En las próximas PASO del 9 de agosto, nos encontraremos con dos listas dentro del Frente de Izquierda, la lista UNIDAD compuesta por el Partido Obrero, Izquierda Socialista, Pueblo en Marcha, el PSTU y Comunismo Revolucionario, encabezada por la fórmula presidencial Altamira-Giordano, y la lista “Renovar y fortalecer”, compuesta por el PTS y Convergencia Socialista, encabezada por la fórmula Del Caño-Bregman. Desde Democracia Socialista en Pueblo en Marcha, consideramos importante hacer una reflexión sobre cómo llegamos a esta situación.

En particular, las organizaciones que conformamos Pueblo en Marcha venimos de un espacio político que hemos denominado “nueva izquierda”, compuesto por un amplio conjunto de colectivos y organizaciones que se desarrollaron fundamentalmente luego del 2001. La “renovación” que implicaba este espacio no radicaba solamente en la juventud de su militancia, sino en que, a pesar de que se desarrolló más sobre la base de la militancia cotidiana en conjunto que sobre acuerdos estratégicos e ideológicos profundos, la militancia codo a codo fue delineando acuerdos políticos y metodológicos. Estos acuerdos nos delimitaron de lo que llamamos “izquierda tradicional”, que incluye, entre otros, a los partidos fundadores del FIT.

Estos acuerdos tienen que ver con la caracterización de la etapa como de acumulación de fuerza para la izquierda y el movimiento popular, para lo que se requiere construir en unidad sin descartar que en una etapa de enfrentamientos decisivos tenga mayor centralidad que las fuerzas de izquierda disputemos por la dirección del movimiento popular. Esto implica también una jerarquización del trabajo de base en los distintos territorios y de sus disputas concretas, apostando a la construcción de organismos sectoriales y gremiales fuertes, que articulen políticamente a amplios sectores de las bases, excediendo por mucho a las direcciones políticas de los gremios. Para esto es necesario plantear consignas de lucha que sean fuertemente sentidas por el pueblo y que se liguen con sus problemáticas concretas, evitando distintos tipos de maximalismo abstracto. A su vez, nos hemos apropiado del concepto de prefiguración, considerando que nuestras prácticas en la sociedad actual tienen que apuntar a prefigurar la sociedad que queremos construir, asignándole a las cuestiones metodológicas un valor que excede lo meramente utilitario. A esta apuesta de proliferación de órganos fuertes y plurales de organización de la clase trabajadora y lxs oprimidxs la hemos enmarcado en la apuesta estratégica a la construcción de Poder Popular. A su vez, esta nueva izquierda se diferenció de sectores importantes de la izquierda tradicional al plantear una caracterización distinta de los procesos populares radicales de América Latina (Venezuela, Bolivia), y una forma distinta de disputar la hegemonía de procesos como el kirchnerismo, adoptando una posición más dialógica con sus bases e intentando interpelar los “núcleos de buen sentido” que, dentro del sentido común popular, pudieran tener potencialidades liberadoras.

Sin embargo, desde Democracia Socialista consideramos que desde hace algunos años este espacio político se encuentra en un estado de relativa crisis y estancamiento. Para superarlo, consideramos que es necesario que nuestras organizaciones asuman las tareas necesarias para complementar la fuerte construcción social y sectorial, con una apuesta política que aún no hemos logrado estructurar. Para esto, es necesario en primer lugar que abordemos seriamente los debates estratégicos pendientes entre las distintas tradiciones e intuiciones políticas que nutren nuestro espacio. Por otro lado, en el contexto de un Estado moderno con una hegemonía y legitimidad reconstruidas después de la crisis de 2001, si queremos constituirnos como actor político de cara a lxs trabajadorxs y el pueblo, consideramos necesario que nuestro espacio intervenga activamente en el terreno electoral. Para el desarrollo de esta tarea, hemos construido de manera fraternal junto con otras organizaciones sociales y políticas la herramienta electoral Pueblo en Marcha.

A la hora de abordar la tarea de la presentación electoral, desde Pueblo en Marcha consideramos que era importante plantar una referencia anticapitalista fuerte que discuta con el conjunto de lxs trabajadorxs y el pueblo. Esto en primer lugar marcó una diferencia con otros sectores que provienen del espacio de la nueva izquierda que apostaron a alianzas con sectores de centroizquierda. En segundo lugar, implicó que tuviéramos que asumir la necesidad de discutir con fuerzas de la llamada izquierda tradicional que ya habían construido, en esa arena específica, una referencia anticapitalista importante. Dentro de estas fuerzas, claramente se destacaba el Frente de Izquierda y de los Trabajadores.

Ciertos gestos de apertura que parecían vislumbrarse en algunos sectores del FIT se vieron confirmados en las discusiones que fuimos teniendo con lxs compañerxs del Partido Obrero e Izquierda Socialista. Con respecto al PTS, si bien su dirección parecía dispuesta a nuestra incorporación como Pueblo en Marcha cuando nos reunimos a fines de 2014, luego del cierre de alianzas de CABA pasó a tener una actitud hostil hacia la incorporación de nuevos grupos. En este contexto, a instancias del Partido Obrero e Izquierda Socialista, y con la oposición explícita del PTS, el FIT se abrió parcialmente incorporando compañerxs nuestrxs a las listas de CABA, y ahora a las Lista UNIDAD para las elecciones nacionales.

Creemos que la discusión con los compañeros del PTS expresa tanto un debate ideológico como un problema sobre la relación de fuerzas en el FIT. Por un lado, la resistencia del PTS se debe a la caracterización de que la ampliación del FIT lxs haría perder fuerza relativa al interior del Frente. Esto se expresa claramente en el rechazo a la incorporación del “Perro” Santillán, referente del SEOM en Jujuy, con el objetivo de mantener la primera candidatura de la Provincia para alguien del PTS. Ciertamente no parece una cuestión de principios si consideramos que en 2013 habían incorporado a las listas en Mendoza a organizaciones con las que podrían haber tenido los mismos reparos que los que tienen con Pueblo en Marcha, o que ofrecieron candidaturas subalternas a miembros de la dirección del SEOM, o que en este momento su organización hermana de Brasil está haciendo una campaña por el ingreso al PSOL, un partido amplio de izquierda con el que el PTS tiene, en principio, aún más diferencias.

A su vez, en la disputa interna por fortalecer su posición dentro del FIT, el PTS lanzó la precandidatura de Del Caño, presionando con la posibilidad de ir a las PASO para negociar mejores candidaturas, aunque finalmente hicieron una propuesta “unitaria” luego del lanzamiento de la fórmula Altamira-Giordano. Consideramos que es esta disputa por la dirección del Frente lo que está en discusión en estas internas, y no cuestiones más vinculadas a la forma de construcción que puedan utilizarse como campaña. Nos parece insostenible que el PTS pretenda arrogarse la representación de lxs trabajadorxs, las mujeres y la juventud, dado que consideramos que eso corresponde a todos las organizaciones que tenemos una apuesta de lucha anticapitalista, clasista y antipatriarcal. En particular, desde Pueblo en Marcha expresamos la fuerza de lxs trabajadorxs con candidatos como Norberto Señor, referente histórico de la CTA Lomas de Zamora, y Daniel López, delegado del Ministerio de Trabajo. Expresamos la fuerza de las mujeres con la candidatura de Carina López Monja en CABA y la campaña feminista de Camila Salimbeni en La Plata. Expresamos la fuerza de la juventud, con dos tercios de nuestrxs candidatxs que tienen entre 24 y 35 años y  con candidaturas de referentes estudiantiles como Guido Spadavecchia.

Ahora, también está presente una discusión política más profunda sobre la naturaleza y las perspectivas del FIT. El PTS plantea, como fundamento de su rechazo a la ampliación del FIT, las posiciones de agrupamientos como Pueblo en Marcha sobre procesos como los que se dan en Venezuela, o sobre la combinación de lucha de masas y avances electorales que se desarrollan en el sur de Europa a partir de instrumentos políticos amplios, irreductibles a la sola concepción de “partido revolucionario”. En otros contextos hemos caracterizado esos procesos como escenarios de disputa abierta, que pueden encauzar, con diferentes resultados, procesos de radicalización política en un marco de lucha hegemónica. Lejos de cualquier apoyo simplista a este tipo de experiencias, entendemos que, en estos casos, las organizaciones anticapitalistas deben ser capaces de converger con estos nuevos fenómenos organizativos y no delimitarse a partir de un simple propagandismo abstracto. Es decir, disputar su vida interna, acompañando y radicalizando la experiencia de las masas y confrontando (de manera frontal cuando sea necesario, como en el caso griego) con las direcciones vacilantes, nacionalistas o reformistas. En otras palabras: se trata de evitar tanto el abstencionismo sectario, incapaz de interpelar las subjetividades obreras y populares, como de no caer en ilusiones reformistas simplificadoras que idealizan las conducciones de procesos abiertos cuyo sentido está en disputa.

Según el PTS, abrir el FIT a corrientes que caracterizan como “chavistas” o “chavistas críticas” es desdibujar su programa de independencia de clase. Esto supone una concepción dogmática de la independencia de clase, que se basa solamente en la adscripción principista de un núcleo militante, desconociendo que los modos y los momentos bajo los que la clase trabajadora se delimita de la burguesía son históricos, variables y dependen de las formas y el desarrollo de la lucha de clases. En otras palabras, la idea de que el PTS encarnaría la “renovación” del FIT esconde, por el contrario, un profundo retroceso sectario en relación a los pasos dados por la Lista Unidad.

El PTS realiza una sistemática política de “falsa apertura”, que esconde mal un rancio dogmatismo sectario. Muchxs compañerxs independientes o simpatizantes de la izquierda confunden, por ejemplo, el hecho del que este partido se dé una política cultural o tenga interés por discutir teóricamente con otras corrientes de izquierdas, con una actitud de apertura y renovación de las tradiciones de izquierda. Nada más lejos de la práctica. Por el contrario, la apertura del PTS se limita al comentario o la discusión de textos y viene de la mano, a la hora de las decisiones políticas, del más recalcitrante de los sectarismos. Un dogmático que lee a Adorno o a Žižek es un dogmático bien leído, no un renovador de la izquierda.

La tarea del FIT, creemos, es constituirse en el canal de expresión político-electoral del conjunto de fuerzas de izquierda que, a partir del cambio de etapa que vivimos, se delimiten del kirchnerismo y la oposición burguesa. En Argentina hay condiciones excepcionales para construir una fuerza política anticapitalista verdaderamente amplia y renovadora, que pueda reagrupar a las distintas tradiciones políticas de la izquierda y el movimiento popular de nuestro país. Aún con importantes limitaciones y contradicciones, consideramos que la incorporación de nuevas organizaciones a la Lista UNIDAD tiene la potencialidad de convertirse en un primer paso en esta dirección. Todas las candidaturas de los grandes partidos del capital expresan, de manera inequívoca y ostensible, variantes de un mismo programa de ataque a la clase trabajadora. El kirchnerismo como experiencia de conciliación de clases exhibe hoy, en sus frutos, en la práctica, su carácter global regresivo para los sectores populares. Dado este contexto, una fracción de nuestro pueblo, minoritaria pero significativa, expresará en el voto al FIT su rechazo a Scioli, Massa y Macri como candidatos contrarios a sus intereses. Defender, en ese contexto, un Frente de Izquierda sectario y dogmático, cerrado sobre sí mismo, implica desaprovechar esta oportunidad histórica e impedir, con miras a la auto-construcción de la propia organización, la constitución de una alternativa de izquierda de masas capaz de enfrentar la ofensiva de la clase dominante en ciernes. Esta política representa claramente algunos de los vicios que más ameritan una “renovación” por parte de la izquierda.

Es ante esta disyuntiva que desde Democracia Socialista y Pueblo en Marcha intervenimos en la interna del FIT, posicionándonos claramente contra la orientación sectaria y regresiva que propone el PTS. En esta perspectiva, llamamos a todxs aquellxs que consideran necesario construir una Nueva Izquierda, que apuestan a la construcción unitaria de lxs luchadorxs, a quienes creen que la izquierda no sólo necesita una renovación generacional sino verdaderamente política, a votar por la Lista UNIDAD del Frente de Izquierda.