En tiempos de democracia y libertad de expresión pautados por el poder económico, el Correo de la Ciudadanía inicia una serie de entrevistas con los candidatos a las elecciones de Octubre en Brasil al margen del actual esquema de poder y difusión de ideas. Empezando por los que han disputado la presidencia de la República, hablamos con Luciana Genro, del PSOL.

Prácticamente inevitable en los tiempos actuales, la atención principal de Luciana es el modelo económico del país, atado por el sistema financiero. Pero también presenta otros aspectos del programa de su partido, tales como el final de la financiación privada de las campañas y la profundización de mecanismos de participación popular. De igual modo se enfrentó a la ausencia del llamado “frente de izquierdas” y consideró el fenómeno Marina un obstáculo para la afirmación de alternativas en el electorado.

¿Cómo ve el momento político actual tras las elecciones?

Las elecciones son siempre un momento muy importante para discutir el futuro del país. Estamos en una situación en la que las tres candidaturas que se han presentado como favoritas representan el mismo modelo económico, que es el modelo anclado en la financiación de la economía, en el dominio de los bancos y de la agroindustria.

¿Cuáles son, en su opinión, los principales problemas y temas del Brasil de hoy?

El principal problema es una economía orientada al pago de los intereses de la deuda pública. Brasil hace un esfuerzo fiscal gigantesco tributario. Más del 50% de la recaudación de impuestos proviene de los asalariados que ganan hasta tres salarios mínimos y gran parte de estos fondos se utiliza para el pago de la deuda. El cuarenta por ciento de nuestro presupuesto se utiliza para pagar sus intereses, a partir de un esfuerzo fiscal de superávit primario de 90 mil millones de dólares.

En consecuencia, toda la economía está orientada al pago de los intereses, que va a un número extremadamente pequeño de personas. Son cerca de 5 mil acreedores de la deuda, siendo la mayoría títulos en manos de los bancos. Ellos son los que se benefician de esta lógica económica. Las deficiencias en los servicios públicos siguen aumentado mucho y son los pobres, los asalariados y la clase media quienes están pagando.

Mientras tanto, en el área de la sanidad, por ejemplo, tenemos una deficiencia estructural de recursos, faltan médicos, hospitales, infraestructura. De este modo el principal problema es que todo este esfuerzo fiscal es a favor de un puñado de especuladores. A partir de ahí se desarrollan las soluciones. La primera de ellas es la necesidad de una auditoría sobre la deuda pública, puesto que sabemos que hay un conjunto importante de irregularidades denunciadas por el diputado Iván Valente (PSOL-SP) en la cámara federal. Demostró que el origen de la deuda es cuestionable Todas las irregularidades señaladas necesitan ser analizadas por medio de una auditoría, lo que a nuestro juicio conllevaría la cancelación de una parte significativa de la deuda. Brasil produce superávit primario para pagar la deuda y ésta sólo sigue creciendo a alrededor de casi 3 mil millones de dólares. La suspensión de su pago y la auditoría para asegurarse de si se debe algo debe ser nuestro primer paso.

Luego se requiere un cambio en la estructura tributaria del país, que es muy injusta, porque hace que los empleados, la clase media y los pobres sean responsables de la mayor parte de la carga, mientras que los grandes bancos y los millonarios pagan muy pocos impuestos.

¿Cuál ha sido la importancia de las elecciones de 2014 para las izquierdas y qué papel han desempeñado en esta disputa?

Las elecciones son muy importantes porque es el momento en que conseguimos mínimamente agujerear el bloqueo mediático a nuestras opiniones. La cobertura de los medios tradicionales, aunque muy injusta y desigual, da un espacio a opiniones y propuestas de otra izquierda que normalmente no divulga.

Por desgracia no pudimos unificarnos con el PSTU o PCB, partidos por los cuales tengo un enorme aprecio, para convertirnos todos en una oposición de izquierda. No conseguimos esta unidad a nivel nacional, sólo en algunos estados.

Sin embargo, aunque separados, formamos parte del mismo coro en el sentido de denunciar la actual política económica, su injusticia y la concentración de renta, que son características del modelo económico llevado de manera continuada por el PT.

De esta forma, ¿usted no considera que estas representaciones de la izquierda hayan perdido una gran oportunidad, abierta por las masivas manifestaciones de 2013, de presentarse con mayor peso político y social?

Creo que sí. Tanto es así que en el momento en que todavía estaba en su condición de vicesenador Randolfe Rodrigues (el primer nombre por el PSOL para ser candidato), dejamos la mano abierta para esta designación, tarea que me fue dada para garantizar la unidad del partido, ya que habíamos tenido un debate interno entre nosotros. Asumí el cargo para garantizar la unidad del PSOL, a la vez que abriéndome hacia fuera para que el PSTU y PCB pudiesen formar parte del plato y no alegasen que el PSOL estaba siendo hegemónico y quería encabezar la candidatura, o invisibilizar la alianza. Por desgracia no aceptaron la oferta del PSOL en aquel momento y prefirieron lanzar sus propios candidatos, posición que yo respeto y comprendo pero lamento. Pero incluso separados creo que estamos unidos en la misma lucha, y no es por un proceso electoral en el que tenemos candidatos diferentes por lo que vamos a dejar de estar juntos en las luchas, movimientos sociales y conflictos que sin duda van a tener lugar después de las elecciones.

En sus aspectos más fundamentales, ¿cómo se ajusta el PSOL en este escenario y con qué programa se ha presentado a las elecciones de 2014?

El PSOL se ha presentado como una alternativa radicalmente distinta de estas tres candidaturas, que son las frecuentes en televisión. Por eso, para nosotros ha sido una oportunidad demostrar que tenemos una propuesta alternativa a la que predomina en el proceso político-electoral, a través de una cobertura extremadamente injusta en los grandes medios.

El PSOL se ha perfilado como el partido de la oposición de la izquierda. Nacimos de la visión de que era necesario seguir defendiendo las banderas abandonadas por el PT. Fui expulsada del PT por no aceptar doblegarme al pragmatismo de abandonar la izquierda para aliarse a figuras como Sarney, Collor, y poner en práctica una política económica de acuerdo con los intereses del mercado financiero. De hecho, estoy orgullosa de la expulsión porque es un testimonio de que no me rendí, no me vendí, no abandoné mis ideas a cambio de poder.

Al mismo tiempo, hacemos una propuesta estructuralmente distinta a la propuesta del gobierno, con el continuismo conservador que el PT implementa, caracterizado por el social-liberalismo, es decir, una política económica neoliberal con sesgo social a través de algunos programas de distribución de la renta. Estas medidas redistributivas son nada más que los bordes de la tarta, pues el relleno sigue concentrado en las manos del gran capital.

Tampoco aceptamos el retroceso conservador representado por Aécio y el PSDB, un grave retroceso privatizador que llega hasta el punto de construir un aeropuerto con dinero público para luego entregárselo a su propia familia.

Por último, no aceptamos aquella que se presenta como la “nueva política” pero que tiene, por ejemplo, a una banquera tradicional en la coordinación del programa de gobierno y se asesora con economistas históricamente ligados al PSDB, proponiendo medidas muy próximas a la agenda de este partido, como la autonomía del Banco Central. Por tanto, nuestra propuesta ha sido y es radicalmente opuesta a la lógica del trípode que los tres candidatos defienden. La principal medida es la auditoría de la deuda y la suspensión de su pago. También una revolución en la estructura tributaria, aumentando los impuestos sobre los bancos y las grandes empresas y fortunas, aliviando a la clase media y los asalariados. Es necesario colocar el BNDES (la gran banca brasileña) al servicio de las pequeñas empresas. Es una propuesta que va a cambiar estructuralmente la economía y también la política. Defendemos una revalorización mayor de los mecanismos de participación directa del pueblo a través de una movilización de la población que obligue y tensione al Congreso a promulgar medidas de interés popular, además del uso de plebiscitos y referendos para que la población pueda expresarse de manera más directa respecto a los principales temas políticos de Brasil. También es necesario promover un cambio en el sistema político-electoral, acabar con la financiación privada de las campañas, democratizar los medios de comunicación, imposibilitar que pertenezcan a los grandes grupos de poder y revalorizar los pequeños medios como las radios comunitarias.

La reforma agraria también es un elemento fundamental, no sólo para atender a la población del campo, sino también para mejorar la vida en las ciudades a partir del aumento de la población de alimentos más saludables y más baratos.

En definitiva, tenemos un conjunto de medidas que significan mayores inversiones en lo que realmente interesa al pueblo, partiendo de la lógica de que se hace necesario enfrentarse a los intereses. Y estos intereses son los del gran capital, bancos y multinacionales, los grandes privilegiados del modelo económico actual.

¿Usted considera que en estas elecciones y dentro del contexto aquí descrito, el debate abierto por el PSOL y las izquierdas ha conseguido imponerse y marcar la diferencia en el debate?

Creo que lo hemos conseguido de alguna manera. A pesar de todas las dificultades y desigualdades en el proceso electoral, dinero, tiempo y cobertura mediática, considero que hemos tenido un público de un sector importante de la población, especialmente los jóvenes, que estaban ansiosos de una alternativa frente a la política tradicional. Veo que es un proceso de acumulación. Junio de 2013 demostró que hay una negación y un rechazo de la vieja política turnista. Por lo tanto, la construcción de lo nuevo se abre como una posibilidad, porque su negación es el primer paso para la construcción de unas nuevas bases. Pero tal construcción es sólo un proceso.

Muchas veces encontramos contratiempos en el camino. La candidatura de Marina ha acabado siendo uno de ellos, porque expresa un símbolo que no corresponde a la esencia. Pero existe un sector importante entre quienes niegan la vieja política ilusionado con Marina. Sobre todo porque ella tiene la visibilidad de los grandes medios de comunicación, muy aficionados a candidaturas del sistema que parecen cuestionar el sistema, como en su caso.

De todas formas, vamos acumulando. Creo que el PSOL ha hecho una buena campaña y ha conseguido salir más fortalecido para continuar interviniendo en las luchas sociales, que son el instrumento más importante para alcanzar cambios de verdad en la sociedad.

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Traducción de Tomás Martínez para Izquierda Anticapitalista.