Ezequiel Adamovsky

 

En la izquierda hay un gran debate de cara al ballotage. Hay quien dice “Son lo mismo, ambos de derecha, no hay que votarlos”. Otros replican “Scioli es horrible, pero hay que votarlo porque Macri es peor”. Aquí va una comparación de los principales rubros que pueden interesarle a un votante de izquierda.

ORIGEN POLITICO: Tanto Scioli como Macri vienen de la cantera política del menemismo. Scioli se acercó al kirchnerismo tempranamente sin negar su aprecio personal por Menem, mientras que Macri se mantuvo abiertamente neoliberal hasta hace poco tiempo. En su trayectoria política previa, no hay diferencias visibles entre ellos.

EXTRACTIVISMO:

En este punto no hay diferencias: Ambos defienden fervorosamente la minería a cielo abierto, lo mismo que hizo CFK todos estos años. Ambos evaden la cuestión ambiental usando la expresión “minería sustentable”, una contradicción en los términos, inventada por los publicistas de las mineras. 

MODELO AGRÍCOLA:

Tampoco aquí hay diferencias apreciables. El gobierno de CFK defendió a Monsanto y Scioli no se apartó de ese rumbo en nada. Es cierto que el gobierno kirchnerista tuvo algunas políticas de apoyo a campesinos y pequeños productores. Pero el modelo sojero avanzó sin tregua. Macri obviamente seguiría ese camino. La única diferencia potencial es el efecto de la disminución de las retenciones; es posible que Macri las elimine del todo o las baje para la soja más de lo que lo haría Scioli, con lo que la sojización avanzaría más rápido. Pero esto es un matiz: el modelo de desarrollo rural ya es una catástrofe hoy y nada permite pensar que alguno de los candidatos alterará el rumbo.

AJUSTE:

Parece evidente, por el mero peso de los desequilibrios macroeconómicos, que habrá alguna clase de ajuste cualquiera sea el presidente electo. Aquí sólo cabe especular con posibles diferencias de grado. Es posible que el ajuste macrista sea más brutal y con efectos más pronunciados que el ajuste sciolista. Puede que el ajuste sciolista sea de efectos algo menos negativos para los trabajadores, pero en cualquier caso no es serio plantear que con Scioli se evita un ajuste. En este punto hay diferencias entre los candidatos, pero son de grado.

DÓLAR e INFLACIÓN:

Por lo mismo, una devaluación parece inevitable en el futuro próximo. La cuestión aquí es de grado y velocidad. Macri afirmó que se propone eliminar el cepo de manera inmediata y pasar a flotación libre. El efecto de eso sería un alza brusca del precio del dólar, inflación alta y una consiguiente caída del poder adquisitivo del salario. Scioli dice que no hará devaluación, algo poco creíble. Pero es posible que haga su devaluación del modo en que lo hizo Kicillof en este tiempo, de manera más gradual, manteniendo controles de cambio y políticas de control de precios. Si ese fuera el caso, el efecto sobre los trabajadores sería menor en caso de ser elegido Scioli.

POLÍTICA INDUSTRIAL y EMPLEO:

Más allá de las vaguedades de Macri, sus referentes económicos son de orientación neoliberal. Cabe esperar una apertura económica mayor (acaso total), menos protección a la industria y un modelo orientado a la producción de commodities y, con suerte, a las industrias asociadas. En varias oportunidades Macri señaló que un país como Argentina no tiene por qué apoyar industrias más sofisticadas, como la de producción de tecnología. Scioli anunció que continuará con políticas de proteccionismo industrial y su equipo económico es consistente con ese anuncio. Todo indica que las políticas de Macri generarían menores niveles de actividad industrial y seguramente mayor desempleo. Es imaginable que Scioli continúe con la política de presión a las empresas para que eviten los despidos, cuestión que a Macri no va a interesar, pero no es claro que, en un contexto de estancamiento, alcancen para evitar una caída del empleo. Por otra parte, el macrismo es enemigo declarado de las paritarias, que posiblemente (aunque no es seguro) sean suspendidas. Un eventual gobierno de Scioli posiblemente no suspenda las paritarias, pero no hay por qué pensar que no les pondrá un “techo”, como ha hecho el gobierno actual. En este punto hay diferencias relevantes entre los candidatos.

POBREZA, DISTRIBUCIÓN DEL INGRESO y POLÍTICAS SOCIALES:

El ajuste y la devaluación generarán mayor pobreza y más desigualdad al menos en el corto plazo, sea quien sea el candidato. En el mediano plazo puede que haya diferencias. Es innegable que el gobierno de CFK implementó políticas sociales progresivas como la AUH, que consiguieron disminuir la pobreza y la desigualdad, al menos hasta hace tres años, en que la situación se amesetó o empeoró. Macri y su socio Sáenz se han manifestado públicamente contra la AUH hasta poco antes del inicio de la campaña. Ahora prometen no eliminarla, lo que posiblemente cumplan. Pero todo indica que no van a hacer ningún esfuerzo para que la inflación no reduzca en los hechos su monto. Tampoco es imaginable que Macri haga un esfuerzo para ampliar los derechos jubilatorios como se ha hecho en años pasados. Y ha dicho públicamente que habría que reprivatizar los fondos de pensiones, volviendo a la estafa de las AFJP. En este punto, es improbable que Scioli haga esto último y posiblemente (aunque no es seguro) se preocupe algo más por sostener el nivel de la AUH. Por otra parte los economistas de Macri aseguran que terminarán con los subsidios a los servicios públicos y con el esquema de “precios cuidados”, mientras que Scioli aseguró que continuará con ambos. Respecto de los subsidios, es probable que no cumpla esa promesa y los vaya reduciendo, al menos gradualmente; el mantenimiento de los “precios cuidados” dependerá de que la inflación no se desmadre. En estos puntos sí hay diferencias apreciables entre ambos, que pueden tener efectos profundos sobre la vida popular.

DERECHOS HUMANOS:

Macri ha sido continuamente hostil a las políticas de juicio y castigo de los represores, calificadas como un “curro”. Ha insistido en que hay que “dar vuelta la página” del pasado. Es de esperar que un gobierno suyo, como mínimo, deje de apoyar a los organismos de derechos humanos y a los juicios en marcha y elimine completamente la investigación de las complicidades empresarias con la última dictadura. En su juventud Scioli justificó la represión de la Junta militar y más tarde apoyó las leyes de impunidad de Menem. Sin embargo, desde hace ya varios años se manifiesta de acuerdo con los procesos de memoria, verdad y justicia, y ha anunciado que el hijo de Estela Carlotto ocupará la cartera en un eventual gobierno suyo. Lo más probable es que no revierta completamente las políticas de DDHH llevadas adelante hasta ahora, aunque posiblemente se interese menos en favorecerlas. En este punto hay diferencias sustanciales.

SEGURIDAD y REPRESIÓN:

La concepción de la seguridad de Macri es fuertemente represiva, ha atacado públicamente el “garantismo” y su Policía Metropolitana ha utilizado niveles de violencia muy altos y balas de plomo para reprimir la protesta social. Scioli no se distingue demasiado en este punto: los funcionarios en los que ha confiado la seguridad bonaerense son indistinguibles de los de Macri en su perfil e ideología. Con ambos candidatos cabe esperar mayores niveles represivos y mayores atribuciones para el accionar policial. Puede que la relación con el movimiento de derechos humanos limite un poco a Scioli, pero no es seguro.

POLÍTICA INTERNACIONAL:

Scioli ya ha hecho gestos de recomposición con EEUU y seguramente su gobierno será más receptivo a los intereses norteamericanos. Pero es probable que no corte radicalmente con la orientación de la política internacional del gobierno de CFK. Scioli ha afirmado que continuará con las alianzas internacionales que se tejieron luego de 2003, con Brasil, Venezuela, Bolivia, Ecuador, China y Rusia. Macri, por el contrario, se propone volver a llevar a Argentina a una política internacional subordinada exclusivamente a la agenda de EEUU y ha dicho explícitamente que buscará expulsar a Venezuela del Mercosur. Por otra parte, el PRO tiene vinculaciones estrechas con la derecha latinoamericana y con la derecha republicana de los EEUU. En este punto las diferencias entre ambos candidatos son notorias.

DEUDA EXTERNA:

Todo indica que, cualquiera sea el candidato que gane, saldrán a contraer deuda externa, como lo viene haciendo en los últimos años el gobierno nacional. En este punto es esperable que haya diferencias de matiz pero relevantes. Macri ha anunciado que se propone pagar las exigencias del juez Griesa de inmediato y endeudar el país todo lo posible (que es lo que ya ha hecho con la Ciudad de Buenos Aires). Posiblemente Scioli siga dilatando la resolución del tema o busque alguna negociación un poco menos perjudicial que el pago completo. No es seguro, pero puede que una administración de Scioli sea menos propensa al hiperendeudamiento.

CULTURA, CIENCIA y EDUCACIÓN:

El macrismo en la ciudad de Buenos Aires ha sido particularmente hostil con la cultura independiente. En varias ocasiones mostró su desagrado por la inversión en desarrollo tecnológico; la repartición de Ciencia y Técnica del gobierno porteño fue poco más que una oficina vacía en todos estos años y la inversión en el área fue cercana a cero. A contramano de lo que pasó en la Nación y en la mayoría de las provincias, la ciudad de Buenos Aires disminuyó la proporción del presupuesto destinada a la educación. Hace pocos días el PRO votó en contra de la gratuidad de la educación universitaria y Macri señaló que existen demasiadas universidades públicas. Además, varios referentes del PRO son del Opus Dei o tienen estrechos vínculos con ellos. Es esperable que un gobierno de Macri a nivel nacional repita todas estas características.

En sus discursos Scioli sostiene que su gestión representará una continuidad en educación pública, universidades e inversión en ciencia y tecnología. Su política cultural y educativa en la provincia de Buenos Aires, sin embargo, ha sido muy pobre. Su vinculación con la Iglesia y sus propios gustos culturales no auguran una política cultural demasiado progresista. De Macri se puede dar por descontado su descuido en estos rubros (o incluso un ataque a lo público, especialmente las universidades y el sistema científico). En este punto puede que haya diferencias relevantes entre los candidatos.

SIGNIFICADO EN EL MEDIANO y LARGO PLAZO:

Más allá de las similitudes o diferencias que pudiera haber entre un gobierno de Macri y uno de Scioli, la victoria del FPV o del PRO tendrán consecuencias de más largo plazo que conviene poner también en la balanza:

-Una victoria de Macri daría al PRO la posibilidad de convertirse en un partido territorialmente instalado en todo el país. Hasta hace apenas un mes el PRO era básicamente un partido municipal. En la ciudad ya había sabido atraer a los dirigentes de la moribunda UCR y a algunos peronistas y consiguió un importante apoyo entre los sectores más pobres. La victoria en la Provincia de Buenos Aires y una eventual victoria nacional le va a dar al PRO más de 10.000 cargos para cubrir y recursos incontables para acercar al macrismo a referentes políticos existentes y promover nuevos. Sin lugar a dudas con esos recursos terminará de fagocitarse a la UCR y se convertirá en uno de los dos partidos principales del país, junto con el PJ. Con eso, por primera vez desde 1916 las clases altas en nuestro país tendrían un partido enteramente propio, sin compromisos con otros sectores sociales, capaz de ganar elecciones. Será un avance formidable para la clase dominante. Si, como logró en la ciudad de Buenos Aires, consigue captar el apoyo de un sector importante de las clases trabajadoras, eso significará un retroceso muy grande en la conciencia de las masas y en la política nacional y un escenario más complicado para el crecimiento de la izquierda.

-Comparativamente hablando, una victoria de Scioli no tendría un efecto tan profundo. Por una parte, retrasaría el crecimiento del partido de los empresarios. Por la otra, los votos al FPV no significarían un retroceso, primero porque ese apoyo ya existe (no sería una novedad), pero además porque el ascendente del kirchnerismo entre las clases populares está en descenso. Una nueva victoria del FPV sostendría ese ascendente un tiempo más, pero en tiempos de ajuste (aunque sea gradual) es poco probable que crezca. La capacidad de “enamorar” del FPV parece haber terminado. Ese escenario sería posiblemente más propicio para la izquierda, que puede crecer atrayendo a los votantes desencantados del kirchnerismo. Por el contrario, un votante que cruza el límite y vota a Macri es mucho más difícilmente “recuperable” para una perspectiva de izquierda.

En función de todas estas variables, conviene revistar los argumentos del debate entre la izquierda. Pedir un voto a Scioli presentándolo como continuidad respecto de políticas que pudieron ser favorables a las clases bajas o como garantía contra un ajuste es estar ocultando aspectos básicos de su perfil y del momento político. Del mismo modo, decir que “son lo mismo” o que da lo mismo quién gane es manipular y subestimar a las personas. La izquierda debe contribuir a mejorar la capacidad de análisis político de las clases trabajadoras, no a embrutecerlas con eslóganes prefabricados, con expectativas ingenuas sobre el futuro o con gestos de superioridad moral.

Conociendo la información y las variables que están en juego y evaluando políticamente la situación, que cada uno decida lo que quiere hacer en el ballotage. En cualquier caso, la consecuencia menos deseable de este debate sería enfrentar y dividir a los que plantean el voto en blanco con los que propician un voto defensivo contra Macri. Sería la manera más triste de caer en la famosa “trampa electoral”.