Martí Caussa
Las reflexiones de Miguel Romero, Moro, sobre las convergencias que debían impulsar los revolucionarios abarcan un largo periodo de tiempo. Las que tuvieron más trascendencia se remontan a 1980, en ocasión de la preparación del VI Congreso de la Liga Comunista Revolucionaria (LCR), en el que se adoptó la orientación del Partido de los Revolucionarios. Con este nombre se cono-ció un importante cambio que telegráficamente se podría describir como el abandono del proyecto de construir un partido “trotskista” (o marxista revolucionario, como preferíamos llamarlo) y sustituirlo por el proyecto de construir un partido en común con otras corrientes revolucionarias, con diferentes ideologías y valoraciones de la historia. Esta orientación se mantuvo durante una década hasta la unificación con el Movimiento Comunista (MC) en noviembre del 1991, que duró menos de dos años y se dio por fracasada en septiembre de 1993. Miguel Romero, que fue el principal impulsor del giro hacia el Partido de los Revolucionarios, siguió reflexionando sobre algunos de los problemas fundamentales planteados entonces, unas veces comentando experiencias de convergencias de revolucionarios en otros países o proyectos de reagrupamientos unitarios en el Estado español. No fueron comentarios nostálgicos sobre el pasado, sino reflexiones, actualizadas en función de las diversas coyunturas, sobre cómo romper la hegemonía de la izquierda reformista, las convergencias que debían impulsar los revolucionarios para intentarlo, las tareas que debían plantearse y las condiciones para su realización.
La orientación del Partido de los Revolucionarios (1981)
Conviene empezar reproduciendo algunos párrafos de la resolución del VI Congreso de la LCR que explican cómo se concebía el Partido de los Revolucionarios:
Nuestra conclusión es que hay que construir un Partido de los Revolucionarios en el que deben encontrarse todas las corrientes que hoy luchan prácticamente por la Revolución, en base a un acuerdo fundamentalmente sobre las tareas centrales nacionales e internacionales que exige y exigirá la toma del poder por los trabajadores (…)
Un partido homogeneizado sobre las tareas centrales revolucionarias; capaz de actuar unido disciplinadamente en la acción, pero en el cual se encuentran todas las corrientes políticas que en la práctica luchan por la Revolución Socialista, aunque mantienen divergencias teóricas, ideológicas, tácticas…, que pueden y deben ser discutidas dentro del partido, de acuerdo con el centralismo democrático leninista (…) (VI Congreso de LCR, 1981).
En mi opinión (que no pretendo atribuir a Moro), en estos párrafos hay definiciones que hay que interpretar en función del momento histórico en que fueron escritas, otras que necesitaban más discusión y precisión ya en su momento, y otras que son más de fondo. Donde se dice “partido” y “centralismo democrático leninista”, se podría decir ahora “organización”, “democracia” y “pluralismo”. Las tareas que debían cimentar la unión siempre estuvieron en discusión dentro de la LCR y está claro que dependen de la situación política. Las ideas más de fondo son, en mi opinión, que la necesaria convergencia de los revolucionarios, no se debe pretender cimentar sobre la ideología o la teoría, sino sobre las tareas, y que todo lo demás puede y debe ser discutido dentro de una organización democrática y pluralista. Pero vamos a dejar la palabra a Moro.
“El trotskismo de la Liga” (2006)
En el año 2006 Moro escribió un texto titulado “El trotskismo de la Liga”, que se publicó como epílogo del libro Trotskismos de Daniel Bensaïd y que se puede leer también en la web de VIENTO SUR. En el apartado IX de este artículo hay unas reflexiones explícitas sobre los que significó el Partido de los Revolucionarios y un apunte sobre su posible actualidad:
Su contenido básico puede resumirse así: el partido revolucionario debía ser construido en común por corrientes revolucionarias, con diferentes ideologías y valoraciones de la historia, pero con un acuerdo sobre “las tareas centrales” de la revolución; el carácter democrático de la organización aseguraría un debate pluralista en el que, a medio y largo plazo, se podría llegar a acuerdos sobre temas de estrategia y programa o, si no, a asegurar una convivencia pluralista entre distintos puntos de vista (…)
Significó un proyecto de construcción revolucionaria sin estrategia, considerando que esta sería elaborada en una indefinida etapa posterior, dentro de la organización unificada (…)
Desde 1985, la unificación con el MC fue, con avances y retrocesos, el eje del trabajo de la LCR (…)
En estas condiciones, surgió en Euskadi un cambio radical del enfoque de la unificación: “Anteponer a la discusión, entendida como contraste de los respectivos ‘bagajes’ partidarios, la aproximación de los partidos, esto es, la realización de una experiencia que permitiese ir construyendo un patrimonio común”. Esta fue la primera muestra de esa conversión de la propia unificación en su “contenido político fundamental” (…)
Es obvio que lo que se consideró un éxito del “modelo vasco” influyó en que la LCR y el MC retomaran el proceso de unificación con una orientación similar. Pero (…) aquí se hizo un debate para llegar a resoluciones de consenso sobre temas políticos y organizativos de fondo (Romero, 2007).
Está claro que Moro no estaba de acuerdo con una unificación que obviara la discusión sobre las tareas. Y en el último párrafo apunta que, aunque sí hubo discusiones sobre temas de fondo entre LCR y MC, estas no fueron suficientes, no se dieron sobre los temas adecuados o no fueron suficientemente claras, de modo que permitieran evitar, prever o minimizar el desastre que fue la unifica-ción. Pero en el mismo texto también advertía sobre el riesgo:
de juzgar esta “larga década” solo por su resultado final o de tratar la historia de estos años como la realización de un “destino fatal” (…) significaría un tremendo desperdicio de ideas y experiencias muy valiosas. Sin duda deben ser evaluadas críticamente, pero siguen constituyendo, en mi opinión, un esfuerzo de construcción de una organización revolucionaria, en condiciones nada revolucionarias, que merece ser conocido, valorado y, quizás, utilizado ahora por militantes de la izquierda alternativa.
Aprender de otras experiencias (2011)
El año 2011 Moro terminó las entrevistas y redactó la introducción del libro Conversaciones con la izquierda anticapitalista europea (Romero, 2012). En la página 10 de la “Introducción” ya se explica que el tema de la reflexión ha cambiado, puesto que ya no se habla de construir un partido revolucionario:
Entre estas dudas, la más inquietante, al menos en mi caso, se refiere a la posibilidad misma de construir una hegemonía revolucionaria en los países del Centro y dentro de ella un partido revolucionario (…)
Lo que sí se ha demostrado posible es construir organizaciones políticas anticapitalistas con una influencia significativa (…)
Y que el término anticapitalista hay que entenderlo en sentido amplio queda claro cuando, junto a dirigentes del NPA y al Bloco de Esquerda, se entrevista a una dirigente de una corriente anticapitalista de Die Linke. Cuando Moro le pregunta, “Hay opiniones que dicen que Die Linke, en su conjunto, es un ‘partido reformista’. ¿Estás de acuerdo?” Ella contesta: “Yo diría que es verdad en gran parte… Nuestro debate programático decidirá cuál es el camino que vamos a seguir”. Pero Moro consideraba que estas experiencias de convergencia de revolucionarios correspondían a la situación:
Lo que podemos saber hoy sobre la política revolucionaria no está, creo yo, en el estu-dio y debate sobre el pasado, por más que este sea política y moralmente imprescindible, sino en lo que aprendamos de estas organizaciones…
Y los temas que considera de mayor interés no son las cuestiones ideológicas, ni las estratégicas, sino las tareas del momento:
El cuestionario tipo eludía las cuestiones ideológicas y entraba muy de pasada en las cuestiones de estrategia, sobre las cuales considero que falta aún base empírica para elaborar opiniones con fundamento en la experiencia real. Los ejes fueron los que me parecen centrales para la política revolucionaria hoy (…)
Esta declaración de intenciones se confirma a lo largo de las preguntas que va formulando. Pregunta si en el NPA hay problemas de homogeneidad entre militantes procedentes de la LCR con “una tradición fuertemente ideológica y militantes que no quieren plantearse esos temas”, pero lo considera una cosa normal; se interesa por el funcionamiento práctico de un partido que ya no tiene una estructura tradicional, sino que da un gran valor a la autoorganización; o insiste en la importancia de las tareas del momento, frente a las hipótesis de futuro: “Quizás hemos pensado más sobre las hipótesis de ruptura, que sobre cómo podríamos prepararnos para ella, cómo contribuir a que sea creada por las luchas sociales”.
Creo especialmente interesante la reacción de Moro a la explicación sobre la decisión de constituir el Bloco:
No había condiciones para una unificación de los partidos que requiriera una aproxi-mación en el plano ideológico; ese camino carecía de interés. En cambio era posible, y mucho más importante, crear una organización política, cuya fuerza y cuya unidad se estableciera más allá de la ideología (…) Teníamos que concentrarnos en la definición de las tareas políticas y en la constitución de la cultura política del nuevo movimiento desde la base (…)
Y Moro responde: “Fuisteis más inteligentes que nosotros, más ‘políticos’ en el mejor sentido de la palabra”.
En todas las entrevistas Moro pregunta sobre el tema de la democracia, in-cluso insistentemente. Por ejemplo, en referencia al Bloco pregunta: “¿Cómo gestionáis los desacuerdos?”. Y como parece no haber quedado satisfecho continúa: “Perdona que insista… Hay una cultura… que establece el consenso como único criterio. Pero esto tiende a convertir los desacuerdos en una enfermedad, en lugar de algo normal en un colectivo libre y sano”.
Las últimas reflexiones (2013)
El último grupo de documentos que voy a analizar es del 2013 y se relacionan con las discusiones de nuevos proyectos de convergencia a partir del soplo de aire fresco que significaron el 15m y diversas experiencias internacionales.
En una Tribuna en la web de VIENTO SUR titulada “Políticas del 99%”, Moro planteaba el problema de la siguiente manera:
Una conjunción de hechos y valoraciones diversas —desde la aparición de Syriza en mayo de 2012 como un referente internacional hasta la experiencia de que un periodo prolongado de movilizaciones de amplia extensión social no conseguían logros signi-ficativos ni aquí, ni en ningún otro país de la UE— ha ido conformando un “estado de opinión” ampliamente compartido en la izquierda social y política sobre la necesidad de construir una alternativa política unitaria, con un programa de “mínimo común de-nominador” y un instrumento electoral con voluntad y capacidad para ganar y formar gobierno (…)
No es lo mismo ganar en sentido electoral (obtener una mayoría electoral que permita formar gobierno), ganar en sentido político (tener las capacidades y los medios para poner en práctica el programa de gobierno) y ganar en sentido social (contar con la movilización activa de la mayoría social que oriente, controle e impulse la acción del gobierno y socialice la política) (…) ganar en sentido social es la condición de cualquier otra victoria (…)
A nadie se le oculta que este objetivo es mucho más difícil de alcanzar que un acuerdo electoral unitario (…) Pero hay que trabajar simultáneamente en los dos espacios (…)
En esta ocasión la convergencia de que se habla no es un partido revoluciona-rio, ni anticapitalista, sino una alternativa política unitaria en torno a un programa de ruptura, porque en las circunstancias actuales:
incluso el más moderado de los programas que se están planteando, si empezara a realizarse, produciría una convulsión política y un alto nivel de enfrentamiento con los poderes establecidos aquí y en la Unión Europea. Baste pensar en la declaración unilateral de una moratoria sobre la deuda (…) O en el proceso de reconstrucción de los servicios públicos privatizados (…) [o en] la garantía del derecho a la independencia de las naciones que quieran ejercerlo (Romero, 2013c).
Pero también para este objetivo y para estas circunstancias la democracia es una cuestión fundamental y no sirven las propuestas que pretenden esquivarla, como la figura de un “líder carismático”:
Responder a estos problemas [alianzas, procesos electorales, decisiones sobre gobierno] por medio de un “líder unificador”, y “conductor”, del campo social popular supondría un desvío respecto al valor igualitario de la cultura del 15m al que me he referido antes; quizá podría conseguir réditos electorales, pero a costa de debilitar la constitución política de la mayoría social, que es la condición necesaria para “ganar”, es decir, para que pueda producirse una ruptura democrática con el régimen neoliberal (…) (Romero, 2013b).
Continuidades y rupturas, potencialidades y derrotas
Quizá se puede objetar que estas reflexiones abarcan un período demasiado largo, con situaciones y necesidades muy distintas, para que pueda destacarse algún elemento común. Y es cierto. Pero hay ciertos elementos de continuidad que me parecen interesantes: en todos los casos se plantean tareas de conver-gencia de revolucionarios, solos o en agrupamientos más amplios; Moro subraya siempre la importancia de un acuerdo sobre las tareas, pero no considera necesario que este acuerdo exista sobre la ideología o la teoría; y subraya que todo lo demás debería poder discutirse en una organización democrática y que respete el pluralismo. Pero siempre considera que cada situación es distinta de todas las anteriores y todo, empezando por las tareas, siguiendo por el tipo de convergencia o el tipo de democracia, debe descubrirse o “inventarse” de nuevo.
Esta necesidad de inventiva la planteaba de la siguiente manera en “El Trotskismo de la Liga”:
La política revolucionaria se fundamenta siempre en los objetivos necesarios para la lucha contra el capitalismo en su conjunto. Se trata de que llegue a ser “posible” lo que es “necesario”. Para ello es vital considerar, entre las condiciones que caracterizan a una situación concreta, una que no forma parte de los análisis positivistas (llamados habitualmente “realistas”): la potencialidad del movimiento, lo que todavía solo existe de un modo fragmentario o embrionario, pero que puede generalizarse: la tarea central de la organización revolucionaria es descubrir en el movimiento real y desarrollar estas potencialidades (Romero, 2007).
Con esta concepción de la política no es extraño que Moro fuera particularmente contrario a las analogías históricas como método para determinar las tareas, porque consideraba que cada situación era única y que las tareas estaban por descubrir. Era un político creativo. Pero también consciente de que la derrota es siempre posible, sea por errores o por una relación de fuerzas desfavorable. Pero distinguía claramente entre derrota y fracaso:
Entender la diferencia entre derrota y fracaso es fundamental para construir una organización revolucionaria. La derrota puede ser, y es frecuentemente, la conclusión de una lucha necesaria: la tarea entonces es cómo continuar. El fracaso llega cuando se considera que la lucha fue un error o que ya no tiene sentido; la consecuencia general es la desmoralización o el abandono (Romero, 2007).
Durante más de treinta años Moro consideró que la convergencia de los revolucionarios era una lucha necesaria. En el curso de la misma cosechó derrotas, alguna muy amarga. Pero en cada ocasión propicia volvió a preguntarse cómo continuar.
Martí Caussa es miembro de la Redacción de VIENTO SUR.
Bibliografía citada
VI Congreso de LCR (1981) Resoluciones.
Romero, M. (2007) “El trotskismo de la Liga”. Epílogo en D. Bensaïd, Trotskismos. Barcelona: El Viejo Topo. Disponible en http://vientosur.info/spip.php?article8776.
— (ed.) (2012) Conversaciones con la izquierda anticapitalista europea. Madrid: Los libros de VIENTO SUR-La Oveja Roja.
— (2013a) “Políticas del 99%”. VIENTO SUR web, 6/7/2013. Disponible en http://vientosur. info/spip.php?article8142.
— (2013b) “Desvío al líder”. VIENTO SUR web, 4/8/2013. Disponible en http://vientosur.info/ spip.php?article8252
— (2013c) “ʻSí, se puede… pero ¿qué es lo que se puede?”. VIENTO SUR web, 6/10/2013. Disponible en http://vientosur.info/spip.php?article8377