Por Darío Farcy
Buenos Aires, 2017
Introducción
Estos son tiempos para releer el Capital de Marx debido a varias razones pero principalmente porque el sistema mundo en el que vivimos esta entrando en una nueva etapa o fase. No es casualidad tampoco que lo que sucede a nivel global ocurra en el 100 aniversario de la primera Revolución obrera exitosa de la historia de la humanidad, ya que las razones que desataron esa gesta siguen presentes y parecen profundizarse como en aquella época previa al año 1917.
Sin lugar a dudas, la forma sistémica y cíclica de los procesos de acumulación de capital, y por ende de desposesión de los sectores populares del mundo, van de la mano de las crisis del capitalismo como sistema que busca hegemonizar el rumbo de la humanidad. Debemos pensar entonces, al mismo tiempo y en vinculación con lo anterior sobre la división mundial del trabajo, cuáles son las características que toma el funcionamiento del capitalismo en la periferia y en el centro mundial.
A partir de allí considero que sera mucho mas fácil entender, las razones por las cuales los gobiernos actuales de nuestra región toman medidas que con una mirada veloz pueden parecer contradictorias y sin sentido.
CEO’s mediocres administrando la expoliación de la periferia mundial
En estos tiempos donde el Presidente de la República Argentina intenta auto-condonarse una deuda con el Estado por el fraude de la privatización y quiebra de “Correo Argentino” la cual asciende a 70.000 millones de pesos (podríamos poner mas ejemplos de sus “negocios” con sus empresas y/o empresarios amigos pero es suficiente con uno) es necesario salir del espanto y la conmoción que generan estas actitudes, para buscar algunas explicaciones que nos permitan entender (y cambiar) el mundo en el que vivimos. Y justamente allí, en este accionar burdo y casi payasesco del Presidente, que no es ni el primero ni sera el ultimo, es donde podemos comenzar a conectar nuestra situación local con los puntos descriptos en la introducción. En 1869 Karl Marx escribía: “Cierto es que las pretensiones del capital en su estado embrionario —cuando apenas está llegando a ser, cuando, por ende, su derecho a absorber determinada cantidad de plustrabajo no se afianza sólo mediante la fuerza de las condiciones económicas, sino también por medio de la colaboración del estado— parecen modestísimas si se las compara con las concesiones que, refunfuñando y con reluctancia, se ve obligado a hacer en su edad adulta.”
Como vemos, el Capitalismo se construyó con la fuerza coercitiva, y fundante del Estado, lo que permitió la transferencia de tierras, bienes y personas a las manos de sujetos privados; no como nos quieren vender hoy en día los empresarios privados diciendo que el Estado es ineficiente y nocivo para el desarrollo productivo. El cercamiento de las tierras comunales, las propiedades de la Iglesia y de otros grupos no mercantiles, fueron la base de esta expropiación, la cual beneficio a los incipientes sectores comerciales que se habían enriquecido con los negocios de las ciudades, que de otra forma jamas podrían haber monopolizado el sistema económico sin la ayuda coercitiva del Estado. Luego de la creación de un mercado de tierras, la expropiación continuo con la proletarización de los sectores populares que desde esos momentos se vieron obligados a vender la única mercancía que disponían: su fuerza de trabajo. Este conjunto de operaciones se materializo a través de la eliminación de las leyes o normas que protegían a los sectores populares y a los primeros asalariados, como por ejemplo el Sistema de Speenhamland que fue establecido en 1795 y derogado en 1834 en Inglaterra.
Este proceso llamado acumulación originaria se desarrollo entre el SXVIII y el SXIX en los países del centro mundial y se caracterizó, como dijimos, por una transferencia de recursos públicos o comunales a manos de los sujetos enriquecidos por las primeras manufacturas o transacciones comerciales; la incipiente burguesía. Los teóricos que comenzaron a explicar el funcionamiento del capitalismo en su etapa de ascenso, esto es hacia finales del SXIX, identificaron a la acumulación originaria como un proceso finalizado o al menos no central en el proceso de acumulación de capital cuando este se encontrara en su etapa madura. Sin embargo, a partir de las crisis de los años 1880 y 1890, y el consecuente ascenso del Imperialismo (cuya critica mas acabada podemos encontrar en los textos de Lenin) este proceso comienza a dar señales de no ser una parte originaria o primigenia de la acumulación de capital, sino una parte central de la acumulación de capital en los países centrales gracias a la explotación de los países periféricos.
A pesar de esto, durante los años comprendidos como los “años dorados” del capitalismo, hablamos de 1940, ’50 y ‘60, este proceso vuelve a entenderse como terminado o como algo secundario para el capital. Al parecer existía espacio dentro del sistema para todos los habitantes de la tierra, y tarde o temprano los países en “vías de desarrollo” iban a llegar a los estándares de vida del centro. Eso implicaba que las condiciones de explotación capitalista en la periferia iban a llegar a los estándares del centro, cambiando la expoliación y la explotación presente hasta ese momento por un nivel de vida aceptable para todos los habitantes.
La realidad mostró rápidamente que eso iba a ser imposible, y que incluso en los países centrales se volvería a las practicas del SXIX. En los años ‘70, el capitalismo, ya en su etapa actual (senil), desarrolla una nueva batería de políticas para transformar el régimen de acumulación fordista llegando al actual flexible, que de la mano del neoliberalismo como proyecto económico y político se basa principalmente en una característica expropiación por desposesión.
Tomando el ejemplo de Argentina, vemos como la instalación de la megaminería (en tanto modelo hegemonico de producción de minerales), el monocultivo (a través del modelo “Monsanto”) y su monopolica relación con el resto de las producciones agrícolas, la privatización de los servicios públicos, etc. son todos signos de este régimen de acumulación que en su actual etapa necesita privatizar y expropiar recursos y sectores productivos que anteriormente eran entendidos como de poca importancia o directamente bienes comunes. Al mismo tiempo este formato de explotación no demanda el mas mínimo desarrollo industrial en los países donde se explota la materia prima lo que redunda en muy poca agregación de valor a los productos.
Así el objetivo primordial es transferir riquezas-recursos desde el Sur al Norte lo mas rápido y con la menor mediación posible, rompiendo las promesas y sueños de los “años dorados” del Capitalismo. Y si bien en otras latitudes como África, algunas zonas de Asía o incluso en algunos países de América Latina esto fue el común denominador de la explotación imperial desde el SXIX, en países que han tenido una historia de industrialización y de control Estatal de la producción a través del SXX (como Argentina, México o Brasil) el impacto, no solo en términos económicos sino también culturales, sufrido por los sectores trabajadores es mucho mayor. Si tenemos en cuenta que la consolidación de este modo de explotación se ha dado de forma relativamente reciente, en los últimos 30 años, podemos ver como este impacto ha llevado a una destrucción profunda de las formas de vida y de las instituciones relacionadas con el modo de acumulación anterior.
Para ser mas claros, Harvey nos explica: “En la Filosofía del Derecho, Hegel plantea cómo la dialéctica interna de la sociedad burguesa, mediante la producción de sobreacumulación de riqueza en un extremo y una muchedumbre de indigentes en el otro, lleva a buscar soluciones a través del comercio y las prácticas coloniales e imperiales. Rechaza, por otra parte, la idea de que sea posible resolver los problemas de desigualdad social e inestabilidad a través de mecanismos internos de redistribución. Lenin cita a Cecil Rhodes para decir que el colonialismo y el imperialismo son las únicas formas posibles de evitar la guerra civil. Las relaciones y la lucha de clase dentro de una formación social territorialmente circunscripta impulsan a la búsqueda de ajustes espacio-temporales en otros lugares.” Es así que el capitalismo necesita -para mantener los niveles de acumulación- externalizar los conflictos entre clases del centro a la periferia y al mismo tiempo expulsar los costos propios de este tipo de producción desde las empresas privadas hacia los sectores públicos para que estos se hagan cargo de resolver los mismos. Podemos ver así que los Estados y muchas veces las comunidades al rededor del mundo deben resolver los resultados de la explotación, lo cual implica que el capital se ha apropiado del valor con costo cero, ya sean estos recursos, maquinarias o personas.
Aquí es importante destacar algunas diferencias en la manera de apropiarse de la riqueza socialmente producida en los países poderosos y como sucede esto en los países pobres; donde, aunque no cambia la relación central entre trabajo y capital, si varían los niveles de explotación y la tasa de plusvalor. Por un lado, tenemos el capitalismo del centro mundial que pone el acento en la reproducción ampliada del capital, es decir en extraer plusvalor en condiciones de normalidad social y política; el mecanismo se da a partir de las formas de vida institucionalizadas y legales, y por el otro lado, observamos la acumulación por desposesión, que remitiría a una acumulación originaria, pero de forma constante. Esta última se da en términos violentos, ilegales, utilizando la fuerza coercitiva del Estado para provecho de los propietarios presentes y futuros.
Desde esta perspectiva general es que proponemos analizar la situación con el doble fraude al Estado en relación a “Correo Argentino” (primero, en su privatización irregular y a un precio vil, y segundo, en la condonación de la deuda que mantenían con el Estado los eficientes empresarios de la familia Macri). A pesar de que moralmente es condenable, y que incluso podríamos decir que es una contradicción ser Presidente de la nación y al mismo tiempo ser empresario, lo que tenemos que poner sobre la mesa, es que este empresario mediocre está funcionando de acuerdo a las reglas del actual régimen de acumulación y también como corresponde a uno que repta por las periferias del mundo, ya que no tiene la suficiente capacidad para acomodarse entre los selectos grupos privados que manejan el mundo. Como vimos anteriormente, el capitalismo argentino no puede sobrevivir exclusivamente a través de la reproducción ampliada del capital, no solo porque existen empresas multinacionales que controlan ese espacio (pensemos en las telefónicas, las industrias metalúrgicas, las automotrices, etc.), sino también porque el nivel tecnológico de la producción local no permite altos niveles de productividad como en otras latitudes (EUA o Alemania). Al mismo tiempo, Macri y sus esbirros pseudo-burgueses no están solos en la rapiña de la desposesión ya que allí comparten escenario con grandes multinacionales como Monsanto, Barrick Gold, Syngenta, etc. dedicadas a la explotación de intensiva recursos naturales (con una baja incidencia de mano de obra) y otras como Mcdonalds, Kraft, Remax, Uber, etc. que se dedican principalmente a la explotación de la fuerza de trabajo a través de la intensificación del plusvalor absoluto . Y nunca debemos olvidar que la competencia entre las empresas es feroz y a muerte. Marx decía: “…pero en líneas generales esto tampoco depende de la buena o mala voluntad del capitalista individual. La libre competencia impone las leyes inmanentes de la producción capitalista, frente al capitalista individual, como ley exterior coercitiva.”
Macri acciona como acciona, no por ser una persona malvada o por no tener respeto a la institucionalidad -planteamiento bastante escuchado desde el progresismo- sino porque debe respetar los axiomas de la acumulación de capital. A pesar de presentarse como “el cambio”, como la forma de “insertarse en el mundo” o como una “modernización” del Estado y de la Economía Argentina, representa, como hemos visto, mas bien lo mas conservador y atrasado del Capitalismo.
Como diría Atahualpa Yupanqui, “las penas son nuestras, las vaquitas son ajenas”.
Vuelta al plusvalor absoluto
Pero no todo lo que quiere imponer esta nueva etapa del capitalismo en la Argentina, y en el mundo, es desposesión de recursos públicos; como vimos hay una vuelta a las etapas mas oscuras de la historia donde el capitalismo no tenia el mas mínimo reparo en explotar niñxs de 8, 12 o 14 años de edad en pos del desarrollo. En aquellas épocas, a partir de la locura de los probos dueños de la incipiente industria que en busca de apropiarse del plustrabajo no conocían limites a la decencia humana, también se desarrollaron leyes que defendieran a los trabajadorxs, y no solo hablamos de las mas tardías como Speenhamland en 1795, implementada para evitar la muerte masiva de la población asalariada, sino de las primeras que datan del año 1349 elaboradas para asegurar la presencia de trabajadorxs dispuestos a ser explotados en las primeras fabricas.
El objetivo de estas leyes era permitirle al trabajadxr tomar la decisión de elegir efectivamente que trabajo realizar y que trabajo no realizar, ya que le daban un piso salarial básico a todxs los que no alcanzaran cierto grado de remuneración. Como explicamos anteriormente, el primer proceso fue el de expropiarles las tierras para que tuvieran coercitivamente que convertirse en asalariados, y luego se destruyeron estas leyes laborales para que tuvieran que aceptar el salario que los dueños de las fabricas quisieran. Es así que, primero estas leyes consolidaron ventajas para luego representar impedimentos al desarrollo del capital. Antes de lograr la derogación de estas leyes en 1833, los dueños de las industrias tuvieron que luchar denodadamente para implementar otras formas de arrancarle la posibilidad a los obrerxs de elegir que trabajo aceptar. Surgió entre los empresarios la cuestión en relación al precio de los alimentos, y en relación al tiempo de trabajo socialmente requerido para producir un bien, en este caso el de la fuerza de trabajo; en otros términos, la mejor forma de conseguir que la población se expusiera a la explotación.
Este proceso no se dio de forma pacifica sino que fue el resultado de la lucha entre el capital y el trabajo, entre capitalistas y trabajadorxs, que en el ejemplo particular antes comentado se manifestó a través de la jornada laboral, las condiciones de vida de lxs trabajadorxs y el nivel de salario. Esto fue así, porque las condiciones de la extracción de plusvalor son el corazón de la acumulación capitalista, en ese momento como en la actualidad, y el resultado de esta contienda forja las diferentes formas institucionales y con ellas las condiciones de vida de los sectores trabajadores en un determinado periodo histórico.
Aquí es importante hacer algunas aclaraciones conceptuales. El tiempo de trabajo socialmente necesario es el que necesita un ser humano promedio para reproducir su propia existencia en determinadas condiciones históricas y culturales, lo cual -traducido al lenguaje del capitalista- es el salario. Los dueños de las industrias en este proceso histórico encontraron diferentes formas de extraer la mayor cantidad de trabajo posible, por un lado aumentando la productividad para que el trabajadxr produzca mas en menos tiempo (esto lo consiguen los dueños del capital a través de la inversión en tecnología), y por el otro aumentando la cantidad de horas trabajadas. Ahora bien, la primera vía suele ser la que se desarrolló en profundidad en los países del centro mundial, mientras que la segunda suele ser la norma en la mayoría de los países de la periferia.
No lleva mucho tiempo darse cuenta que el actual Gobierno de Argentina intenta satisfacer los intereses de los empresarios avanzando en el segundo camino. Y es claro también que nadie aceptara exponerse a trabajar 12hs o 14hs durante toda la semana si trabajando 8hs de Lunes a Viernes alcanzara para reproducir la vida. Veamos como cita Marx a Postlehwyt: “…entre otras cosas: “No podemos poner término a estas pocas observaciones, sin tomar nota del lugar común, repetido por tantos, según el cual si el trabajador (industrious poor) puede obtener en cinco días lo suficiente para vivir, no trabajará los 6 días en su totalidad. De ahí infieren la necesidad de encarecer, mediante impuestos o de cualquier otra manera, aun los medios de subsistencia imprescindibles, para obligar al artesano y al obrero manufacturero a trabajar de corrido los seis días de la semana.” Entonces, haciendo un fácil juego de trasposición en donde reemplazamos el nombre de Postlehwyt por el de Aranguren, podemos ver como los actuales gerentes en el poder llevan a nuestro país por la senda decimonónica del aumento de los costos de vida mediante el “tarifazo”.
Pasando en limpio: la situación que vive y viene viviendo nuestro país con los aumentos de las tarifas en los servicios públicos es una forma de aumentar la explotación al extraer mas plusvalor absoluto. Y esto solo se logra obligando a los trabajadorxs a tener que aceptar si o si esta situación mediante el encarecimiento de la vida y la devaluación de los salarios reales; sumado al aumento en la desocupación que funciona como una presión para tomar o no los trabajos peores pagos. Esta es la razón por la cual los sectores dominantes insisten tanto en la reforma de las leyes laborales, porque es la finalización de este plan de sometimiento de los sectores populares a las practicas mas nefastas del capitalismo.
No debemos confundirnos, el modelo de país que viene aparejado con esto no es moderno, ni de avanzada, ni siquiera innovador, lo que hoy aparece en la Argentina como modelo económico de “vanguardia” es una reedición de esos primeros años del Capitalismo en donde los niños de 8 años trabajaban 14 horas al día y morían de a miles en las fabricas (solo hace falta recordar las exclamaciones apasionadas del Diputado del PRO, Olmedo en relación al trabajo infantil), o como les gustaba decir a los empresarios de aquella época a la hora de definir el sistema que debían implementar: “House of terror”.
Las voces que reclaman la modificación de las leyes laborales en pos de mejorar la competitividad no solo buscan mejorar las ganancias de sus empresas o de las empresas de sus amigos, sino que principalmente buscan subyugar a los sectores trabajadores. Y jamas debemos olvidar ver que durante los siglos XVIII y XIX en Europa el nacimiento del capitalismo utilizó similares formas a las actuales para expoliar a los sectores populares en Alemania o el Reino Unido, sentando las bases del modo de producción capitalista que regó y riega de sangre y lodo la historia de la humanidad.
Reflexiones finales (para la acción)
Lamentablemente, desde los sectores populares estamos acostumbrados a enfrentar procesos cíclicos con poca preparación para impedir su accionar. Así es que los sectores dominantes en nuestro país, y en el mundo, buscan los mejores momentos, casi siempre vinculados con retrocesos en la movilización y la politización de la sociedad, para apropiarse de forma aún mas amplia de las riquezas producidas socialmente. Es por esto que debemos conocer en profundidad como identificar esos momentos y que influencia tienen los mismos en los sujetos sociales, con el objetivo de romper esta espiral. Ya no enfrentamos solo la necesidad de romper con un sistema injusto y basado en la explotación de hombres y mujeres por hombres y mujeres, sino que estamos frente a la posibilidad de la extinción de la sociedad humana como la conocemos.
Al mismo tiempo no hay duda de que no veremos cambiar la situación de nuestros pueblos a menos que los sectores populares pasen de la mera resistencia a la conquista de los mecanismos de poder. La pregunta radica, entonces, en cuales son esos mecanismos de poder y como podemos accionar para transformar los que puedan ser transformados y para reemplazar los que deban ser reemplazados para que defiendan los intereses de las mayorías oprimidas.
En otros términos de lo que hablamos es de la búsqueda de alternativas políticas, porque aunque estemos planteando las bases estructuralmente económicas de nuestro sistema de dominación siempre las acciones y salidas colectivas son políticas, que deben pasar de la simple aceptación de lo establecido a consolidar formas en donde los sectores populares puedan ejercer el control sobre lo que acontece en el día a día de su existencia. Estamos hablando de nuevas formas político-institucionales pero no solo a nivel del Estado, el cual debe ser destruido y construido nuevamente, sino también al interior de las organizaciones políticas para así consolidar formas orgánicas que permitan a los sectores oprimidos tomar decisiones realmente democráticas. Y no debemos andar creando nuevas palabras o conceptos para esto, ya la conocemos hace miles de años: es Democracia. Pero no esta democracia burguesa, atrofiada y perversa en donde la fantasía de votar convence a la mayoría de que elegimos el futuro de nuestros países, sino una real, popular, directa y basada en relaciones sociales socialistas.
Al mismo tiempo necesitamos organizaciones fuertes que puedan marcar los tiempos políticos, que puedan anticiparse a las decisiones de los que detentan el poder político y económico; el momento histórico exige tener la herramienta necesaria para cuando llegue el tiempo de usarla de forma decisiva. Obviamente también no olvidar la necesidad fundamental de comprender los momentos políticos que suceden por fuera de las organizaciones políticas; el tiempo social, económico y cultural de un pueblo en particular, porque ese sera el que nos marcara como romper los ciclos de dominación del capital. Hay que trabajar en ese convencimiento, acompañamiento y potenciación de la sociedad en general sobre este proyecto de una nueva sociedad y trabajar a nivel de individual con todxs los posibles receptores del mensaje, pero sin lugar a dudas esto sera efectivo si lo combinamos con organizaciones que puedan marcar comportamientos y formas de ver el mundo en un sentido estratégico.
Finalmente queremos destacar que no podemos hablar de la consolidación de un sistema político realmente democrático sin un sistema económico que también sea democrático y autogestionario. Nos referimos a que los sectores estratégicos de la economía deben estar sin duda en manos de un nuevo tipo de Estado que pueda marcar las lineas estratégicas económico-sociales, pero que el resto de las actividades económicas deben estar en manos de los trabajadorxs y de los sectores involucrados en la comunidad y en el sector productivo. Para esto es importante retomar las practicas llevadas adelante por las diferentes practicas sociales que han llevado adelante estos proyectos (como el Socialismo yugaslavo o las Comunas Socialistas de Venezuela).
Son muchas tareas, y todas implican mucho esfuerzo, pero nos guste o no los involucrados en cambiar este mundo necesitan de tomar la responsabilidad de las mismas.