Cuando todo parece no tener salida, cuando la realidad se nos vuelve hostil, cuando la exclusión de un sistema que nos deja en los límites de la sociedad se vuelve normalidad, las feministas seguimos levantando la voz. Nos volvemos comunidad, familia para acceder a una cama donde dormir, para buscar alimentos y comer algo caliente alrededor de una olla comunitaria. Generamos redes de solidaridad para acompañarnos cuando queremos abortar, para escapar de las violencias entramadas, para darnos confianza sin juzgarnos, apoyo sobre aquello que sentimos y nos quieren negar, pero sobre todo, para darnos amor. Hoy luchamos y resistimos  a un sistema que estructuró que  violar, matar, discriminar y subestimar sea la normalidad, pero tenemos historia y la comodidad del silencio ya no la tienen más. 

Hoy ante la angustia de no contar con agua, con luz, con comida para sobrevivir y bancar la impotencia de no encontrar la salida, encontramos aprendizaje de quienes (mucho tiempo antes) ya venían poniendo en el centro la vida y la solidaridad para sostenerse: les compañeres trans, travestis, lesbianas, trabajadorxs sexuales, trabajadorxs migrantes, racializadas, de barriadas populares, mujeres de pueblos originarios hacen carne lo que llamamos “tejer solidaridad” cuando el odio prima. Hicieron de la necesidad y exclusión prefiguraciones de vivir en familia y de trabajar sin patrón.   

La feminización de la pobreza y la violencia de género va en aumento. Durante el macrismo, las políticas laborales, habitacionales y de género, se ajustaron aún más. El Plan nacional contra la violencia prevista en la ley 26. 482, no se logró ejecutar. De los 36 refugios para personas que sufren violencia de género proyectados en este plan a nivel nacional, solo se realizaron 9, más los que ya se encontraban en funcionamiento. El programa de patrocinio jurídico gratuito para víctimas de violencia de género empezó a implementarse en el 2019 (3 años después de sancionada la ley en el Congreso) y hasta noviembre del año pasado solo se contaba con 24 abogadas para 11 provincias. Las políticas contra la violencia machista, aún no muestran ser suficientes, entre otras cuestiones por llevar adelante un abordaje individual de la violencia de género, sin tener en cuenta sus dimensiones estructurales. Estas políticas requieren de un abordaje integral con presupuestos acordes, no alcanza con incitar a las víctimas a denunciar, reforzar la atención de la Línea 144 es importante pero no es suficiente, más si las trabajadoras que atienden esas líneas continúan en relaciones laborales precarias, lo mismo sucede con las trabajadoras de refugios, que hoy se encuentran con salarios por debajo de la línea de pobreza. 

Proyectar nuestras vidas se ha vuelto un privilegio, y la pandemia de covid-19 muestra que la miseria y el hacinamiento a la que nos han querido acostumbrar no se puede aguantar más. Desde el 20 de marzo hasta ahora se contabilizan 53 femicidios y 11 travesticidios, dando una cifra total de un crimen de violencia patriarcal cada 29 horas en contexto de pandemia mundial. A esto se suma la superposición de tareas del hogar para mujeres que sostienen sus actividades laborales, las tareas de cuidado y la educación de sus hijes. Ramona, como representante de las miles de mujeres que se organizan en ollas populares y en la lucha contra el hambre de sus barrios, pagó con su vida la persistencia de la violencia del patriarcado y la desigualdad sobre los cuerpos feminizados pobres. 

En el actual contexto donde se refuerzan las violencias y múltiples opresiones que atravesamos cotidianamente, revalorizar la lucha travesti, de lesbianas, mujeres migrantes y racializadas nos demuestra con su historia de organización que es posible pensar economías que sostengan la vida. Pero para que no sea sostener vidas precarias, será necesario romper con las relaciones que se mantienen con la clase empresaria y de banqueros que no paran de acumular a costa de nuestra pobreza y del desequilibrio ecológico. Todo recurso del Estado en beneficio de ellos implica sumergirnos más en la pobreza a millones; es más violencia, es más discriminación y desigualdad. Todo lo que podamos re- distribuir de forma justa, con perspectiva de género, tiene que destinarse a más recursos para nuestros barrios, casas, educación, salud, en definitiva, para vidas que valgan la pena ser vividas. 

Hace 5 años que millones de nosotras ya no somos iguales, pero hace falta mucho más que esta batalla contra la violencia patriarcal y sigue siendo el principal objetivo mantenernos en unidad. Hoy muchas de las reivindicaciones que levantaban nuestras brujas siguen vigentes, otras las seguimos discutiendo desde la autonomía de nuestros cuerpos y territorios  contra el capital que nos quiere esclavas y sumisas. Pero nosotras recuperamos saberes de nuestra historia de lucha y gritamos que nuestras vidas valen más que sus ganancias. 

3J Ni una menos, vivas, libres y desendeudadas nos queremos! 

  • Basta de femicidios y Travesticidios. Financiamiento y plan de acciones del Ministerio de Mujeres, Género y Diversidad.
  • Aborto Legal ya. Plena implementación de la ILE en todos los niveles de salud.
  • No queremos salir más endeudadas de esta crisis, impuesto ya a las grandes fortunas.
  • Cupo Laboral trans a nivel nacional.
  • Plena implementación de la Ley de identidad de género. No más faltantes para los tratamientos hormonales en el sistema de salud.
  • Implementación de la ESI en todas las escuelas del país.
  • Las vidas negras importan. Por un feminismo antirracista decimos Justicia por George Floyd, basta de violencia policial y crímenes de odio a negrxs, latinxs e indígenas en todo el mundo.
  • Con megaminería a cielo abierto no hay ni una menos. Por justicia ecológica y una vida sustentable.
Publicaciones con foto y fondo blanco 25