estado
debe proporcionar un ingreso mínimo garantizado que debe ser suficiente para
vivir decentemente.
→ prohibición de todos los despidos y la reincorporación de los empleados
despedidos desde el comienzo de la pandemia,
→ rechazo de toda medida autoritaria y excepcional de suspensión de los
derechos sociales, incluido el derecho de huelga;
→ derecho a la información y la comunicación;
→ prestación de una atención social adecuada a los discapacitados, los ancianos
y todos los que están socialmente aislados por el encierro,
→ establecimiento, en particular en los países en que se ha decidido el
confinamiento, de medidas inmediatas de protección de emergencia para las
mujeres y los niños que son víctimas de la violencia, con decisiones rápidas
para retirar a los cónyuges violentos o proporcionar un alojamiento alternativo
a las víctimas,
→ ayuda a la vulnerabilidad
→ trato igualitario para toda la población
→ conversión inmediata de las industrias adecuadas (coches, aviones, armas,
…) a producción que ayude a la sociedad a manejar la crisis sanitaria:
ventiladores, monitorización, camas de cuidados intensivas, equipos de
protección;
→ distribución gratuita de medicamentos, suministros de prevención y fijación
de precios
→ mejores condiciones de trabajo en áreas esenciales
→ socialización de los servicios de salud y su reconstrucción, bajo el control
del interés público, allá donde han sido desmantelados por el neoliberalismo;
→ nacionalización de la industria farmacéutica;
→ defensa de la economía popular y de la vivienda;
→ suspensión inmediata del pago de la deuda pública con auditoría de la deuda
pública con participación ciudadana, en la perspectiva del repudio/abolición de
la parte ilegítima;
→ congelación de las deudas bancarias de las familias, de los microcréditos y
de los alquileres, y asegurar el agua, la electricidad, el gas e Internet para
todos;
→ poner el sistema bancario bajo el control del interés público mediante la
expropiación de los bancos sin compensación a los grandes accionistas y
socialización del sistema bancario bajo control ciudadano
→ gravar las grandes fortunas.
10 ► No podemos esperar con los brazos cruzados a que los gobiernos actúen,
debemos actuar colectivamente para desarrollar iniciativas autogestionadas de
los trabajadores, de los territorios en resistencia, en el campo y en las ciudades.
Hay ejemplos de estas iniciativas de la población o de sectores organizados,
como los campesinos, los indígenas, los desempleados, las personas y
comunidades de la periferia de las grandes ciudades, las redes de solidaridad
feminista, entre otros. Estas iniciativas están forjando alternativas muy
interesantes, como la fabricación colectiva de máscaras de tela para donar a la
población con el fin de asegurar la prevención de contagios, la donación y
producción alternativa de alimentos, la defensa del sistema de salud pública y
la demanda de acceso universal al mismo, la exigencia de garantizar los
derechos laborales y el pago de salarios, la denuncia del aumento de la
escalada de violencia contra las mujeres y el agotador trabajo de cuidado que
éstas realizan durante el aislamiento en el hogar, entre otros. Ahora más que
nunca debemos generalizar estas iniciativas y entender estas alternativas
cotidianas de auto-organización autónoma como parte del eco-socialismo y el
buen vivir que proponemos como alternativas concretas al capitalismo que
destruyó la vida y el planeta, un sistema genocida y ecocida.
11 ► Respetando el necesario aislamiento físico, y las medidas de emergencia
que crean las condiciones para cumplirlo, los trabajadores y la masa de la población
tienen los medios para actuar y luchar. En Brasil, los “cacerolazos”
y la petición con más de un millón de firmas por la dimisión de Bolsonaro,
presidente de Brasil, son ejemplos de cómo el sentimiento de solidaridad se
transforma en una conciencia solidaria, que conduce a la lucha por las medidas
necesarias que debe adoptar el pueblo. Si la comida no es suficiente, nos
organizamos por barrios a través del teléfono e Internet, con cultivos en
huertas comunitarias, consumo consciente de alimentos producidos por
cooperativas campesinas. Además, los restaurantes populares pueden convertirse
en centros de distribución de alimentos cocinados o crudos. Si las políticas de
garantía de ingresos no son suficientes, es posible exigir bonificaciones a los
municipios. La creatividad popular debe ser fomentada en todas sus formas.
12 ► A pesar de su gravedad, la pandemia de Covid-19 está lejos de ser una “tormenta perfecta”. Nuestro sistema alimentario y nuestra relación depredadora con la naturaleza pueden generar eventualmente brotes de virus que podrían ser más contagiosos y/o letales que el SARS-CoV-2. Además, pueden producirse brotes violentos al mismo tiempo que eventos extremos impulsados por el caos climático. La eventual ocurrencia de graves inundaciones o de huracanes/tifones intensos que impongan la evacuación repentina de miles o incluso millones de personas puede perturbar totalmente las medidas de distanciamiento social/cuarentena necesarias para luchar contra una pandemia grave. La conjunción de las crisis sanitarias y climáticas puede producir desastres humanitarios sin precedentes. Al mismo tiempo, las pandemias y la emergencia climática/ecológica tienen similitudes: actuar pronto es crucial, el crecimiento exponencial (tanto del contagio como de las emisiones) debe ser contenido duramente y sólo las soluciones justas, equitativas y anticapitalistas sirven como alternativa para salvar el mayor número de vidas.
13 ►Hay cambios geopolíticos gigantescos en curso, que reconfigurarán la faz del mundo. Pero ahora se impone una exigencia: la de una tregua en las guerras de todo el mundo. Es hora de fortalecer la solidaridad de los pueblos!
14 ► Se ha observado que la crisis resultante del Covid-19 ha tenido un impacto positivo en el medio ambiente. Ha habido una reducción de la concentración de contaminantes atmosféricos de corta duración como los aerosoles y los óxidos nitrosos, sobre todo en las zonas metropolitanas, lo que se traduce en una mejor calidad del aire, visibilidad, etc. Pero en términos de contaminantes de larga duración como el CO2, la crisis del SARS-CoV-2 sólo rasca la superficie. Más de la mitad de la aviación internacional está ahora en tierra y se estima que la disminución del uso de energía, incluida la electricidad y el transporte, reduce las emisiones mundiales en alrededor del 5%, la mayor caída anual jamás registrada de las emisiones mundiales de CO2. Sin embargo, esto sigue estando por debajo de la tasa de reducción anual necesaria para mantener el sistema climático en una trayectoria en la que el calentamiento global se limita a 1,5°C por encima de la temperatura media mundial de la superficie preindustrial (para reducir a la mitad las emisiones para 2030, sería necesario reducir las emisiones anuales en un 6-7%). Pero las expectativas de las corporaciones capitalistas son de retomar la situación anterior y el crecimiento económico tan pronto como sea posible… Además, en algunos países, como Brasil, donde la principal fuente de CO2 es el cambio de uso de la tierra, hay pruebas de que la desarticulación de la vigilancia ambiental durante la crisis del SARS-CoV-2 está llevando a un aumento de la deforestación y las emisiones. Sólo un esfuerzo consistente y organizado para reducir la demanda de energía, proteger los bosques y las tierras indígenas y reducir las emisiones puede ser una respuesta apropiada a la emergencia climática. Las ilusiones sobre los posibles “efectos ambientales positivos” de la crisis del SRAS-Cov-2 son, en el mejor de los casos, ingenuas; en el peor, pueden abrir la puerta a discursos misantrópicos, eugenésicos y ecofascistas. Necesitamos una profunda reorganización de la sociedad humana.
15 ► Si en los inicios del neoliberalismo hubo movimientos y sectores sociales que se unieron para decir “otro mundo es posible”, hoy debemos unirnos para decir “otro mundo es necesario y urgente”.
Necesitamos una acción internacionalista común que marque el camino hacia un mundo donde la vida valga más que el lucro, donde la naturaleza deje de ser una mercancía. La crisis actual muestra claramente que una parte importante de la producción capitalista es puramente depredadora, totalmente superflua y derrochadora. La crisis muestra también que una reducción significativa de las horas de trabajo puede bastar para producir bienes esenciales y que la garantía de salarios e ingresos y el acceso universal a los sistemas de salud y educación son totalmente viables en un régimen de transición, en el que los sistemas energéticos y productivos son totalmente reemplazados, y enormes contingentes de trabajadores son trasladados a diferentes sectores económicos compatibles con una transición ecosocialista; y que un reajuste industrial masivo puede hacerse en un plazo relativamente corto dependiendo de la voluntad política. No hay futuro sin una transición hacia el ecosocialismo. Unámonos para construirlo y conquistarlo.