En medio de una pandemia que ya superó el millón afectados a nivel mundial y suma más de 50.000 muertes, Estados Unidos decidió escalar la presión imperialista sobre la República Bolivariana de Venezuela. Luego de denunciar en sus juzgados a Nicolás Maduro como “narcoterrorista”, Donald Trump, junto al Jefe del Pentágono y del Estado Mayor Conjunto, máximas autoridades de la fuerza militar más grande del planeta, anunciaron una fuerte movilización de tropas alrededor de Venezuela, bajo la excusa del combate contra el narcotráfico. El Comando Sur, división militar que se “encarga” de los territorios de América Latina, recibió importantes refuerzos para esta nueva intervención imperialista en Nuestramérica.
Desde hace años EE.UU. y otros estados vienen llevando adelante una presunta “guerra contra el narcotráfico” que si fuera evaluada como combate efectivo contra la producción y distribución de estupefacientes daría por resultado un fracaso tras otro. Lo cierto es que la presunta campaña contra las drogas es la nueva cobertura con la que el imperialismo estadounidense ahora legítima buena parte de sus intervenciones políticas, económicas, ideológicas y militares en lo que siguen considerando su “patio trasero”. El resultado más crudo de esta guerra ha sido una creciente militarización y violencia que golpea duramente a las poblaciones más pobres del continente. 
Hoy, Trump redirige esta guerra para cumplir con su objetivo declarado de destruir a la Venezuela chavista, luego del apoyo explícito otorgado al gobierno golpista de Jeanine Áñez en Bolivia. Abandonando toda sutileza en cuanto a las metas reales del operativo, el Secretario de Defensa Mark Esper afirmó: “El régimen ilegítimo de Maduro, en Venezuela, se basa en las ganancias de la venta de drogas para mantener su poder opresivo”. Aunque no existen evidencias que respalden que el gobierno de Nicolás Maduro se sostiene en base a la economía ilegal del narcotráfico, Estados Unidos sostiene una alianza duradera con Colombia, vecino país de venezuela, en el cual el narcotráfico juega un rol central, no solo económico, sino también político. Este doble estándar es análogo a la reivindicación de “llevar la democracia” a Oriente Medio y la alianza con la dictadura saudí. No podemos dejar de lado que este movimiento, aunque planificado y consecuente con la persecución de Estados Unidos y el servil Grupo de Lima vienen llevando adelante contra Venezuela, se enmarca en la pobre respuesta que Donald Trump ha podido estructurar frente a la epidemia de coronavirus, que ya se ha cobrado miles de vidas en el país del norte, que hoy encabeza el ranking mundial en contagios (incluso superando a China), a pesar de que tuvieron meses para prepararse. Y la catástrofe humanitaria solo va a empeorar, pese a que el vicepresidente Mike Pence afirme que el sistema de salud estadounidense es el mejor del mundo (dato que contradicen las estadísticas de la OMS que lo ubican en el puesto 37). Está claro que la salud pública no es una prioridad para el imperio. Estimaciones de esta semana de la Casa Blanca prevén una cifra final de entre 100 y 240 mil muertes (más que las guerras de Vietnam y Corea juntas), si se cumplen las recomendaciones de distancia social, cifras que trepan hasta el millón si no se cumplieran.
Hace 18 años, en abril de 2002, el pueblo de Venezuela desafió el golpismo y la injerencia estadounidense cuando derrotó el breve Golpe de Estado contra el presidente Hugo Chávez encabezado por Pedro Carmona. Hoy el pueblo venezolano se prepara para enfrentar esta nueva amenaza en su contra.
Nuestra solidaridad está siempre con el pueblo de Venezuela, defendiendo su derecho a la autodeterminación social, política y económica, libre de toda injerencia. Rechazamos todo intento de golpe de Estado, de intervención militar o intento de magnicidio para imponer un gobierno afín a los intereses de Washington. Quienes nos oponemos consecuentemente a la política intervencionista del imperialismo estadounidense en Latinoamérica, no podemos callar frente a esta nueva provocación. Especialmente cuando se hace con el objetivo distractivo de galvanizar a la opinión pública estadounidense en torno a un nuevo conflicto bélico, que ayude a ocultar la ineficiencia estatal en lo que hace a salud pública, a pocos meses de un proceso electoral en el que las decenas de miles de muertos que dejará la epidemia en territorio estadounidense podrían complicar las ambiciones reeleccionistas de Trump. Las consecuencias de una intervención militar estadounidense, en cualquiera de sus formas, tendría efectos duraderos para América Latina. Aunque creemos en la tradición antiimperialista que las sucesivas intervenciones estadounidenses generaron en nuestros pueblos desde finales del siglo XIX y durante el siglo XX, el disciplinamiento para los pueblos y los Estados que una posible invasión trae es inaceptable. La resolución de un conflicto político, más aún cuando la oposición se recuesta en un discurso profundamente antisocialista, vía las armas y la presencia de una potencia imperial, sin dudas coartaría las políticas más audaces que cualquier Estado o fuerza política intente tomar en todo el continente. 
Defender a Venezuela es defender la paz, la soberanía y la autodeterminación de los pueblos de toda Nuestra América.
 
¡No al intervencionismo en Venezuela!
Abajo el Golpe de Estado en Bolivia
Repudiamos el bombardeo a la Franja de Gaza en plena crisis sanitaria internacional y su bloqueo ¡Viva Palestina Libre!
Cese inmediato del bloqueo a Cuba y las nuevas medidas restrictivas de acceso a combustible en la isla.
¡Fuera el imperialismo de Venezuela y América Latina!
logosorgDS 1 1