El pasado lunes 16 de noviembre se cumplieron 15 años de la muerte de Milton Friedman, fundador de la Escuela de Economía de Chicago, defensor a ultranza del libre mercado, la austeridad fiscal y la no intervención gubernamental salvo para reducir la oferta monetaria (puesto que para ellxs esa es la única causa de la inflación), razón por la cual se les conoce como monetaristas. En síntesis, el economista y estadístico que proporcionó el sustento teórico para el modelo capitalista neoliberal.
Fue uno de lxs principales promotorxs de las agendas de desregulación de mercados, la reducción de impuestos a lxs ultra ricxs y liquidación de los “estados de bienestar” surgidos tras el Crack del 29 y consolidados en la época de la segunda post guerra. Su gran proyecto de reconfiguración sistémica mundial comenzó a ganar consenso en los setenta como apuesta para revertir la caída mundial de la tasa de ganancia en el contexto de fin del patrón oro, la crisis del petróleo y las transformaciones del modelo productivo fordista, entre otros factores.
Friedman asesoró personalmente a los gobiernos de Richard Nixon, Ronald Reagan, Margaret Thatcher y George W. Bush. Gobiernos profundamente reaccionarios, conservadores, autoritarios, promotores de intervenciones militares imperialistas y antidemocráticos en todo el mundo y cuyo único concepto de libertad era la libertad económica total para el 1% de los más ricos del mundo. El primer caso de aplicación práctica de sus ideas, en una especie de prueba de laboratorio que se constituyó en prueba del “éxito” del novedoso programa neoliberal, fue en el Chile gobernado por la sangrienta dictadura de Augusto Pinochet, a la que también asesoró personalmente.
El equipo económico de la dictadura pinochetista estuvo formado por varixs alumnxs suyos en el departamento de economía de la Universidad de Chicago (los famosos “Chicago Boys”), todxs hijxs de importantes empresarxs chilenxs y familias oligárquicas, cuyos apellidos siguen encontrándose entre lxs más ricxs y poderosxs del país. Uno de ellos fue ni más ni menos que José Piñera, padre del actual presidente chileno y ministro de Minería y Previsión social de Pinochet. Otro fue Miguel Kast, ministro de Economía de la dictadura y hermano del ultra derechista José Antonio Kast, candidato en las actuales elecciones presidenciales.
Friedman es el artífice real del sistema que llevo a Chile a la crisis profunda que años más tarde motivara las sucesivas irrupciones sociales de la juventud chilena, particularmente el estallido de 2019, expresión de un hartazgo ciudadano que constituye otra prueba de la inviabilidad de sus ideas, que solo pueden ser mantenidas por el uso de la violencia y la represión, sea de una dictadura o del aparato policial de un “gobierno democrático” heredero directo de la misma.
Lejos de verse preocupado por la aplicación de sus ideas en una de las más brutales dictaduras latinoamericanas, el economista no sólo que jamás cuestionó las violaciones de los derechos humanos y las libertades básicas del pinochetismo, sino que dio su explícito visto bueno a la dictadura, a la que felicitó en numerosas ocasiones y elogió públicamente en cuanta oportunidad tuvo. En su visita al país, en marzo de 1975, aprovechó el tiempo libre que le dejaron sus conferencias sobre teoría económica para felicitar personalmente a Pinochet.
Pero no sería hasta la década de los 90 cuando sus ideas se volverían hegemónicas en la economía “mainstream”, aprovechando el impacto de la caída de la Unión Soviética y la consolidación del slogan thatcherista TINA (There Is No Alternative, No hay alternativa). Al no tener ya “competencia” a nivel mundial por el lado del bloque soviético (que con todos sus defectos y su deriva burocrática y autoritaria aún representaba una alternativa amenazante), se globalizaron las teorías sobre el fin de la historia que también operaron como fundamentos ideológicos para la brutal ofensiva neoliberal contra el keynesianismo y sus estados de bienestar.
La ofensiva contra los derechos concedidos a regañadientes a la clase trabajadora gracias a décadas de sangre y de luchas, también incluyó fuertes avances contra las organizaciones obreras y el derecho a la sindicalización, demonizando a la clase obrera y extendiendo así a nivel mundial la tan mentada doctrina de shock.
Este es el contexto de cristalización del “realismo capitalista” que describe el teórico inglés Mark Fisher, en el cual la variante ultraliberal del capitalismo aparece como el único sistema posible, naturalizando su existencia y descartando como ilusoria cualquier propuesta de futuro alternativo, una lógica que incluso penetró en muchos espacios autodenominados de izquierda o centroizquierda, que resignaron la búsqueda del cambio revolucionario abocándose a la defensa de las ruinas del keynesianismo y a una gestión de lo posible que torne tolerable el shock y el ajuste.
Sin embargo, esta posición “realista” y posibilista entraría en crisis junto con el mismo neoliberalismo en el Siglo XXI, cuando las ideas de Friedman condujeron al mundo a la crisis de las burbujas puntocom a inicios de los 2000 y algunos años después a las hipotecas subprime, en 2008. Recordemos que Friedman fue el principal promotor de la desregulación de los mercados, la premisa para estas burbujas especulativas. Además fue muy amigo de Alan Greenspan, el presidente de la Reserva Federal estadounidense entre los años 1987 y 2006, con quien coincidía casi plenamente (excepto en el grado de control estatal sobre la oferta monetaria, aunque Friedman le terminaría dando la razón al final). Por supuesto, ambos eran miembros del Partido Republicano, concretamente de su ala más conservadora-liberal.
A raíz de estas crisis, Friedman fue perdiendo relevancia como figura y sus ideas empezaron a sufrir algunas críticas, sobre todo de la mano de movimientos sociales surgidos al calor de la lucha y agitación social que volvió a recorrer el mundo con el fin del milenio, incluyendo a los movimientos antiglobalización, altermundialistas, Occupy Wall Street, lxs indignadxs del Estado Español y muchos otros (aunque en términos políticos concretos ese ciclo de luchas concluyera con pocas victorias y en algunos casos derivara en gobiernos más o menos reformistas).
Hoy que Friedman lleva muerto una década y media resulta relevante un balance de su figura, de sus ideas y de las consecuencias que implican para las grandes masas de la población; puesto que muchos de sus planteos siguen estructurando el debate económico actual, constituyéndose además como referencia para los movimientos de la “nueva” derecha “libertaria” que, aunque se presenten como distintxs a Friedman, comparten ideario, sólo que buscando imponer una versión 2.0, aun más radicalizada y violenta, lo que los constituye como uno de los principales enemigos de cualquier cosmovisión de izquierda, de cualquier compromiso que busque transformar el mundo en un sentido amplio, inclusivo y diverso, que busque una vida que valga la pena ser vivida para las grandes mayorías y no para el peor 1% de la humanidad.