Daniel Oscar López

A los compañeros

Analizar la creación y el accionar del Partido Revolucionario de los Trabajadores requiere hacer un breve recorrido histórico y algunas precisiones conceptuales.
El Peronismo desde el punto de vista social y político implico, básicamente, la “ciudadanización” de la clase obrera argentina, esto es, por un lado dotarla de aquellas vías institucionales por las cuales negociar y vehiculizar sus derechos y demandas. Justo es decir que la clase obrera durante ese período (1945 – 1955), obtuvo derechos y mejoras innegables, materiales, políticas y simbólicas, lo que motivo su apoyo político masivo al Justicialismo. Por otro lado, y en correspondencia con lo anterior, también implicó la imposibilidad de acumular y ejercer poder por fuera de las formas previstas en el sistema capitalista, o sea, incapacitarla políticamente para actuar por fuera del sistema burgués de dominación.
El golpe de estado de septiembre de 1955 desalojó al Peronismo del poder comenzando allí su proscripción, y a partir de entonces se inició un proceso de resistencia y lucha que culminará, varios años después, con la ruptura de la ciudadanización de los sectores más combativos del pueblo, tanto peronistas como de izquierda.
Aquí es importante mencionar la impronta de la Revolución Cubana y otros procesos independentistas dado que ellos introdujeron discusiones teóricas y políticas que jugaron un papel determinante en los planteos políticos y en el accionar de los distintos actores políticos nacionales. Algunos de esos temas son: el papel de las burguesías nacionales en los procesos de luchas antiimperialistas y de liberación nacional y otro, no menor, el método por el cual se alcanzarían esos objetivos políticos, en particular el lugar de las guerrillas y la lucha armada.
En este contexto el 25 de Mayo de 1965, un grupo de militantes funda, en Buenos Aires, el Partido Revolucionario de los Trabajadores, este es el producto de la unión de dos organizaciones, el FRIP (Frente Revolucionario Indoamericano Popular), con fuerte influencia en el noroeste argentino y particularmente entre los obreros azucareros; y Palabra Obrera, organización conducida por Nahuel Moreno, de ideología trotskista, con un fuerte trabajo militante en Buenos Aires, Córdoba, Tucumán y Rosario.
A poco de surgir, a principios de 1968 se aceleran las discusiones al interior de el Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT), produciéndose la ruptura de la cual surgen dos nuevas organizaciones, el “PRT-El Combatiente” conducido por Mario Roberto Santucho, que seria denominado como PRT a secas y “PRT-La Verdad” conducido por Nahuel Moreno. La confrontación ideológica que provoca la ruptura estaba dada entre los que proponían que para llegar a una situación insurreccional con posibilidades de alcanzar la victoria es necesario contar con una fuerza armada revolucionaria, justamente para garantizar el éxito de la insurrección, y de ese modo alcanzar el poder y la sociedad socialista (PRT-El Combatiente) y los que consideraban que se llegaría al mismo objetivo sólo a través de la huelga general y de la insurrección popular (PRT-La Verdad).
En el año 1969 se producen de manera intensa grandes movilizaciones de masas y confrontaciones políticas y sociales en varios lugares del país, conocidas genéricamente como “azos” (en total 17, de los conocidos), entre los cuales podemos mencionar, a saber: Cordobazo, Tucumanazo, Rocazo, Mendozazo, Choconazo, etc., que adquieren el carácter de verdaderas insurrecciones y en varias de ellas las fuerzas del orden son desbordadas y se debe acudir a la “ocupación militar” para reestablecer el orden social.
La burguesía, en tanto clase dominante, comienza a percibir como una amenaza para “su” orden social el proceso en marcha que evidenciaba una crisis de la conciencia moral de la “ciudadanía” de los obreros.
Estos hechos hacen que desde varias organizaciones se considerará que estaban dadas las condiciones objetivas para comenzar las acciones armadas en argentina, entre ellas el PRT.
En ese marco en el V Congreso del PRT nace el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) que tuviera una intensa actividad de formación de cuadros y de acciones armadas hasta 1975, debe destacarse que el mayor despliegue armado del ERP ocurrió en centros urbanos donde el Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT) tenía un intenso trabajo político-sindical, como Córdoba y Rosario. También es de destacar la actividad de la compañía de monte “Ramón Rosa Jiménez” en el monte Tucumano.
En este contexto la burguesía comienza a transitar un doble camino con el objetivo de recomponer las condiciones de dominación “legítima” ante la situación de “emergencia” de una fuerza social revolucionaria en la cual el Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT) tuvo un rol destacado tanto en su constitución como en su desarrollo, por ello, resultaba imperioso para la burguesía: a) desarticular las relaciones sociales y políticas que sustentaban a dicha fuerza y b) implementar distintas políticas, incluidas las militares, para destruir a esa fuerza social revolucionaria.
Con esos objetivos los representantes más lúcidos de la burguesía recompusieron el esquema tradicional de dominación: la democracia parlamentaria. En ella, el movimiento de masas, por lo general, tiende a debilitarse en cuanto movimiento revolucionario. La acción revolucionaria decrece y tiende a ser reemplazada por los carriles institucionales burgueses, siempre asimilados por las masas.
Para ello, debía retornar al sistema institucional, que para las masas seguía siendo legítimo, lo que requería llamar a elecciones. Esto se plasmo en la política impulsada por Lanusse: el Gran Acuerdo Nacional, que fue la política para institucionalizar el conflicto y “desarmar” políticamente a las masas.
Precisamente, ante esto el Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT) planteó en 1971 la necesidad de una táctica electoral, de una intervención electoral con contenido antiimperialista y socialista, aunque sin embargo no fue consecuente con esa línea y llegó a las elecciones del 11 de marzo de 1973 sin una opción política.
Este conocimiento, por parte de la burguesía y sus cuadros “ilustrados”, fue determinante para el diseño de la “defensa estratégica” de “su” orden social. Su táctica fue disciplinar a las masas.
Esto fue logrado parcial y contradictoriamente, ya que, la restauración constitucional de 1973 posibilitó un fuerte impulso y desarrollo revolucionario, que para el Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT) significó el más importante de su breve historia.
Ante este nuevo escenario el Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT) intensifica los trabajos en los distintos Frentes de Masas. Entre ellos: la Juventud Guevarista, fundada en 1973, que nucleaba básicamente a estudiantes secundarios y jóvenes organizados en barrios y fábricas; el Frente Antiimperialista y Por el Socialismo (Agosto de 1973), frente político donde confluían organizaciones de izquierda revolucionaria y del peronismo de izquierda, que, entre otras actividades, impulsó la candidatura de Tosco-Jaime para las elecciones de 1973, propuesta que Tosco rechazó y, por último, el Movimiento Sindical de Base (Julio de 1973), un frente sindical conformado por agrupaciones y comisiones internas combativas, (entre ellos: del vidrio, plomeros, municipales, bancarios, docentes y municipales).
El ascenso de masas estalla apenas asumido el gobierno de Cámpora, el 25 de Mayo de 1973 y este se manifiesto en algunos hechos que nos parece relevante destacar, dado que son hechos históricamente inéditos: a) la liberación de presos políticos conocida como “Devotazo” (la toma de varios penales con la subsiguiente liberación de detenidos mayoritariamente políticos), que sobrepaso los canales institucionales ante el apremio de las masas movilizadas en las calles, b) el proceso de “tomas” de distintos tipos de establecimientos que se inicia inmediatamente antes de la asunción de Cámpora el 22/5 y se prolonga hasta el 13/7 produciéndose “691” tomas, la mayoría de ellas, buscando el fin del continuismo que permitiera cambiar la conducción de sindicatos, escuelas, fábricas, etc.
En tanto, la estrategia de la burguesía comenzaba a dar sus resultados: el Peronismo se mostraba incapaz para conducir y controlar tanto a su movimiento como al movimiento de masas en los moldes del sistema institucional generándose una brutal y tremenda disputa entre las fracciones del peronismo por conquistar un lugar en el aparato del Estado creando una fragmentación objetiva del poder instrumental del mismo. Las fracciones más radicalizadas del movimiento de masas aprovechan la situación de neutralización de los aparatos represivos y se lanzan a ocupar sus lugares en los frentes de masas, buscando las formas de acrecentar su movilización. En este contexto, la burguesía más concentrada, se sentía doblemente satisfecha, pues no sólo el peronismo se mostraba incapaz de llevar a cabo la institucionalización sino que a la vez que se desgastaba ante los sectores populares, los desarmaba políticamente. Decide, por lo tanto, pasar lentamente a una ofensiva como manera de profundizar las condiciones del enfrentamiento. Rompe la situación de “tregua económica” que sus sectores habían otorgado inicialmente al gobierno peronista. Abre con ello un nuevo frente de lucha que estaba medianamente neutralizado en los sectores obreros y con ellos debilita además a las fracciones de la burguesía comprometidas con el proyecto peronista. La desarticulación deliberada de la estructura económica y social que tradicionalmente había sostenido la sociedad del “empate” eliminaría las condiciones de posibilidad de las coaliciones defensivas impulsadas por los empresarios y obreros vinculados al movimiento de sustitución de importaciones.
Perón diseña y fortalece su política mediante la incorporación de una “ofensiva armada” dirigida hacia las fracciones más radicalizadas de su movimiento. La desarrolla mediante dos tácticas: la creación especifica de un organismo para policial: Triple AAA y por otro la legitimación de una política armada de las fracciones de su movimiento en la implementación de acciones golpistas en distintas provincias: Córdoba, Salta, Mendoza, Buenos Aires y Santa Cruz.
Es necesario decir también que Perón implementó las políticas mencionadas pero al mismo tiempo su presencia “contuvo” a las fracciones en disputa, situación que se modificaría con su muerte el 1/07/74.
La determinación de dirimir las luchas políticas y sociales de modo militar, tradicionalmente fue patrimonio de la burguesía, que cuenta con la ventaja acumulada, históricamente, de tener una formación profesional especializada para esa tarea. La ruptura de su monopolio de la fuerza a partir del Cordobazo la impulsó a implementar esta forma de lucha, como manera de retomar la iniciativa estratégica perdida en Mayo de 1969.
La determinación de guerra de exterminio que habían tomado los sectores más concentrados y poderosos de la burguesía argentina ante la crisis de sus modos de acumulación capitalista fue implementada una vez que lograron el grado de consenso moral del conjunto de la sociedad, es decir la determinación legislativa y judicial que asumió sus limitaciones y en consecuencia convoco al Estado a la guerra de aniquilamiento.
La experiencia del PRT-ERP debe ser analizada, estudiada y debatida evitando idealizaciones que obstaculizan e impiden el aprendizaje imprescindible para la acción política, como también evitando la crítica fácil sobre el accionar político y militar de dicha organización en una etapa compleja.
Vaya, desde luego, todo el respeto y admiración para todos aquellos que con su militancia y trabajo político lograron cuestionar al poder y la inhumanidad de esta sociedad capitalista para intentar construir la sociedad socialista y entre ellos los hombres y mujeres del PRT-ERP tienen un lugar relevante y destacadísimo.

25.05.15