Por Deborah Cavalcante y Larissa Rahmeier, de la Juventud de Insurgência

Traducción por Democracia Socialista

Desde la consumación del golpe en Brasil, vemos la profundización de un ataque neoliberal sin precedentes. Luego de este giro en la política brasileña, de un lado quedaron Temer y su ministerio de hombres de traje esforzándose para quedar en los libros de historia como el gobierno de los retrocesos históricos en el campo de los derechos sociales, laborales, de seguridad y democráticos. Del otro lado, están las marchas, huelgas y las casi 900 tomas de escuelas en Paraná, colegios, institutos y universidades de todo el país, para mostrar que la resistencia ya comenzó y vendrá desde abajo, de la radicalización de la juventud y de la fuerza de lxs trabajadorxs que no tienen miedo de luchar.
Si alguien tuvo dudas de los motivos del golpe, el anuncio en cadena nacional sobre la pretensión de hacer contrarreformas que afectan al sistema previsional y laboral, para aumentar la edad de la jubilación y destruir los derechos consagrados en la CLT, prueban cuáles son los verdaderos intereses involucrados. Ya están tramitando en el Congreso Nacional en forma de proyectos de ley o medidas provisorias, 55 propuestas que tendrán profundas consecuencias para la soberanía nacional (como la ley que privatiza todo) y los derechos de la clase trabajadora, de la juventud, de las mujeres, de los negros y negras, indígenas y del colectivo LGBT.
Para empeorar las cosas, la medida provisoria (MP) 746/16 y la Propuesta de Enmienda Constitucional (PEC) 241 colocan en jaque la vida y el futuro de la juventud y de lxs trabajadorxs. Esto se debe a que la Medida Provisional 746 propone una reforma en la escuela media para que las escuelas sean solo espacios de formación profesional, eliminando la posibilidad de una educación con pensamiento crítico. Además de haber sido confeccionada sin diálogo y de manera autoritaria, esta medida reduce el ciclo básico y crea obstáculos para el acceso al conocimiento amplio y diverso, con la eliminación de la obligatoriedad en la educación física, artes, sociología y filosofía.
Como si no bastara con eso, la PEC 241 congelará los gastos públicos por 20 años limitando el presupuesto al ajuste inflacionario. En la práctica, eso significa reducir las inversiones en salud, educación y seguridad social, congelar los concursos públicos, inviabilizar las metas del Plan Nacional de Educación, incluyendo las que pretenden alcanzar el 10% del PBI en educación, con cortes drásticos en el valor del presupuesto que actualmente se invierte.
No faltan motivos para justificar por qué lxs jóvenes de todo el país están aprendiendo a hacer política, ocupando sus escuelas y la rectoría de sus universidades. Sin duda, la inspiración para este fenómeno viene de la experiencia de junio del 2013 y sus gigantescas manifestaciones que tuvieron la fuerza de reducir el aumento de los impuestos en diversas ciudades. También de la primavera feminista, de la lucha contra Eduardo Cunha quien hoy se encuentra preso por corrupción, denunciado por las mujeres, el colectivo LGBT, por la juventud negra, y por el pueblo santo. O de los actos contra el ajuste y el conservadurismo, que recientemente gritaron “¡Fuera Temer!” desde el norte hasta el sur del país.
Más allá que actualmente son el polo más dinámico e importante de la resistencia en Brasil, las escuelas ocupadas están gestando una importante generación de jóvenes luchadorxs. Sus métodos y sus formas de hacer política son exactamente opuestos a los del gobierno golpista. Mientras que en el Palácio do Planalto hay una mayoría de hombres blancos dirigentes, en las escuelas de la resistencia hay una amplia mayoría de jóvenes mujeres y LGBT, en su mayoría negrxs, en la línea de frente de las ocupaciones, dirigiendo las asambleas. Si en el Gobierno Federal prevalecen el autoritarismo y la falta de diálogo para la implementación de las medidas de ataque, en las ocupaciones las tareas y las acciones son definidas en asambleas y círculos de conversación.
Estxs jóvenes luchadorxs serán fundamentales para organizar la resistencia actual y luchar por su futuro, derechos y trabajo, hoy amenazados. Pero no solo eso. Esta generación será esencial para derrotar el golpismo desde la raíz, con experiencias genuinas de auto-organización de la clase trabajadora y de lxs oprimidxs, para construir una alternativa de izquierda anticapitalista, antirracista, anti-LGBTfóbica, feminista y un proyecto de poder que supere, en resumen, la experiencia fallida de la conciliación de clases. Que sirva de inspiración para todxs lxs que actualmente luchan en Brasil y en el mundo ¡Es tiempo de resistir y ocupar!