Por Gerónimo “Coco” Belforte
Sabíamos que podía ocurrir, que su edad avanzada y salud apremiante lo acechaban. Pero nos costaba asumirlo. Nos costaba admitir que nos podíamos quedar sin su eminente figura. Más aun hoy en día, cuando los avances mundiales de las derechas parecen ensombrecer nuestros anhelos. Necesitábamos de personas como él, que la derrota del Moncada logró transformarla en energía para el regreso y la incursión en Sierra Maestra. Que la larga noche neoliberal no impidió que saliera el sol en su Cuba socialista. Pero finalmente ocurrió que nos quedamos sin Fidel, que es lo mismo que decir que nos quedamos sin referentes en muchas dimensiones. Porque Fidel representaba la entrega total a un proyecto de nueva sociedad, desde la temprana juventud hasta la misma muerte. Representaba la valentía de una pequeña isla frente al poderoso mundo del capital, la valentía del pequeño convencido frente al gigante inmoral. Representaba eso de que “la historia es duración” que mencionaba Mariátegui, porque solo con esa convicción se puede un proyecto sobreponer a agresiones y padecimientos tan diversos como la invasión en Playa Girón, los sabotajes, el bloque económico, el periodo especial, el aislamiento diplomático, la difamación constante.
Sí, es cierto. No fue solo Fidel. Fue todo un pueblo que protagonizó semejante hazaña. Porque es eso, una hazaña. No otra cosa. Solo en Cuba los valores como la dignidad, la solidaridad, el humanismo, se practican con tanta naturalidad. Sus médicos desparramados por el mundo curando a los enfermos que el sistema desecha. Sus educadores que atraviesan fronteras para combatir el analfabetismo y la exclusión cultural tan comunes en nuestras sociedades. Pero si este proyecto es protagonizado por un pueblo entero, no es menos cierto que en la figura de Fidel encontró su “modelo de hombre de los tiempos futuros”. Comúnmente el elogio de las personalidades es asociado desde el pensamiento de izquierdas a ciertas culturas religiosas o populistas. Incluso la sociología descarta este componente por casual o episódico para comprender algunos fenómenos. Sin duda no hay sujetos aislados que hagan la Historia. Pero no hay pueblos sin líderes como Fidel que escriban semejante Historia viva, ejemplar, radiante. Bastara ver los tributos y homenajes que el propio pueblo de Cuba le brindará a su comandante muerto, para dimensionar el sentido ético que su figura sintetizaba, en tato componente subjetivo y movilizador de tanto esfuerzo y esperanza colectiva.
Claro que Fidel y el socialismo cubano aún tienen cuentas pendientes. Los derechos plenos al colectivo LGTBI, la ampliación de la democracia, las diversas libertadas civiles. Y seguramente otros asuntos también. Los peligros de retroceso y restauración capitalista pueden surgir del seno del mismo proceso revolucionario. Por ello no hay que minimizar sus riesgos presentes en las formas burocráticas y actuales y potencialmente regresivas. Pero tampoco hay que olvidar que Fidel, el Che, Raúl, Camilo, y tantos otros son parte de esa generación que dejó todo por la libertad y la justicia social, en Cuba y en toda América Latina, aunque la suerte fuera dispar con otros casos. Aprendieron a pelear peleando, y aprendieron a gobernar gobernando. Los grandes proyectos tienen grandes riesgos, y los grandes logros son próximos a los grandes errores. En esa clave hay que interpretar los últimos anuncios económicos en continuidad con la apertura comercial iniciada en el Periodo especial. Desde una cómoda distancia, las críticas son muchas y peligrosamente fáciles. Lejos estamos de dimensionar los desafíos que implica gobernar una nación, capitanear un Estado, garantizar comida, salud y educación a millones de personas. Aun nos debemos una autocrítica a fondo de las experiencias truncas en los socialismos del siglo XX, y también, una actualización política que edifique un proyecto estratégico acorde a nuestros tiempos. En Cuba encontraremos ejemplos y contraejemplos de lo correcto y lo incorrecto. Al fin de cuentas, el socialismo aun es un proyecto inconcluso.
Así, mientras las burguesías del mundo, las oligarquías latinoamericanas, y los gusanos de Miami festejan la muerte, nosotros despedimos dolidos a nuestro comandante. El tiempo dirá si nuestra pluma escribirá la Historia, o será la de ellos. Nosotros, en nuestra Historia, lo recordaremos con cariño y admiración. Y diremos que un 25 de noviembre de 2016, a las 22:29, la revolución tuvo un nuevo comienzo. El que luchando por sus mismas utopías, comenzó a construirlas: ¡Hasta la victoria siempre Fidel!