por Gabriela Caramuru, abogada y militante PSOL de Brasil
Traducción para Democracia Socialista
Con la detención de una serie de empresarios, políticos y parlamentarios por la operación “Lava Jato” en Brasil, la prisión se idealiza para todos los trabajadores como una oportunidad para castigar a los ricos y resolver los conflictos sociales.
Pero ¿cuál es la función de la cárcel? ¿Puede reivindicar un socialista la forma legal de castigo del capital? ¿Es una opción privar de su libertad a un ser humano, con el fin de su “reintegración” para su vuelta a la vida social?
Basado en el materialismo histórico, hay que analizar cada tipo de castigo como próprio a las relaciones sociales de producción correspondientes a cada modelo de producción, la esclavitud, el feudalismo, el capitalismo. De esta forma, la prisión es histórica, y en el capitalismo, así como el valor de los bienes se mide con el tiempo de trabajo, las prisiones también por el tiempo son capaces de aumentar o disminuir el ejército de reserva de mano de obra. Además de regular el valor de la fuerza de trabajo fuera de la cárcel y en su origen disciplinar para el trabajo, la prisión en el capitalismo tiene la función específica de garantizar las relaciones sociales de producción basadas en la revalorización del capital: es un instrumento para neutralizar a aquellos que cuestionan su corazón, la propiedad privada.
Si alguna vez has insultado al vecino o hurtado una copa en el bar, debes saber que todos cometen delitos a lo largo de su vida. La diferencia en este caso es que sólo algunos delitos tienen una pena efectiva, la penalización ocurre estructuralmente en los delitos contra la propiedad privada (robo, hurto, etc.). Es decir, los delitos que ponen en cuestión la propiedad, razón de la existencia del derecho penal como garantía del modelo de producción capitalista. La prisión, al contrario que el castigo de las élites se basa en lo ideológico, es selectiva y sólo afecta a los trabajadores. Por lo tanto, el propósito real del Estado, con la penalización y el modelo punitivo del capitalismo es la protección de la propiedad de las élites.
Hoy en Brasil son 607.731 vidas¹ destruidas por la cárcel, el encarcelamiento crece en América Latina de forma inversamente proporcional a las políticas sociales. En el instrumento de la pena del capital, el preso acaba siendo víctima de los crímenes más perversos. Bajo el control estatal, los seres humanos también portadores de derechos, sufren hambre, frío, abuso sexual, falta de su familia y tortura. Incluso después de haber cumplido la condena, indiscutiblemente marcado por la ruptura de los derechos más básicos, el estigma de ex-convicto y la dificultad para acceder al mercado laboral cristalizan en la condición de marginalidad. Es decir, además de agravar la vida de la persona que sufrió la condena, los crímenes cometidos por el Estado dentro de las prisiones son generalmente más altos que los crímenes que culminaron en la cárcel.
Pero, ¿el castigar a los ricos es una posibilidad? La criminalización esporádica de los ricos sólo sirve para legitimar el modelo de castigo que aprisiona sólo a los pobres (negros en su mayoría) que cuestionan la propiedad privada. Además de tener pocas veces un castigo efectivo, y, cuando ocurre, ser por períodos cortos, en casas particulares, com empleados a su disposición, etc., la penalización de las élites tiene una clara función de legitimar el modelo de la pena del capitalismo para su objetivo oculto, la criminalización selectiva de trabajadores. No se trata de retirar los derechos de las élites, sino de entender que la negación de la igualdad de derechos a los pobres es exactamente la estructura del modelo de castigo del capital.
En el caso de investigación “Lava Jato” en Brasil, por ejemplo, después de dos años de funcionamiento, al contrario que decenas de políticos presos, como diría el sentido común, vamos a tener un retroceso brutal en las garantías de procedimiento jurídico. Obviamente, estos son violaciónes de derechos contra los verdaderamente afectados por la cárcel, los trabajadores. El legado de la investigación no es el castigo de los ricos, sino la violación de los derechos de defensa de los pobres. Delaciones recompensadas obtenidas a través de las detenciones provisionales abusivas, búsqueda ilegal de pruebas con escuchas telefónicas, la ejecución provisional de la sentencia y traslado coercitivo a la comisaría de policía no serán enfrentados por la burguesía brasileña en su vida diaria. Quien va a ser llevado a la comisaría de policía por la fuerza, incluso sin delito flagrante, serán de nuevo los trabajadores negros pobres , los que venden la mano de obra y cuestionan el modelo de producción capitalista. Derechos como la defensa legal, el contradictorio y la presunción de inocencia violados por las investigaciones y violados en repetidas ocasiones contra los trabajadores, tendrán la legitimidad y el precedente legal necesarios para convertirse en la regla en los procesos penales contra los pobres.
Para los socialistas, la construcción del control social de la producción para hacer frente a la penalización de los trabajadores no se refiere únicamente a reemplazar el contenido de la prisión por diferentes enemigos, ahora los enemigos del Estado. Por el contrario, de esa manera, fortaleceríamos las instituciones del capital y de la forma jurídica que se formó para el capitalismo. Pensar en la superación el modelo de producción capitalista es negar su forma legal de castigo y fomentar la base para la resolución efectiva de conflictos en una sociedad sin clases sociales.
La solución a la violencia propugnada por los socialistas no se realiza mediante el aumento de la seguridad pública represiva, que por sus proprios números de reincidencia se muestran políticas equivocadas. Creemos en invertir en políticas públicas y el aumento de los salarios, que se materializa en vida digna para todos los trabajadores. Los principales países capitalistas que se enriquecen a costa de los países periféricos colonizados como Brasil, pueden, por la reducción de las desigualdades sociales, reducir la violencia sin apostar por un mayor despliegue policial ni por un aumento del encarcelamiento. La policía en el capitalismo aparece como el único brazo del estado para llegar a la periferia, policía explotada para exterminar a los trabajadores explotados. En lugar de centros de salud, buenas escuelas públicas, el acceso a la universidad pública, reducción de las horas de trabajo para permitir una vida más larga y salarios capaces de garantizar la reproducción de la fuerza de trabajo, la opción Estado es la vigilancia intensiva y el encarcelamiento de pobres.
Por lo tanto, ¿cómo puede la izquierda autorizar al Estado a cometer delitos y poner en jaulas a seres humanos? Por el contrario, entendemos la prisión como modelo punitivo próprio del capitalismo para regular el valor de la fuerza de trabajo, la defensa de la propiedad privada de las élites y la moral burguesa del trabajo explotado, castigando sólo a los pobres. Es el papel de los socialistas estar en contra de cualquier forma de encarcelamiento de los seres humanos.
Más alla de formular las diversas alternativas y aplicarlas como instrumentos socialistas para la resolución de conflictos, no es compatible con el socialismo la reivindicación y la celebración del encarcelamiento. Por otra parte, la infiltración del modelo de mercado en las prisiones, con las propuestas de privatización, representa un terror para el ser humano golpeado por la criminalización. Hacer crecer el pastel para la privatización, en el caminho de Estados Unidos, Brasil ha visto un aumento del 33% en su tasa de encarcelamiento en los últimos años². La privatización significa lobby en la justicia para endurecimiento de las penas, la extracción intensiva de plusvalía absoluta, relativa y extraordinaria, alta disciplina y control, el aumento de la penalización de todos los comportamientos, los bajos salarios y el dominio de la vida y los cuerpos de los trabajadores por los propietarios de los medios de producción.
Teniendo en cuenta lo anterior, es incompatible con el socialismo reivindicar todo tipo de penalización como una manera de resolver los problemas políticos y sociales. En la transición a el fin completo de la prisión, invertir en alternativas como la justicia restaurativa con un menor control y reducción de los bienes jurídicos protegidos por el estado es nuestro programa. El derecho penal transitorio (que no necesita servirse de prisión) garantizaría únicamente la protección de la vida, la salud, la sexualidad, la libertad, eliminando de su ámbito de protección de la propiedad privada. Esta es una lucha necesaria para hacer frente a la destrucción de las vidas de miles de trabajadores y trabajadoras encarcelados en la actualidad.
Estar en contra de la tortura y la propiedad privada que permite la extracción de la plusvalía es estar contra todo tipo de encarcelamiento, incluso de las élites como la ideología legitimadora de la prisión. La prisión no es para todos, pero selectiva y garante del capitalismo, precisamente por eso es la tarea de los socialistas destruirla.
***
Más en: Criminología radical, Juarez Cirino dos Santos; La cárcel y la fábrica, Darío Melossi y Massimo Pavarini; El castigo y la estructura social, Georg Rusche y Kirchheimer Otto; Vigilar y castigar, Foucault; Teoría General del Derecho y del marxismo, Eugenio Pasukanis.
–
¹ Disponible en: http://www.justica.gov.br/seus-direitos/politica-penal/relatorio-depen-versao-web.pdf
Ídem ²
Artículo original: http://www.insurgencia.org/por-que-a-esquerda-deve-ser-contra-todo-tipo-de-criminalizacao-2/