Entre los marxistas hay cierto consenso contrario al “electicismo”. El eclecticismo en sentido estricto no sitúa ningún objetivo teórico ni unidad de sentido posible. Se mueve sin proyecto, ni constitución teórica de tal proyecto, en el medio de sugerencias asistemáticas sin relación consistente ni problemática. El eclecticismo no permite la crítica sistemática. Sin embargo este rechazo funda una versión intelectual del sectarismo. Este reside en el rechazo a la incorporación de conceptos de teorías “no marxistas”.
La mejor práctica de Marx y los marxistas proviene de no atenerse a este principio. Los clásicos construyeron teoría apropiándose de distintas teorías, o conceptos, o por lo menos sugerencias de estas otras teorías. El principio intelectual sectario se sostiene en el supuesto, a veces explicitado, acerca de que 1) la teoría esta formulada, ya construida, 2) con ella vamos a los datos, y 3) no puede ser refutada. La teoría se comprueba. Con la teoría formulada se resuelven los problemas prácticos.
Estamos de acuerdo con que el objetivo de la investigación es conocer la realidad para transformarla. En esta estrategia el objetivo pasa por comprobar la teoría con la investigación empírica. Sin embargo se oculta así el proceso mismo de investigación y sus diferentes lógicas de acuerdo a las estrategias que se construyen. ¿Qué pasa si los datos no se ajustan con la teoría? ¿Cuál es la lógica de los problemas? La teoría se puede rearmar, sacar a la luz ciertas hipótesis dejando de lado otras, todas sugeridas o propuestas alternativamente por la misma teoría general. ¿Pero como damos lugar a este proceso constructivo?
Las formulaciones recurrentes de “lógica dialéctica” son demasiado vagas y demasiado poco demostradas. Declaraciones fuertes sobre el método, por ejemplo, en Lukacs no serían compartidas por la mayoría de los marxistas ni por él mismo posteriormente. Por lo mismo la afirmación sobre este tipo de rechazo al eclecticismo que sostiene una frontera “de hierro” entre marxistas y no marxistas no tiene fundamento metódico reflexivo. Nos parece más bien que se sostiene en una política de la identidad. Esta política busca construir una identidad separada de las demás, pero de manera no “dialéctica”. En el fondo reside la pretensión de que el marxismo es la teoría al fin encontrada de la emancipación. La identidad absoluta consigo mismo de la teoría como resolución de las contradicciones reales.
Como elementos de prueba de mi tesis por ahora establezco una tabla donde se relacionan marxistas significativos en una columna con no marxistas en la otra.
Marx Hegel
Gramsci Croce
Lukacs Weber
Althusser Lacan
Comento por ahora la comparación Marx Hegel. Se trata de un caso de eclecticismo productivo. No hay homogeneidad entre ambos “sistemas” sino, claro, heterogeneidad. Es imposible pensar Marx sin Hegel, pero la dialéctica marxiana enuncia principios constitutivos más allá de Hegel. Estos principios no llegan a la identidad consigo mismos en tanto todavía los marxistas se afanan por encontrarlos. En definitiva la crítica sectaria radical del eclecticismo supone el cierre del sistema autocomprensivo y autoconciente, proponiendo una imposibilidad práctica y teórica. Sin embargo esta imposibilidad se manifiesta como violencia dogmática sobre lo real. En tanto violencia de similitudes religiosas podemos hablar de sectarismo, una palabra de matriz organizativo religiosa, como relaciona Omar Acha en algún lugar. La crítica radical de lo religioso supone atenderse a un conjunto de indeterminaciones sin resolución. En tanto ideología operante en lo social, el marxismo se mueve ambiguamente entre la crítica radical de su objeto y la reproducción de sus formas.
Espero haber sido claro con los lectores de esta nota. Nos parece que el marxismo abierto e incluso algún grado de eclecticismo son saludables para revitalizar una teoría. Hay muchos problemas abiertos en la teoría marxista que requieren de esta revitalización.
La mejor práctica de Marx y los marxistas proviene de no atenerse a este principio. Los clásicos construyeron teoría apropiándose de distintas teorías, o conceptos, o por lo menos sugerencias de estas otras teorías. El principio intelectual sectario se sostiene en el supuesto, a veces explicitado, acerca de que 1) la teoría esta formulada, ya construida, 2) con ella vamos a los datos, y 3) no puede ser refutada. La teoría se comprueba. Con la teoría formulada se resuelven los problemas prácticos.
Estamos de acuerdo con que el objetivo de la investigación es conocer la realidad para transformarla. En esta estrategia el objetivo pasa por comprobar la teoría con la investigación empírica. Sin embargo se oculta así el proceso mismo de investigación y sus diferentes lógicas de acuerdo a las estrategias que se construyen. ¿Qué pasa si los datos no se ajustan con la teoría? ¿Cuál es la lógica de los problemas? La teoría se puede rearmar, sacar a la luz ciertas hipótesis dejando de lado otras, todas sugeridas o propuestas alternativamente por la misma teoría general. ¿Pero como damos lugar a este proceso constructivo?
Las formulaciones recurrentes de “lógica dialéctica” son demasiado vagas y demasiado poco demostradas. Declaraciones fuertes sobre el método, por ejemplo, en Lukacs no serían compartidas por la mayoría de los marxistas ni por él mismo posteriormente. Por lo mismo la afirmación sobre este tipo de rechazo al eclecticismo que sostiene una frontera “de hierro” entre marxistas y no marxistas no tiene fundamento metódico reflexivo. Nos parece más bien que se sostiene en una política de la identidad. Esta política busca construir una identidad separada de las demás, pero de manera no “dialéctica”. En el fondo reside la pretensión de que el marxismo es la teoría al fin encontrada de la emancipación. La identidad absoluta consigo mismo de la teoría como resolución de las contradicciones reales.
Como elementos de prueba de mi tesis por ahora establezco una tabla donde se relacionan marxistas significativos en una columna con no marxistas en la otra.
Marx Hegel
Gramsci Croce
Lukacs Weber
Althusser Lacan
Comento por ahora la comparación Marx Hegel. Se trata de un caso de eclecticismo productivo. No hay homogeneidad entre ambos “sistemas” sino, claro, heterogeneidad. Es imposible pensar Marx sin Hegel, pero la dialéctica marxiana enuncia principios constitutivos más allá de Hegel. Estos principios no llegan a la identidad consigo mismos en tanto todavía los marxistas se afanan por encontrarlos. En definitiva la crítica sectaria radical del eclecticismo supone el cierre del sistema autocomprensivo y autoconciente, proponiendo una imposibilidad práctica y teórica. Sin embargo esta imposibilidad se manifiesta como violencia dogmática sobre lo real. En tanto violencia de similitudes religiosas podemos hablar de sectarismo, una palabra de matriz organizativo religiosa, como relaciona Omar Acha en algún lugar. La crítica radical de lo religioso supone atenderse a un conjunto de indeterminaciones sin resolución. En tanto ideología operante en lo social, el marxismo se mueve ambiguamente entre la crítica radical de su objeto y la reproducción de sus formas.
Espero haber sido claro con los lectores de esta nota. Nos parece que el marxismo abierto e incluso algún grado de eclecticismo son saludables para revitalizar una teoría. Hay muchos problemas abiertos en la teoría marxista que requieren de esta revitalización.