Enero de 2014 será recordado como un mes caliente. Ese calor hizo saltar por los aires las principales contradicciones del proyecto neodesarrollista y simultáneamente marca el comienzo del fin de su etapa kirchnerista. La violenta desvalorización del peso (más de 35% desde que asumiera, en noviembre de 2013, el nuevo equipo Kiciloff/Economía-Fabregat/BCRA-Capitanich/Jefatura de Gabinete) es la expresión más evidente de la necesidad de superar el capitalismo dependiente en Argentina. Más que de “década ganada” deberíamos hablar de tiempo perdido: diez años de neodesarrollismo sólo han servido para consolidar un patrón de acumulación de capital insostenible, favorable al gran capital transnacionalizado, extractivista y financierizado, y sin perspectivas de poder garantizar un proceso de inclusión social con participación popular.
La devaluación en el último año ha significado una enorme transferencia de recursos a favor de los sectores exportadores: al menos 49 mil millones de pesos (MM$) para los exportadores primarios, 70 MM$ adicionales para el complejo agroindustrial exportador, 68 MM$ para la fracción de la industria manufacturera con capacidad de exportar y 13 MM$ a los productores de combustibles. Esta transferencia extraordinaria será aun mayor pues los precios internos de esos productos de exportación o sus sustitutos aumentarán en proporciones parecidas si nadie interviene para evitarlo. Algunas actas de la AFIP serán de dudosa eficacia.
Los principales perjudicados serán lxs trabajadores/as que continuarán sufriendo la aceleración inflacionaria, ya cercana al 30% anual. A los aumentos varios en productos de primera necesidad previos al acuerdo de los “precios cuidados”, y la suba de peajes, combustibles, boletos de transporte de pasajeros, etc., se sumarán los incrementos en los precios los producto importados: el conjunto de los consumidores deberán pagar no menos de 178 MM$ adicionales. Las transnacionales que dominan la mayor parte de las ramas de bienes de consumo masivo e importan una parte sustancial de los productos que comercializan o sus insumos de producción, usarán su poder de mercado para trasladar al conjunto del pueblo trabajador sus mayores costos.
Junto a la devaluación, las medidas financieras que la acompañaron tendrán fuertes efectos al aumentar las tasas de interés del crédito bancario para la producción (importante fuente de financiamiento de las Pymes) y del crédito de consumo que ha sido la base de la expansión de los gastos de lxs familias trabajadoras en un lustro donde sus ingresos se han estancado. El resultado esperable -al menos en el corto plazo- será acentuar la desaceleración de la economía, que ya a fines de 2013 estaba creciendo sólo 2,2% anual (luego de haber llegado a una tasa de crecimiento extraordinariamente elevada de 9,3% en mayo de 2013). Además, la reducción en el crecimiento en el empleo (o el aumento en los despidos y suspensiones), la suba en las tasas de interés del crédito de consumo y el salto en la inflación impactarán fuertemente en la economía de las hogares populares (incluyendo trabajadorxs, jubiladxs, pensionadxs, beneficiarixs de planes sociales y pequeños productores y comerciantes, entre otros).
Con varios años de retraso, el gobierno reconoce algunos de las manifestaciones de los problemas estructurales de la economía argentina y comienza a actuar. Sin embargo, no ataca las causas de los mismos sino sus efectos. Entre otras cosas, hace ya tiempo que desde el Estado se debería haber:
(a) Avanzado en la nacionalización del comercio exterior. Sacar el control de las divisas de los grandes exportadores (algunas docenas de empresas) es clave para poder llevar adelante una administración racional de los recursos disponibles. Prenderle una vela a Cargill y Grobocopatel para que vendan la producción y liquiden los dólares resultantes lo antes posible no parece ser la mejor de las políticas.
(b) Nacionalizado la banca. Sólo con el control popular del conjunto del sistema bancario y financiero puede garantizarse la administración de los recursos financieros a favor de la producción y fuera de la especulación. Los “ataques especulativos” sólo tienen impacto si desde el Estado se permite a esas fracciones del capital operar con libertad. La decisión reciente del Banco Central de facilitar el ingreso de capital especulativo (eliminando los límites establecidos en 2005) si bien pueden incentivar el ingreso de dólares a corto plazo, sólo aumentan el poder de fuego de los especuladores.
(c) Cesado el pago de la deuda externa y revisión de la misma. Desde el propio gobierno han dado cuenta del elevado costo que ha tenido para el país el pago de la deuda: 174 mil millones de dólares en una década. Ese ha sido uno de los principales factores causantes de la dilapidación de las reservas del Banco Central. ¿Cuántas obras de infraestructura energética (sustitutivas de importaciones de combustible), viales y de transporte público, escuelas, hospitales o viviendas, podrían haberse realizado con esos recursos?
(d) Desarrollado mercados populares a escala nacional. Las transnacionales de la producción y la distribución de mercancías tienen un enorme capacidad de mantener y ampliar sus ganancias a costa del pueblo trabajador. La construcción de mercados mayoristas con control social articulados con comercios locales y movimientos populares crearía canales alternativos para enfrentar el poder de mercado de los oligopolios productores y distribuidores de mercancías.
(e) Ampliado la imposición sobre las ganancias del gran capital local y las transnacionales. Una mayor apropiación pública de la renta extraordinaria que hoy retienen (y en muchos casos fugan) las grandes corporaciones serviría para ampliar y aumentar la asignación universal por hijo/a, las jubilaciones, asignaciones familiares y otros beneficios de la seguridad social.
Las medidas de las últimas semanas sólo operan sobre una situación insostenible, con un Estado debilitado para enfrentar a los actores sociales dominantes. La especulación y “el mercado” (es decir, el gran capital) sólo pueden ganar cuando el Estado lo ha permitido. Devaluar violentamente y elevar fuertemente las tasas de interés es reconocer la incapacidad de enfrentar a los exportadores y especuladores que han pasado a controlar la oferta de moneda extranjera.
Los límites del neodesarrollismo han creado una situación de extrema vulnerabilidad en el marco de un proyecto de desarrollo capitalista dependiente (ver nota). Los sectores populares organizados debemos enfrentar el intento de “radicalización” neodesarrollista (ver nota), proyectando nuestras luchas y proponiendo salidas que –como las mencionadas- permitan comenzar a caminar el sendero transicional hacia el buenvivir.
* Profesor. Departamento de Sociología, Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación (FaHCE), Universidad Nacional de la Plata (UNLP) // Investigador. Centro de Investigaciones Geográficas / Instituto de Investigaciones en Humanidades y Ciencias Sociales (UNLP – CONICET), Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación (FaHCE), Universidad Nacional de La Plata (UNLP) // Miembro del Centro de Estudios para el Cambio Social. Agradezco los comentarios de Melina Deledicque y de Ismael Domian a una versión preliminar del texto.